Si bien actualmente la mayoría de los hombres no se niegan a realizar tareas domésticas, muchos sólo las hacen cuando su pareja se los pide. Y aunque en apariencia no parece algo malo, el problema radica en algo conocido como “carga mental”.
Para poner en relevancia esta situación, la Fundación Avon Argentina lanzó un spot llamado “Los ayudadores”, donde de manera satírica retrata a estos hombres que dicen estar muy dispuestos a involucrarse en las labores del hogar… pero que ponen COMO excusa para no hacerlo que su pareja no se lo pidió.
“¿Qué hay que comprar? decime y lo hago”, “¿por qué estás haciendo todo eso sola? me hubieras avisado”, “si vos no me lo decís, yo no puedo saberlo”, son algunas de las frases que dicen algunos de los hombres en el comercial y que grafican bien este comportamiento pasivo que traspasa la responsabilidad de la administración del hogar por completo a la mujer.
“Si comparamos el hogar con una gran compañía veremos que, en la gran mayoría de los casos, ellas son las que programan, prevén, diseñan planes, adelantan posibles fallos o problemas y tienen en cuenta todos los detalles y la interacción de las partes. Pero, además de esta labor de ejecutivo, las amas de casa realizan también los trabajos reservados a los empleados, a la mano de obra: cocinan, limpian, cuidan a otros, ponen lavadoras, hacen la compra o bajan la basura”, explica el diario El País.
La carga mental puede traducirse en todo ese trabajo invisible y muy poco valorado que implica la administración de un hogar, y que obliga a que las mujeres nunca paren de trabajar ni física ni mentalmente porque siempre deben estar pensando en cada detalle y en cada cosa que falta por hacer, mientras la pareja sólo se limita a recibir instrucciones.
Para la psicóloga española Violeta Alcocer, “el problema está en que hay una falta de conciencia absoluta respecto a esta cuestión”. La experta revisó un estudio de la compañía Procter & Gamble en su país que demostró que 3 de cada 4 mujeres tiene esta carga mental y que al menos un 40% desconoce este concepto.
El problema de esta carga mental, es que nadie la valora porque es invisible y en general en la sociedad no se reconoce el trabajo doméstico y se asume que es algo casi instintivamente femenino. Además, como muchos hombres sólo esperan que la mujer les diga qué hacer -y lo hacen cuando les piden algo- creen que la repartición de las tareas en el hogar es equitativa cuando no lo es.