En palabras simples, el apego es como un programa superinteligente con el que venimos equipados para sobrevivir y que, desde el momento de nacer, busca incesantemente obtener el cuidado de otro ser humano.

Asimismo, produce emociones y conductas que nos mueven a estar cerca de alguien que nos pueda cuidar. Lo fundamental es comprender que, para bien o para mal, este programa “aprende”.

El Dr. John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista inglés, desarrolló la teoría del apego. Esta afirma que la capacidad de resiliencia frente a eventos estresantes que ocurren en el niño es influida por el patrón de apego o el vínculo que los individuos desarrollan durante el primer año de vida con sus progenitores o personas encargadas de su cuidado.

Esta teoría permite entender cómo el estilo de apego desarrollado en la infancia permanece para el resto de la vida en las redes neuronales de nuestro cerebro y sistema nervioso autónomo, indicando el camino de cuáles van a ser nuestras formas de relacionarnos en pareja.

Para conocer y trabajar tu estilo de apego, debes hacer consciente tu propia y válida necesidad de afecto, para que de esta manera puedas encontrar y mantener relaciones satisfactorias acordes a tus necesidades. El psicólogo Hugo Huerta, especialista en Trauma Complejo del desarrollo y dedicado a ayudar a personas que acaban de terminar una relación de pareja, explica y ejemplifica los estilos de apego.

1. Apego seguro

“Te sientes confortable dependiendo de tu pareja y sintiendo que tu pareja depende de ti”, explica. Esto ocurre cuando los niños y niñas han tenido seguridad de la disponibilidad de sus padres para cuidarlos y satisfacer sus necesidades, siendo una buena base y refugio para desde ella explorar el mundo. “Esta es la mejor prueba de la paradoja de que, mientras más segura sea tu dependencia, más seguridad tendrás para enfrentar el mundo”, explica Hugo Huerta.

2. Apego inseguro ansioso

En este caso, necesitas urgentemente confirmar que te quieren y demostrar constantemente que amas. Además, te preocupa que tu pareja realmente te ame y quiera estar contigo. En lo cotidiano, quieres fusionarte con tu pareja y estar 24/7 junto a él o ella.

“Esto ocurre cuando los niños y niñas han tenido dudas de la disponibilidad de sus padres para cuidarlos y satisfacer sus necesidades, por ejemplo cuando los padres trabajan y “desaparecen” sin que el niño logre comprender por qué”, ejemplifica el especialista.

3. Apego inseguro evitativo

Si los padres y madres demuestran que los niños les molestan, (por ejemplo cuando les piden que no lloren o que no se enojen) estarán (sin darse cuenta) moldeando el sistema de apego de sus hijos para que ellos se transformen en personas inseguras de las relaciones y con un estilo de apego evitativo, es decir, ellos funcionarán bajo la creencia de que “para mantener el amor, no tengo que molestar y es mejor no demostrar tanto afecto y mantenerme distante”.

El psicólogo Hugo Huerta, explica cómo identificar este apego. “Eres una persona introvertida, te sientes incómodo estando muy cercano a tu pareja, te es difícil confiar en ella completamente, te sientes nervioso si tu pareja se siente muy cercana a ti o constantemente te pide que seas más demostrativo”.

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4. Apego desorganizado

Cuando los niños crecen en un ambiente de violencia y experiencias traumáticas en el contexto relacional de la infancia y sus progenitores mezclan el cuidado con el maltrato grave. El programa superinteligente se adapta a la incertidumbre y al terror, desarrollando emociones y conductas agresivas/defensivas e inestables con las personas que intentan mostrar amor.

Hugo Huerta explica cómo este apego se desarrolla en las relaciones de la adultez. “En tus relaciones de pareja temes a que el amor te dañe pero a la vez necesitas sentirte amado. Vives en la desconfianza e inseguridad y muchas veces dañas o te dañas tú primero esperando que tu pareja te vuelva a buscar”.

¿Cómo facilitar el cambio?

Para poder cambiar, primero debes identificar cuál es tu estilo de apego y aprender cómo llegaste a “apegarte” así, esto normalmente se facilita con un proceso psicoterapéutico profesional. Lo segundo es la aceptación incondicional y trabajar tu amor propio, entendiendo que el apego no es una enfermedad, sino el mejor esfuerzo de tu programa superinteligente para sobrevivir en el grupo de humanos en que “te tocó” caminar tus primeros pasos en el mundo.

La regulación del estrés es importantísima, ya que es generado por nuestro sistema de apego ante la sensación de peligro o el miedo al abandono y nos causa problemas en las relaciones. En este sentido, debes trabajar tu capacidad de autorregularte (calmarte a ti mismo) y buscar la oportunidad de co-regulación (que alguien te calme).

El trabajo consiste en validar tus necesidades y buscar una figura de apego compatible que pueda satisfacer lo que, con toda dignidad, necesitas en una pareja, proveyendo de experiencias nuevas y satisfactorias en términos de tener una base y un refugio seguros.