“Actúas como un niño”. Si has dicho esa frase, o te han recriminado un comportamiento infantil, debes considerar que muchas personas llegan a la adultez cronológica, sin haber madurado emocionalmente.
Una manera de comparar este comportamiento, es pensar en los niños que conocemos, tal vez incluso en nuestros propios hijos, nietos o sobrinos.
La doctora en psicología Susan Heitler, detalló al sitio especializado Psychology Today, una lista de 10 conductas que puedes identificar en tu personalidad, si sospechas es que eres un “adulto infantil”.
Señales de inmadurez
1. Escaladas emocionales: los niños pequeños suelen llorar, enojarse o ponerse petulantes y hacer pucheros. Los adultos rara vez lo hacen.
2. Culpar: cuando sucede algún problema, los niños pequeños culpan a alguien por el error. Los adultos en cambio, buscan resolver el problema.
3. Mentiras: cuando se genera una situación incómoda, los niños pequeños tienden a mentir para salvarse de los problemas. Los adultos por su parte, enfrentan la realidad, y dicen la verdad de manera confiable.
4. Insultar: los menores se insultan entre sí. Los adultos buscan entender los problemas y solucionarlos. No les faltan al respeto a los demás con etiquetas groseras.
5. Impulsividad o “mal control de los impulsos”: cuando los niños se sienten heridos o enojados, suelen atacar a los demás impulsivamente. Los adultos en cambio, hacen una pausa, se resisten al impulso de disparar acciones o palabras hirientes, y se tranquilizan.
6. Necesidad de ser el centro de atención: ¿Alguien ha podido tener conversaciones adultas durante la comida con un niño de dos años en la mesa? Los intentos de tener una conversación con la gente en la mesa siempre dan como resultado en que el niño se agite para reclamar la atención.
7. Atormentar: si un niño es físicamente más grande que los demás, puede arrebatarle su juguete a otro, sin ninguna explicación. Por otro lado, los adultos respetan los límites: “lo tuyo es tuyo y lo mío es mío”.
8. Brotes de narcisismo: si los niños, o adultos, pueden obtener lo que quieren porque son más grandes, fuertes o ricos, están en riesgo de aprender que las reglas no aplican para ellos. Lo que quieren, lo toman. Los narcisistas solamente se escuchan a sí mismos y como resultado son emocionalmente frágiles.
9. Defensas inmaduras: Los adultos usan mecanismos de defensa como escuchar las preocupaciones de los demás así como las propias. Luego participan en una resolución colaborativa de los problemas. Estas respuestas a las dificultades indican madurez psicológica.
10. No tener ego observador, es decir, no tener la habilidad de ver, reconocer y aprender de sus errores: Los niños que no han interiorizado los lineamientos maduros de comportamiento respetuoso hacia los demás o que no han desarrollado la habilidad de observar su comportamientos para juzgar qué está bien y qué está fuera de lugar, perciben su ira como normal. Consideran que sus explosiones emocionales estuvieron bien y las justifican culpando a la otra persona. En otras palabras, “lo hice porque tú me provocaste.”
¿Qué opciones hay para quienes se comportan más como niños que como adultos?
“Es fácil amar a los niños que actúan como niños. Es más difícil amar a alguien que actúa como niño en el cuerpo de un adulto“, reflexiona la especialista. Sin embargo, destaca que la mayoría de los “adultos infantiles” solo actúan así cuando se sienten amenazados.
De este modo, si amas a alguien que tiene aspectos infantiles, la psicóloga recomienda enfocarse principalmente en los aspectos más adultos y atractivos de la persona.
“Si somos los infantiles, amemos nuestras fortalezas y pongamos atención a madurar en nuestros hábitos más infantiles”, comenta desde la otra perspectiva.
Asimismo, comenta que otra estrategia, es dejar de sorprendernos cuando surgen los patrones infantiles. “Pensar: ‘No puedo creer que hiciera eso’, significa que no hemos aceptado la realidad de los comportamientos infantiles”, detalla. Además, enfatiza en que aceptar los comportamientos, es el primer paso para hacer cambios.
En el caso de que seas receptor de comportamientos de este tipo, debes procurar no querer cambiar a la otra persona. “En su lugar, pensemos en lo que nosotros podríamos hacer distinto para que esos patrones ya no sean problemáticos para nosotros“, describe la psicóloga.
En este contexto, explica que nuestro trabajo es seguir creciendo por nuestra cuenta y no cambiar el comportamiento de los demás.
“Mucho de lo que hacen los ‘niños’ adultos puede considerarse como falta de habilidades. Si tendemos a ser infantiles, aprender habilidades adultas puede ayudarnos a mudarnos hacia el mundo de los adultos”, finaliza.