Los primeros tres años de vida son la "etapa de oro" en el desarrollo cognitivo y emocional de las personas, incluido su sentido de la seguridad. Aquí te contamos por qué y cómo fomentar este aspecto.
¿Sabías que los tres primeros años de vida son esenciales para el correcto desarrollo de tus hijos, incluido su sentido de la seguridad?.
Durante los llamados “primeros 1.000 días”, el cerebro de los pequeños crea conexiones neuronales asombrosas mediante los estímulos e interacciones externas, principalmente de sus padres o cuidadores.
Por ello, no es aventurado decir que la forma en que criamos a nuestros menores es clave, no sólo en su desarrollo temprano, sino que también en las bases cognitivas y emocionales que primarán durante su etapa adulta.
A continuación, te compartimos algunas recomendaciones expertas para potenciar parte de estos aspectos en tus hijos.
Las claves para que tu hijo se sienta seguro
Durante su desarrollo, los niños se someten a una serie de transformaciones y viven múltiples experiencias que les permiten formar su ser personal y social.
Sin embargo, todos estos hitos de su desarrollo son procesados de mejor manera cuando los pequeños han crecido con un modelo de apego seguro e interacciones sanas con sus padres y/o cuidadores.
Así lo especificó la doctora estadounidense Deborah MacNamara, directora de Kid’s Best Bet -centro de asesoramiento para familias- y autora del libro bestseller “Descansar, jugar, crecer: dar sentido a los niños en edad preescolar”.
En su obra, la experta explicó que los menores de 0 a 3 años desarrollan un vínculo seguro en este período de tiempo en base a 4 fases, las cuales te comentamos a continuación.
1. Incentivando sus cinco sentidos
Desde su nacimiento y hasta el primer año de vida, los bebés desarrollan su apego y vínculo seguro con sus cuidadores por medio de sus cinco sentidos.
Por ello, en este período es de vital importancia mantener un contacto constante con el bebé, piel con piel, acariciarlo, mirarlo a los ojos, jugar con él y atender todas sus necesidades básicas -desde la alimentación hasta la higiene-.
“El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos. Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación que es duradera en el tiempo, suele ser estable, relativamente consistente, y es permanente durante la mayor parte de la vida de una persona”, señaló Felipe Lecannelier, director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño (CEEIN) y reconocido experto en la materia.
El doctor en psicología y especialista en apego e infancia agregó que “el apego es lo que da al niño un sentido de seguridad, autoestima, confianza, autonomía y efectividad para enfrentar el mundo, de acuerdo a la calidad afectiva que reciba de sus padres”.
2. Fomentando el sentido de igualdad
Desde el primer año de vida, y considerando que muchos comienzan a caminar y a tener cierta independencia a partir de esta etapa, los niños comienzan a desarrollar el sentido de igualdad.
En esta etapa, es muy probable que tu hijo o hija quieran ser igual a ti, ya que, precisamente, de este modo desarrollan su vínculo contigo.
Es usual que a esta edad los menores imiten las actividades que hacemos, como por ejemplo teclear en el computador, barrer o sacar a pasear a nuestras mascotas. También, que copien el lenguaje y los gestos que utilizamos.
Otra forma en que van avanzando en este sentido de igualdad es cuando quieren y muestran interés en comer lo mismo que ingerimos nosotros.
Sin duda, acompañarlos en estos descubrimientos y disfrutar de sus caritas mientras hacen muecas les dará un sentido de seguridad, además de pertenencia.
3. Dando espacio al sentido de propiedad y lealtad
Pasados los dos años, los niños entran en una nueva fase en la que crean un vínculo a través del sentido de propiedad y de lealtad, sobre todo, con sus figuras de apego.
Esto se ve reflejado cuando tu hijo o hija se siente celoso de otras personas que se acercan a ti, o bien, se muestran posesivos en estos contextos. También, muestran su lealtad hacia ti manifestándote que no te quieren compartir.
Ocurre además con algunos llamados “objetos de apego”, como una manta, chupete u osito de peluche, que ante el intento de quitárselos te sorprenden con un “¡No, mío!”.
4. Otorgándole significado al vínculo cuidador-niño
A los tres años y más, los niños fortalecen el vínculo con sus padres y/o cuidadores mediante el significado.
Es por eso que anhelan sentirse especiales para ti, quieren tu atención, buscan que apruebes sus acciones y conectar contigo de una forma más potente.
Al respecto, MacNamara sugiere que “los padres pueden construir un real significado con sus hijos dándoles su atención sin distracción, recordándoles por qué son importantes y disfrutar de su compañía“.
¿Cómo estimular la confianza y seguridad en los niños?
En palabras de María Luisa Orellana, directora de Programas Educativos de Jardines Vitamina, los padres y cuidadores pueden estimular la confianza en los niños animándolos a conocerse y ofreciéndoles una visión positiva de ellos mismos.
En este sentido, la especialista entregó una serie de consejos para fortalecer este importante aspecto en los más pequeños:
– Reconocimiento: “Cuando los niños reciben reconocimiento espontáneo frente a sus acciones, esfuerzos y logros, se potencia la confianza, y con ella la imagen positiva que tienen de ellos mismos”.
– Decir que lo valoras: “Los niños, al igual que los adultos, requieren sentir que son valorados por las personas que para ellos son importantes. Esto se hace evidente en las expresiones de cariño y el apoyo frente a los desafíos que emprenden”.
– Enseñarles que las dificultades son parte de la vida: “Otro aspecto clave es que los niños crezcan pensando que las dificultades y equivocaciones forman parte de la vida. Los padres deben apoyarlos, sin destacar lo negativo, sino que entregándoles alternativas”.
– Ser un buen ejemplo: “Dado que los niños aprenden por imitación, los padres deben ser un modelo de autoestima positivo. Por ejemplo, cuidando el lenguaje y evitando descalificar”.
– Evitar comparaciones: “Plantearlos a ellos mismos como referentes de sus acciones y aprendizajes. Utiliza las siguientes frases: ‘Te acuerdas cuando no podías tomar bien el lápiz… Ahora lo lograste y tal como avanzaste en eso ahora lograrás escribir bien los números’. Y evitar hacer comparaciones”.
La importancia de los primeros 1.000 días
Si eres padre, o tienes menores a tu cuidado, de seguro habrás escuchado por ahí el concepto de los primeros 1.000 días del niño, que comprenden el tiempo desde su nacimiento hasta que cumplen los tres años de vida.
En este período, el cerebro infantil puede crear hasta mil conexiones neuronales por segundo, un ritmo que nunca se vuelve a alcanzar durante el resto de la vida, según explicó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). A su vez, estas conexiones conforman el pilar fundamental del futuro de los niños.
Esto tiene repercusiones muy importantes a nivel mental y personal, ya que se preparan las bases del desarrollo cognitivo, lingüístico, motor, emocional y social, entre otros.
De acuerdo a Unicef, en estos tres primeros años los niños se desarrollan y aprenden más rápido “cuando reciben afecto, comprensión, cuidado, estimulación en un medio ambiente enriquecedor y atención de la salud. Por eso es esa conexión que se construye entre el bebé y el adulto referente lo que hace toda la diferencia y potencia su desarrollo”.
“Cuando el niño o niña recibe una buena crianza tiene más posibilidades de sobrevivir, de crecer de una manera saludable, de desarrollar plenamente su capacidad de pensamiento, verbal, emocional y sus aptitudes sociales. Eso significan esos 1.000 días para toda la vida“, agregaron desde la entidad.