En el mundo de la paternidad, no es fácil llegar a un consenso sobre lo que significa ser un "buen padre". Sin embargo, existen ciertos estilos de crianza más apropiados que otros. Aquí te mostramos cuáles son.
En un mundo como el que vivimos actualmente, donde abunda la incertidumbre y la violencia ha llegado a escalas inimaginables, se vuelve una prioridad el criar a nuestros hijos de la mejor forma posible. Esto incluye aquellos atributos que los expertos consideran la base de un desarrollo sano: seguridad, estructura, apoyo y amor.
En este contexto cobran absoluta relevancia los estilos de crianza, los cuales condicionan la forma en que nuestros pequeños se sienten consigo mismos y con los demás, impactando fuertemente en su crecimiento social y emocional.
En definitiva, el estilo de crianza es aquel “patrón de actos que como padres llevamos a cabo, y que recoge un conjunto de pensamientos, emociones y conductas que desarrollamos alrededor de los niños”, explicó la web experta Psicología Monzo.
Para que tengas más información sobre los estilos de crianza, cuáles son los más idóneos y cuáles son aquellos que no deberías implementar, te detallamos sus características más relevantes y cómo impactan en el desarrollo de nuestros hijos.
Los cuatro estilos de crianza (y cómo afectan el desarrollo de tus hijos)
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) reconoce la existencia de cuatro estilos de crianza principales, los cuales presentan características y consecuencias distintivas.
A continuación, te presentamos el resumen de cada uno de estos estilos identificados por la APA.
1.- Padres Autoritarios
En este tipo de crianza los padres se muestran como personas “inflexibles, exigentes y severos cuando se trata de controlar el comportamiento. Tienen muchas reglas. Exigen obediencia y autoridad. Están a favor del castigo como forma de controlar el comportamiento de sus hijos”.
Como consecuencia de este estilo, los niños “tienden a ser irritables, aprensivos, temerosos, temperamentales, infelices, irascibles, malhumorados, vulnerables al estrés y sin ganas de realizarse”.
2.- Padres con Autoridad
A diferencia del anterior, este estilo se caracteriza por tener padres cariñosos que “ofrecen su apoyo al niño, pero al mismo tiempo establecen límites firmes para sus hijos”.
“Intentan controlar el comportamiento de sus hijos a través de reglas, diálogo y razonamiento con ellos. Escuchan la opinión de sus hijos incluso sin estar de acuerdo”, agregaron.
Producto de este enfoque, “los niños tienden a ser amistosos, enérgicos, autónomos, curiosos, controlados, cooperativos y más aptos al éxito”.
3.- Padres Permisivos
Este tercer tipo de crianza destaca por ser liderado por padres que son cariñosos “pero relajados y no establecen límites firmes, no controlan de cerca las actividades de sus hijos ni les exigen un comportamiento adecuado a las situaciones”.
Como fruto de estas interacciones, los menores “tienden a ser impulsivos, rebeldes, sin rumbo, dominantes, agresivos, con baja autoestima, auto-control y con pocas motivaciones para realizarse con éxito”.
4.- Padres Pasivos
Finalmente, está el estilo de crianza pasiva en que los padres “son indiferentes, poco accesibles y tienden al rechazo; y a veces pueden ser ausentes”.
Dada esta indiferencia de los progenitores a los pequeños, estos presentan una tendencia a una baja autoestima, “poca confianza en sí mismos, poca ambición y buscan, muchas veces, modelos inapropiados a seguir para sustituir a los padres negligentes”.
Los estilos de crianza en Chile
En el contexto de los estilos de crianza presentados en el apartado anterior, muchos se preguntarán si en nuestro país esta tendencia se repite.
De acuerdo al estudio “Modelos Culturales de Crianza en Chile”, publicado en junio de 2018 por la organización World Vision, existen seis tipos de crianza basadas en las estrategias y prácticas que utilizan los progenitores para educar y formar a sus hijos, las cuales te mostramos a continuación.
1.- Ausente: “Este modelo de crianza es negligente y no evidencia expresiones de ternura ni de maltrato o uso de violencia física”.
2.- Autoritario o violento: “Este estilo basa la disciplina en el uso del castigo físico y no incluyen ningún tipo de expresión de ternura. Bajo este estilo, los niños son atacados y criticados constantemente”.
3.- Ambivalente sin reconocimiento: “Bajo este estilo, se evidencia el uso de maltrato, pero también expresiones de ternura, aunque no existe reconocimiento hacia niños y niñas.
Aquí, está presente generalmente el uso de castigos, no así los refuerzos positivos”.
4.- Ambivalente con reconocimiento: “Se evidencia el uso del maltrato y las expresiones de ternura, pero, al mismo tiempo, establecen relaciones con reconocimiento de la calidad de niños y niñas.
Aquí, existen castigos y refuerzos positivos, como premios y felicitaciones”.
5.- Ternura sin reconocimiento: “Se excluye cualquier tipo de violencia, solo existen expresiones de ternura, aunque no establece relaciones basadas en el reconocimiento de la calidad de niños y niñas.
La conversación es protagonista y los niños faltan el respeto a sus padres en menor medida en comparación a los demás estilos”.
6.- Ternura con reconocimiento: “Modelo de crianza que excluye cualquier tipo de violencia, incluye expresiones de ternura y establece relaciones basadas en el reconocimiento de la calidad de sujetos de niños y niñas.
La conversación es protagonista y los niños faltan el respeto a sus padres en menor medida en comparación a los demás estilos. Al mismo tiempo, el reto es mucho menos utilizado, cuando este último es acompañado por una crítica, para los niños y niñas es un menosprecio que afecta su autoestima”.
Como conclusión del estudio, desde World Vision destacan que los estilos de crianza criollos se centran en tres prácticas fundamentales, y muy diferentes entre sí.
La primera de ellas son las prácticas formativas, constituidas por acciones que generan vínculos de confianza, dan refuerzos positivos, generan conversación y promueven valores. Le siguen las correctivas, que se relacionan con los retos, castigos y prohibiciones; y las de uso de la violencia, la cual puede ser física, psicológica o una combinación.
Las duras estadísticas sobre violencia en la crianza
Una infografía publicada en 2020 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, arrojó dolorosos datos sobre la infancia y adolescencia en nuestro país.
De acuerdo al documento, un 63% de los cuidadores principales de menores reconocieron el uso de métodos de disciplina violentos en la crianza de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 12 años.
En tanto, un 32% reconoció haber utilizado métodos de agresión física en la crianza de niños, niñas. En paralelo, un 57% confesó lo mismo sobre la violencia psicológica.
Finalmente, apenas un 32% de los cuidadores principales declaró haber utilizado sólo métodos de disciplina no violenta en la crianza de niños en el mismo rango etario mencionado.
Los números anteriores no dejan de ser preocupantes, sobre todo, si consideramos que en Chile viven más de 4 millones 260 mil bebés, niños y adolescentes entre los 0 y los 17 años, en base a cifras del mismo documento.
¿Cómo llegar a ser un buen padre?
En el mundo de la paternidad, considerando los distintos estilos de vida, experiencias, culturas y oportunidades, no es fácil llegar a un consenso sobre lo que significa ser un “buen padre”.
No obstante, existen algunos lineamientos generales que nos podrían orientar en torno a las características que debieran tener aquellos progenitores que van por un buen camino en este trayecto de la crianza.
Así lo declararon los psicólogos expertos de la web Psychology Today, quienes destacaron que para ser eficaces en esta vital tarea no basta con evitar los peligros más obvios, como el abuso, el abandono o la permisividad.
“De hecho, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos delinea cuatro responsabilidades principales para los padres: mantener la salud y la seguridad de los niños, promover su bienestar emocional, inculcar habilidades sociales y preparar a los niños intelectualmente“, informaron.
A ello, agregaron que diversas investigaciones apuntan a que los menores mejor ajustados a la vida son quienes han sido criados por personas que logran combinar la calidez con la sensibilidad, junto con ciertas expectativas de comportamiento.
La clave de “Las 4 C”
“Los padres pueden encontrar que las Cuatro C (del inglés, care: cuidado, consistency: consistencia, choices: elecciones, consequences: consecuencias) son un acrónimo útil”, señalaron desde Psychology Today.
El cuidado dice relación con mostrar aceptación y afecto. Mientras, la consistencia con mantener un ambiente estable.
Por su parte, las elecciones con permitir que el niño desarrolle autonomía. Por último, las consecuencias con aplicar repercusiones a las elecciones, tanto positivas como negativas, según indicaron.
A lo anterior, sumaron un último consejo que podría poner un equilibrio a tu crianza, en caso de que busques mejorar ciertos aspectos o reafirmar que lo estás haciendo bien.
“En última instancia, los padres deben esforzarse por ser amorosos pero firmes, al tiempo que permiten a los niños suficiente espacio para desarrollar sus propios intereses, explorar la independencia y experimentar el fracaso“, manifestaron.