Una de las creencias populares más conocidas por los chilenos gracias a las abuelitas es que cuando la oreja arde y se pone roja, es porque alguien está hablando de nosotros.
Si es la izquierda, entonces el “pelambre” es para mal, mientras que si se trata de la derecha es todo lo contrario y están alabando nuestras virtudes.
Sin embargo, esto no es más que un mito, pues este fenómeno tiene un nombre y está siendo investigado por los científicos.
El síndrome de las orejas rojas (SOR) es un raro desorden que se caracteriza por ataques de sensaciones de ardor y enrojecimiento de la parte exterior de una o ambas orejas. En general, se describe como un dolor molesto, punzante y agudo, existen casos que lo califican como un dolor insoportable.
La duración de estos episodios pueden ir desde algunos segundos hasta horas, aunque lo típico es que desaparezca en 30 minutos. Se pueden repetir también varias veces en el día y extender a lo largo del año.
Aunque existen sólo 100 casos documentados en la literatura médica (recién comenzó a ser investigado en 1994), se sabe que una de sus características principales es que el dolor aparece en el lóbulo de la oreja, y puede irradiarse en ocasiones a la mandíbula y mejilla.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, los episodios pueden ocurrir espontáneamente o desencadenarse por causas sencillas como frotarse o tocarse la oreja, por calor o frío, masticar, cepillarse el cabello, o realizar movimientos de cuello.
Sin embargo, un artículo publicado por los investigadores Giorgio Lambru, Sarah Miller y Manjit S Matharu en el journal BCM, afirma que una de las causas de este síndrome, que sigue siendo investigado, apunta a que estaría vinculado a Cefaleas Trigemino-Autonómicas, es decir, dolores de cabeza de corta duración, intensos y con varios episodios al día.
Los investigadores también afirman que en el SOR se pueden distinguir dos formas diferentes.
La primera se presenta en individuos jóvenes, a menudo migrañosos, y se caracteriza principalmente por ataques espontáneos, a veces temporalmente relacionados con uno de migraña.
La segunda ocurre en personas mayores, con ataques más probablemente provocados por trastornos de la columna cervical superior o disfunción de la articulación temporomandibular (que conecta la mandíbula con la parte lateral de la cabeza). En estos pacientes se recomienda una resonancia magnética a la cabeza y la columna cervical, junto con una evaluación de ortodoncia.
Los pacientes afectados con este síndrome se encuentran en el rango de edad entre los 4 y los 92 años de edad, y se da principalmente entre las mujeres.
Debido a que no se conocen con exactitud las causas del síndrome, los especialistas no han podido determinar un tratamiento farmacológico adecuado, ya que los resultados están directamente vinculados a los síntomas. Sí se ha comprobado que aplicar frío ayuda a controlar el malestar.
También puede ser síntoma
Las orejas rojas también pueden ser síntoma de una enfermedad autoinmune llamada Policondritis recidivante, la que se caracteriza por episodios repetidos de inflamación y deterioro del cartílago.
De hecho, el enrojecimiento de la oreja es signo de inflamación, que de ser prolongado puede llevar a un deterioro del cartílago de la oreja e incluso pérdida parcial o total de la audición.
Asimismo, las orejas al rojo vivo pueden apuntar hacia la vasodilatación, en la cual el diámetro de los vasos sanguíneos aumenta dramáticamente, causando un aumento en la circulación sanguínea.
El enojo, estrés, humillación y cambios hormonales, también pueden provocar la vasodilatación que provocará orejas rojas.
Pero si a pesar de todos estos datos científicos, sigues creyendo que el ardor se debe al “pelambre”, la recomendación popular es morderte un mechón de pelo, para que el “pelador” se muerda la lengua y no vuelva hablar mal de ti.