Los nutricionistas siempre dicen que una de las cosas que no es recomendable hacer al momento de comer es hacerlo de pie.
Pero el ajetreo diario ha llevado a que la comida rápida, la falta de tiempo y el constante traslado comploten en contra de esta recomendación.
De hecho, es normal que todos conozcan, por ejemplo, los hand rolls, una invención que no es más que un roll de sushi no trozado y que está pensado para llevar en una mano e irlo comiendo, cual bocadillo.
Por su precio, facilidad y disponibilidad, esta preparación suele ser muy popular en ambientes universitarios, en donde las horas de colación no son fijas, y generalmente están marcadas por un bloque horario y una sala más lejos de lo deseable.
Y en Concepción sí que saben de eso: Es cosa de darse una vuelta por algunas de las universidades de esa ciudad y verán que el hand roll es el plato más vendido en los mismos campus y en los locales de comida que están en las cercanías. De hecho, el Campanil está lleno de vendedores informales que ofrecen todo tipo de preparaciones inspiradas en el bocado seudojaponés y de no muy buena factura, pero que ayudan a quitar el vacío del estómago a veganos y carnívoros.
Por eso es que no debería llamar mucho la atención que en esas ciudad hubiera nacido otro bocadillo pensado en el caminante: La Pasta.
Y sí, ahora puede comerse una pasta con ragú mientras camina desde el Barrio Estación al Parque Ecuador, aunque no sé si es una experiencia recomendable.
El local se llama Walking Pasta, lleva algo así como nueve meses operativo y sus porciones son abundantes.
Aunque tienen un bonito envase diseñado para el traslado, y que es muy parecido a los que entregan los locales de comida China en Estados Unidos, es un poco delgado y, aunque firme, no es muy cómodo para llevar.
Otro problema es que las dos veces que fuimos la pasta se sirvió muy, pero muy caliente.
¿Cuál es el problema?
Bueno, varios: La primera vez me quemé el paladar, pero en las dos visitas este exceso de calor en un envase artificial y que no respira, hicieron que la pasta siguiera durante mucho tiempo muy caliente, por lo que a los pocos minutos se pasó el punto y perdió sabor y textura.
Obvio: La pasta seguía cocinándose una vez servida, por lo que el punto es imposible de lograr y mantener. Terrible.
En el local tienen unas manguitas para evitar que el calor te queme la mano, aunque generalmente me contaban en el restaurant, prefieren dar servilletas al gusto de los comensales, para evitar que esto ocurra.
La carta del local es pequeña y manejable.
Por ejemplo, puedes pedir un Roll de Lasaña ($4.000), o unos Fetuchini o Ñoquis veganos ($4.000) y agregarle una salsa.
Hay cinco opciones incluidas, en donde la de la casa es la Walking, que incluye pechuga de pollo, champiñones de París, panceta ahumada y cebolla caramelizada. Todo a base de salsa blanca cremosa con toques de tomate y orégano.
Y como remate también se incluyen cuatro opciones sin costo.
Un remate vendrá a ser como una “amenidad” que corona la preparación en cono. Esta “guinda de la torta” puede ser una pinza de jaiba y pimentón asado al ajillo, por ejemplo.
En teoría todo muy rico, de hecho la combinación de la salsa está para hacerla en la casa pero, insisto, todo sabía a nada por la temperatura y la sobrecocción.
Si arreglan eso, seguramente el local estaría dentro de los recomendados, y no solo por la novedad.
Ahora, ¿es eso mejorable? Claro, aunque el local es modesto y la cocina está a la vista, es difícil dudar de la mano el chef porque en el restaurant también tienen una pizza jamón queso ($2.200) que, aunque humilde, es la clara muestra de que el jefe de la cocina tiene al menos un estilo que quiere mostrar y que se pierde en el “cómo”.
En esta pizza los ingredientes no eran los mejores, pero bueno, estamos hablando de una slide grande por $2.000.
Aún así, un tratamiento a la masa y a su cocción, convirtieron el bocado en una muestra muy particular y suave. De hecho, innolvidable.
¿Volvería? No creo, al menos no por ahora.
Mario Riveros M. @mario_riverosm
Para escribir esta reseña se visitó dos veces el local de manera anónima. No se recibió ni utilizó ninguna invitación a conocer el lugar.
Walking Pasta. Barros Arana 96, Concepción. No tiene estacionamiento, pero existen alternativas pagadas en las calles aledañas.