La guerra generalmente deja historias llenas de dolor, sufrimiento y tristeza, sin embargo, éste es un relato que deja de manifiesto que los conflictos armados también tienen lados humanos. Se trata de la historia de un soldado estadounidense llamado Desmond T. Doss, un hombre que sin percutar una sola bala en combate salvó la vida de un centenar de compañeros.
Según un reportaje de The New York Times, Desmond nació un 7 de febrero de 1919 en la pequeña ciudad de Lynchburg (Virginia, Estados Unidos). Sus padres fueron Tom y Bertha Doss, quienes fueron claves en su formación valórica.
Resulta que Tom era pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, lo que llevó a que su hijo creciera fuertemente influenciado por estas creencias.
Sin ir más lejos, Desmond buscó desde siempre aplicar los mandamientos en su vida cotidiana. Él mismo reconoció posteriormente que sentía un fuerte compromiso por el que dice “no matar”.
Los años de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) concordaron con la juventud de Doss, quien en ese tiempo deseaba seguir un camino similar al de su familia, pero el destino quiso que estuviera presente en aquel conflicto.
Consumado el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, los Estados Unidos llamaron a los jóvenes a integrarse al ejército y servir a su país, Desmond no fue la excepción y fue reclutado por las fuerzas aliadas.
No obstante, este ingreso no estuvo exento de polémica. Si bien el joven inicialmente expresó su deseo de servir a su país, desde un inicio hizo hincapié en que no utilizaría ninguna arma en combate.
Su caso fue analizado algunos días por los encargados de reclutamiento, quienes finalmente lo integraron como un “objetor de conciencia” dentro de sus filas, algo que parecía insólito para la época.
En simples palabras, eso significaba que Doss podía desobedecer la orden de un superior jerárquico aludiendo a motivos religiosos o éticos. Por su parte, él mismo declaró que se consideraba como un “cooperador de conciencia” y un “servidor de Dios y el país”.
Según un reportaje del medio inglés The Telegraph, el joven fue incluido en el Cuerpo Médico de la 77th División de Infantería, en el cual le respetaron sus creencias al pie de la letra, incluso dejándolo hacer reposo los sábados (como dicta su religión).
De acuerdo al propio relato de Desmond, aquella determinación generó que muchos de sus compañeros lo criticaran e incluso se burlaran de él. Muchas personas, en ese entonces, consideraron que él no iba a ser un real aporte dentro del ejército.
De “resistido” a “leyenda”
El 1 de abril de 1945 Estados Unidos dio inicio al asalto anfibio de sus marines a la isla de Ryukyu en Japón. El inicio de la misión era sumamente complejo, ya que debían escalar un acantilado de 120 metros antes de llegar a posiciones enemigas.
Se estima que el grupo tardó un día en subir toda esa distancia, aunque luego vino lo peor, ya que los japoneses los estaban esperando con fuego armado de largo alcance, por lo que en esa isla se formó un nido de balas, similar al de Normandía.
Fue en ese momento que ese objetor de conciencia demostró su valía, ya que en vez de refugiarse para evitar las balas enemigas se internó en el lugar y fue rescatando uno a uno a sus compañeros que iban cayendo.
Para muchos esta fue considerada como una misión suicida, sin embargo, para Doss esa era la forma de servir a su país sin disparar ni una sola bala. Una forma de quedar con su conciencia tranquila.
De esa manera, él se convirtió en la persona encargada del rescate de soldados que habían sido heridos y tenían la posibilidad de sobrevivir. Inicialmente, Desmond optó por cargarlos sobre sus hombros e ir a dejarlos al borde del acantilado, para que pudieran bajarlos con cuerdas.
A medida que pasaron los días los marines fueron avanzando posiciones, por lo que el joven creyente debía también internarse en lo que era la isla, que estaba llena de minas y nidos de ametralladoras.
Se labor se extendió desde aquel 1 de abril hasta el 21 de mayo de 1945. Sólo lo detuvo el impacto de una granada que cayó cerca de su posición, la cual le hirió de gravedad y le fracturó un hueso de la pierna derecha.
No obstante, su acto más heroico vino horas después, ya que el hombre se negó a utilizar una camilla que le habían ofrecido para evacuar, cediéndola a uno de sus compañeros que tenía heridas más profundas.
De acuerdo a una nota de Washington Post, en ese instante Desmond rompió en parte su juramento, ya que tomó un rifle de caza para entablillar su pierna y poder caminar hasta el campamento que tenían instalado cerca del área donde fue herido.
De acuerdo al relato de sus compañeros en ese entonces, el joven cristiano se había convertido en un verdadero emblema de valentía y coraje para los demás. Incluso las personas que se burlaron de él, en un inicio, le manifestaron su respeto.
De acuerdo a los relatos de la época, en ese tiempo Doss dormía cuatro horas diarias y no tomaba descanso, ya que el cuerpo médico constantemente necesitaba ayuda para evitar más bajas durante la campaña.
Si bien el joven reconoció que había salvado a 50 personas durante su estadía en Japón, su grupo dentro del ejército estimó que había socorrido al menos a 100 hombres, tanto dentro como fuera del campo de batalla.
El citado medio agrega que Doss volvió enfermo de tuberculosis a Estados Unidos en septiembre. Si bien tuvo un tratamiento con antibióticos, los médicos debieron extirparle un pulmón para garantizar su sobrevivencia.
En octubre de 1945 el presidente norteamericano de ese entonces, Harry S. Truman, lo condecoró con la Medalla de Honor, como forma de agradecimiento por lo hecho en la isla de Ryukyu meses antes.
Uno de los solados que estuvo en Japón en ese entonces, Fred Headrick, declaró años atrás a NBC News que Doss fue uno de los pocos que recibió aquel premio por una labor noble.
“La mayoría de todos ellos (receptores de la Medalla de Honor) recibieron su medalla por matar a alguien. Mi amigo recibió la suya por haber salvado vidas”, declaró.
Vida después de la guerra
Desmond Doss regresó a Estados Unidos para llevar una vida tranquila, como lo fue en su infancia. Fue así como finalmente se radicó en la ciudad de Piedmont (Alabama, Estados Unidos).
En su vida siguió ligado fuertemente a la Iglesia Adventista, siendo colaborador en actividades benéficas y relatando su historia de vida a personas desamparadas.
En noviembre de 1970 un hecho lamentable marcó su vida, ya que tuvo una sobredosis accidental de antibióticos, que lo dejó sordo a perpetuidad.
Desmond tuvo dos matrimonios. El primero con Dorothy Schutte (1942), quien a la postre moriría y lo dejaría viudo. Luego se casó con Frances Duman en 1993, con quien vivió hasta su deceso en 2006.
Si bien el hombre siempre quiso tener una vida alejada del foco de atención, su historia inspiró la creación de libros y documentales en Estados Unidos. Muchos de ellos centrándose en su calidad de “objetor de conciencia”.
Así, su biografía fue lanzada en 1967 y se denominó como El héroe más improbable. También se exhibió un documental con sus vivencias, el cual se llamó El objetor de conciencia, siendo lanzado en 2004.
Aquellas creaciones sirvieron de base para la creación de la película Hacksaw Ridge (Hasta el último hombre en español) en 2016. Aquella producción fue dirigida por Mel Gibson y tuvo a Andrew Garfield en el rol de Desmond Doss.