Alcanzó la fama no sólo por haber sido un asesino serial que terminó con 17 vidas inocentes entre 1978 y 1991, sino que también por los escabrosos detalles de sus crímenes.
Nos referimos a Jeffrey Dahmer de Milwaukee, Wisconsin, quien practicó la necrofilia y el canibalismo con sus víctimas.
Obsesionado con la idea de que aquellos jóvenes que pasaran la noche con él se quedaran “en él” para siempre, en sus años más retorcidos tuvo la idea de crear a su amante perfecto, siempre al alero del ocultismo.
En específico, se le ocurrió crear un novio “muerto viviente”, el que jamás se quejara e hiciera todo lo que él quisiera.
¿Pero qué lo llevó a cometer sus horribles crímenes?
A diferencia de muchos otros homicidas, Dahmer tuvo la particularidad de haber tenido una niñez completamente normal.
Chris Campos, periodista especializado en sucesos y fundador del sitio Criminalia, ahonda en este punto.
“Lo cierto es que tuvo una infancia feliz. Su padre Lionel y su madre Joyce le dieron cariño desde pequeño, algo que no sucede habitualmente con la mayoría de los asesinos en serie”, comentó al periódico ABC.
“Habitualmente éstos no reciben cariño, lo que les marca desde la infancia. Por eso su caso es totalmente extraño, porque se convirtió en un asesino cuando, hasta bien entrada la adolescencia, no tuvo ningún problema familiar”, agregó.
Cuando era un adolescente, recorría las autopistas rurales de Ohio buscando animales muertos y los guardaba en una bolsa de basura, para luego diseccionarlos en su hogar.
A los 15 años un hecho que vivió en la escuela lo marcaría profundamente. Fue en una clase de biología, cuando el profesor los hizo abrir el cuerpo de un cerdo. La excitación que sintió en ese momento le hizo darse cuenta de su fascinación por la muerte.
Posteriormente otro incidente dejaría una marca en él. “No sé cómo empecé a meterme en esto; es una afición un poco rara. (…) Encontré al perro y lo rajé para ver cómo era por dentro”, aseguró en una de sus entrevistas.
“Después se me ocurrió que sería divertido clavar la cabeza en una estaca y dejarla en el bosque. Llevé a uno de mis amigos y le dije que me lo había encontrado entre los árboles. También le tomé una fotografía”, admitió.
Sería en esa época en la que se daría cuenta de su homosexualidad. Debido a que en aquellos años ser gay era mal visto por la sociedad norteamericana, “comenzó a reprimir sus impulsos”, detalló Campos.
El inicio de sus brutales crímenes
Según consigna ABC, Dahmer comenzó a tener fantasías sexuales con hombres a los que posteriormente asesinaba y descuartizaba.
Con el objetivo de terminar con estos terribles deseos, cayó en el alcoholismo. El propio Jeffrey admitiría que antes de ir a la universidad, pasaba a la casa de un amigo para beber un vaso de licor.
Dahmer tenía 18 años cuando cometió su primer asesinato. “Mi madre estaba fuera con David, en un motel a unos ocho kilómetros; yo tenía el auto, eran más de las cinco de la mañana y regresaba a casa después de haber bebido”, reconoció.
“No buscaba a nadie, pero a un kilómetro de casa, lo vi. Hacía dedo. No llevaba camisa y era guapo. Me sentí atraído por él. Pasé por delante de él, frené y pensé: ‘¿Qué hago? ¿Lo hago subir o no?’ Le pregunté si quería fumar un porro y él respondió: ‘¡Estupendo!’ Fuimos a mi habitación, bebimos unas cervezas y en el rato que pasamos juntos vi que no era gay”, recordó.
Fue ahí cuando tomó la barra de las pesas y lo golpeó fuertemente en la cabeza. Posteriormente lo estrangulé. “Estaba muy asustado por lo que había hecho. Anduve un rato de un lado para otro por la casa. Al final me masturbé (…) Más tarde bajé el cadáver al sótano. Me quedo allí, pero no puedo dormir, vuelvo a subir a la casa. Al día siguiente tengo que pensar en una manera de deshacerme de las pruebas. Compro un cuchillo de caza. Por la noche vuelvo a bajar, le abro el vientre y me masturbo otra vez”, confesaría.
Luego de desmembrar el cadáver, se dirigió a botar los restos -que dejó en bolsas de basura- en un barranco. En el camino lo detuvo la policía por manejar demasiado a la izquierda. Si bien los funcionarios vieron las bolsas que llevaba atrás, Dahmer les afirmó que se trataba de basura que quería botar en algún lugar, ya que en su casa no hay ningún vertedero.
Los efectivos le creyeron, por lo que el asesino continuó con su camino. Este hecho permitió que el joven continuara con sus macabros asesinatos. Dahmer terminaría volviendo a su casa con los restos del joven.
Después de este primer asesinato se sintió sumamente asustado, por lo que buscó la forma de reprimir sus deseos sexuales y homicidas, para lo cual se alejó de las drogas y el alcohol y se acercó a una iglesia.
De cierta manera Dahmer logró enderezar su vida, al menos por un tiempo. No obstante 10 años después, y tras llegar a la conclusión de que se podía asesinar sin ser descubierto, volvió a cometer sus actos.
En 1987 conoció a un joven en un bar. Luego de beber varias copas, se fueron a la habitación en la que se hospedaba. Según afirmó Dahmer, desde ese momento no se acordaba de nada de lo que ocurrió. Pero al despertar al día siguiente, encontró al hombre muerto tirado en la cama. Nuevamente desmembró el cuerpo, guardando la cabeza como trofeo.
Así continuó con sus asesinatos, siempre manteniendo el mismo modus operandi: los invitaba a ver porno o beber, y luego les ponía drogas en los vasos. Después de matarlos y violar los cadáveres, usaba ácido para deshacerse de la carne y los huesos, aunque conservaba las cabezas. También se comía algunos de sus órganos.
Siguió así hasta que en mayo de 1991 llevó a un hombre llamado Konerak Sinthasomphone a su departamento. Nuevamente drogó a su víctima, y le realizó trepanaciones con un taladro en su cráneo para así inyectarle ácido. Su idea era la de crear un novio “muerto viviente” que lo acompañara para siempre. Pero a pesar de su mal estado, y aprovechando un momento de descuido, el sujeto logró escapar.
Tras ser encontrado por la policía, el muchacho intentó explicar lo que había ocurrido en la casa de Dahmer. No obstante, debido al ácido que le inyectaron no podía hablar. Jeffrey le dijo a los efectivos que era su pareja, que estaba demasiado ebrio. Los funcionarios terminaron creyéndole, y lo llevaron al hogar de Dahmer en donde incluso lo ayudaron a sentarlo.
Si hubiesen revisado el departamento, habrían encontrado los macabros restos de las víctimas de Dahmer, como los cráneos. Los policías se retiraron del lugar debido al terrible hedor que salía de las habitaciones. Pocos minutos después, Konerak moriría estrangulado.
Descubierto por la policía
En julio del mismo año, otra de sus víctimas también logró escapar, aunque con la diferencia que en esta ocasión la policía sí se decidió a investigar. Al registrar la casa de Dahmer, se encontraron con la dantesca evidencia que lo condenaría.
Cadáveres, restos humanos y marcas de sangre fueron parte de lo que vieron. Aunque intentó escapar, Jeffrey terminó siendo llevado ante la justicia.
En el juicio, Dahmer se declaró culpable con atenuante de enajenación mental, para ser condenado a una cárcel especial para enfermos mentales. No obstante, esta atenuante finalmente fue rechazada.
Por su seguridad fue aislado del resto de la población penal, aunque el propio Jeffrey pidió tener mayor contacto con el resto de los reclusos en la cárcel. Finalmente, murió a manos de los propios internos, quienes tomaron venganza por sus propias manos.
Características de los asesinos en serie
Para que un sujeto sea calificado como “asesino en serie”, debe cumplir con ciertas características que lo definan como tal.
De acuerdo al Centro de Formación Estudio Criminal, se trata de personas que matan a tres o más personas, en lugares diferentes y existiendo un periodo de enfriamiento.
Esto último quiere decir que sus crímenes están separados en el tiempo, por un lapso en el que se produce un “enfriamiento emocional”.
“Lo más importante en esta clase de asesinos para poder incluirlos dentro de esta tipología, es ese periodo de enfriamiento existente entre los crímenes”, detalle el citado portal.
Cabe señalar que el periodo de enfriamiento es el tiempo en el cual el individuo no “necesita matar”. No obstante, es probable que experimente la necesidad de recrear su último crimen realizado.
“Para ello muchas veces el asesino en serie suele hacer uso de trofeos o souvenirs de sus víctimas, mediante los que recrea esos actos realizados”, complementa el Centro de Formación Estudio Criminal.
Durante muchos años los científicos han intentado responder la pregunta respecto a si los homicidas tienen cerebros diferentes al resto de las personas.
Según recoge la BBC en un artículo de 2015, la primera investigación con escaneo cerebral de asesinos fue llevado a cabo por el neurocientífico británico Adrian Raine en California.
Durante varios años el experto se dedicó a escanear los cerebros de diferentes asesinos, y descubrió que la mayoría presentaba cambios similares.
Raine descubrió que en ellos había actividad reducida en el córtex prefrontal, que es el área encargada de controlar los impulsos emocionales.
Además, observó una sobreactivación de la amígdala cerebral, zona en la cual se generan las emociones.
Tales resultados sugieren que los homicidas poseen cerebros que los hacen más proclives al enfado y la ira, mientras que -a su vez- tienen menos capacidad para controlar sus impulsos.