Mildred Fish era una profesora brillante. Creció en la ciudad de Milwaukee, en el estado de Wisconsin, un lugar caracterizado por la notable influencia alemana. Una que la conmovía profundamente, pues se dedicó a la enseñanza de la literatura, con énfasis en la poesía.
Aunque cabe resaltar que esta joven, además de tener una inquietud intelectual, también era una mujer que irradiaba vida, mencionaron quienes la conocieron en el campus de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos.
Justo en dicha casa de estudios, conoció a un economista alemán, Arvid Harnack, con quien se casó en 1926 y adoptó su apellido. Luego, se mudaron a Alemania tres años después.
A partir de ahí, mientras Mildred o Millie -como la llamaban sus amigos- estudiaba un doctorado y realizaba clases en la Universidad de Berlín, el régimen nazi de Adolf Hitler, iniciaba su meteórico ascenso al poder.
En paralelo, Mildred Harnack, que enseñaba inglés y tenía conciencia social, expuso el fascismo de las nuevas autoridades, una que la llevó a participar activamente en la resistencia contra el “Führer”.
De hecho, gracias a la profesora, se descubrieron 12 operaciones de sabotaje de inteligencia militar en contra de la Unión Soviética. Pero, ¿cuál fue la motivación para implicarse? Así lo explicó Mildred, a través de una carta dirigida a su madre. “Alemania atraviesa horas muy oscuras”, escribió. “Todos sienten la amenaza, pero muchos esconden la cabeza bajo la almohada”.
La Orquesta Roja
En 1933, mientras Hitler asumía como canciller, paulatinamente el proyecto de vida de Mildred comenzaba a desmoronarse.
Junto a Arvid, ambos querían dedicarse a la docencia, pero fue la inesperada victoria de los nazis el 30 de enero de aquel año, que provocó que sus vidas tomaran un impredecible giro.
A la par que el Partido Nacionalsocialista incitaba a la violencia, Millie fomentó la discusión a través de un grupo intelectual, llamado el Círculo, compuesto en su mayoría por estudiantes de la estadounidense, que en entonces, se preguntaban si Hitler debía ser el nuevo canciller.
En ciernes, la pareja lideró en la clandestinidad, la resistencia berlinesa, una que mediante diversos actos de sabotaje, intentó derrocar a Hitler.
El ardid, creado por el matrimonio, pronto sirvió para montar una red de espías, que la Gestapo -la policía secreta de la Alemania nazi- llamó “Orquesta Roja”.
En ese sentido, según consignó El Mundo, en 1935, Arvid, se afilió al Partido Nazi para encubrir sus actividades de espía, consiguiendo un trabajo en el Ministerio de Economía, para redactar informes que llegaban hasta el propio Hitler.
Avezados e inspirados, muy pronto, el grupo fue un dolor de cabeza constante para el mandamás nazi.
La resistencia contra el Tercer Reich
El grupo de los Harnack, que primero era una docena de personas, después creció en número. Así las cosas, a través de un método sencillo, la Orquesta Roja -llamada así porque los integrantes tenían nombres en clave de instrumentos musicales- reclutaba a nuevos miembros, cuando Mildred le prestaba un libro a un aspirante.
Por otra parte, para evadir la vigilancia de la Gestapo, varios de sus integrantes se hacía pasar por simpatizantes nazis. En el libro “La frecuente oscuridad de nuestros días”, escrito por Rebecca Donner, que es sobrina nieta de Mildred, describe que ella actuaba con cautela, incluso a veces le hablaba a la gente de forma ambigua, sostiene la escritora. “Eligiendo cuidadosamente sus palabras, esperando a saber qué piensan, qué sienten los demás”, indica en el libro de no ficción.
Además, entre las actividades que organizaron se encontraba la filtración de información proveniente Ministerio de Economía alemán, hacer inteligencia y distribuir panfletos para dar cuenta de los crímenes de guerra. Eso sí, en un primer momento, la policía secreta los confundió con una red internacional originada en la Unión Soviética, dado que el grupo se encargaba de usar radiotransmisores para difundir los planes de los militares nazis.

Según un documento desclasificado de la CIA, la organización era “ecléctica y eficaz”, puesto que estaba compuesta por más de 600 informantes, en el que hombres y mujeres pertenecientes de todas las clases sociales se hacían eco. Sumado a ello, el informe liberado por la Ley de Libertad de Información, asevera que “mujeres de toda Europa participaron en movimientos de resistencia y se volvieron especialmente hábiles en operaciones clandestinas. Poseían una gran habilidad para obtener y transmitir información sin llamar la atención de los funcionarios”.
Al respecto, el documento también aclara el verdadero papel realizado por Millie Harnack, en aquel tiempo: “Como enlace entre la Orquesta Roja y los agentes soviéticos, Mildred se convirtió en una maestra del espionaje para socavar el movimiento nazi. Además de imprimir y distribuir folletos, reclutó a combatientes de la resistencia nazi y utilizó su posición en una editorial de Berlín como tapadera para comunicarse con otros miembros de la resistencia”.
Igualmente, el documento desclasificado aborda que la profesora, se transformó en una especialista en obtener información de jerarcas nazis, en especial, del teniente Herbert Gollnow, un oficial de inteligencia militar alemán que la había buscado como tutora de inglés.
Sin embargo, pese a su ardua labor, los nazis finalmente capturaron a los Harnack.
La muerte de Mildred Harnack
En 1942, la Gestapo logra hallar a unas 120 personas de la red, luego de descifrar un código con el nombre de Mildred y Arvid. Por este motivo, el marido es ejecutado, mientras Mildred es condenada a pasar seis años de trabajos forzados, pero como Hitler quería predicar con el ejemplo, decidió que Mildred Harnack muriera en la guillotina.
No obstante, los últimos días de Mildred, fueron lamentables, testimonios de la época, revelan que parecía una mujer bastante mayor y que se encontraba severamente afectada por la tuberculosis.
Según Shareen Blair Brysac en su libro “Resistiendo a Hitler: Mildred Harnack y la Orquesta Roja”, la profesora vivió en una habitación pequeña y fría. Mientras que “una bombilla permanecía encendida toda la noche para que se pudiera observar a la única prisionera”.
A lo que continúa: “Mientras esperaba la ejecución de la sentencia de muerte, Mildred Harnack se dedicó a tomar café de maíz, leer y traducir algunos versos de Goethe al inglés”.
Con una letra finísima, escribió en los márgenes de su copia de los poemas de Goethe su versión de “Vermächtnis” (legado en alemán):
“Ningún ser puede caer en la nada,
La eternidad vive en todos,
Sosténte en la alegría con la vida,
La vida es eterna, hay leyes,
Para conservar la causa de los tesoros vivos,
Con lo que están llenos los mundos”.
A las 18:57 hrs del martes 16 de febrero de 1943, Mildred Harnack fue decapitada, muriendo a los 40 años.
Sus últimas palabras fueron: “Yo también amaba mucho a Alemania”. El 1 de diciembre de 1947, The New York Times publicó una noticia titulada “Hitler decapitó a una mujer estadounidense como represalia personal en 1943”.
Más abajo, en el párrafo del diario neoyorquino, se lee: “Con un conocimiento exhaustivo del movimiento de resistencia clandestino alemán, Mildred Harnack resistió valerosamente las torturas de la Gestapo sin revelar nada”, cierra la nota.