La mansión que perteneció a Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Adolf Hitler, se ha convertido en un problema para Berlín. La capital alemana ha declarado que está dispuesta a regalarla debido a los altos costos de mantenimiento y la falta de interés en conservarla.
La mansión, ubicada en el municipio de Wandlitz, a unos 40 kilómetros de Berlín, fue un regalo para Goebbels en 1936, quien la construyó con financiamiento del estudio cinematográfico Universum Film AG (UFA).
La finca incluía una sala de cine privada y amplias estancias con vistas al lago de Bogensee, donde el ministro recibía a estrellas de cine, personalidades y amantes.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la mansión fue utilizada como hospital militar por los aliados. En los años cincuenta, el terreno se transformó en un centro de formación de la Juventud Libre Alemana, una organización juvenil del partido comunista de Alemania Oriental, y la villa se convirtió en un supermercado y guardería para los estudiantes.
Sin embargo, desde el año 2000, la propiedad ha estado desocupada y en mal estado.
Mansión Joseph Goebbels
Los costes anuales de seguridad y mantenimiento de la mansión ascienden a millones de euros, según medios alemanes. La falta de un comprador o de una subvención ha llevado a Berlín a considerar su demolición y renovación de los terrenos, aunque esto requeriría que se retire el estatus de monumento histórico de los edificios.
En 2016, el Fondo Inmobiliario de Berlín renunció a vender la mansión, ya en un estado muy deteriorado, “por miedo a que cayera en malas manos y se convirtiera en un lugar de peregrinación para los nazis”.
Durante un debate en la Cámara de Diputados de Berlín, el responsable de finanzas, Stefan Evers, ofreció la mansión como regalo. “A quien quiera hacerse con el sitio, lo ofrezco como regalo del Estado federado de Berlín”, declaró Evers.
Sin embargo, ni el municipio de Wandlitz, ni el estado de Brandeburgo, ni el gobierno federal alemán han mostrado interés en aceptar la oferta.
Evers señaló que la capital no abandonará “consideraciones conceptuales útiles” que hagan justicia a la compleja importancia histórica de la zona, pero advirtió que, si no se encuentra una solución, Berlín no tendrá otra opción que proceder con la demolición.