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En una oscura madrugada en el barrio de Whitechapel, Londres, nació la leyenda de Jack el Destripador el 31 de agosto de 1888, cuando Charles Allen Cross descubrió el cuerpo de Mary Ann Nichols. La víctima, de 43 años, fue hallada degollada y mutilada, marcando el inicio de una serie de asesinatos que aterrorizaron la ciudad. A pesar de los esfuerzos de la policía, el caso nunca se resolvió, dejando a Jack el Destripador como uno de los criminales más famosos de la historia.

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Un día cómo hoy, en 1888, Jack el Destripador asesinó por primera vez.

Era una madrugada cualquiera en el barrio de Whitechapel, con la niebla inundando las estrechas calles londinenses y los adoquines húmedos reflejaban la pálida luz de los faroles, cuando la leyenda de Jack el Destripador nació.

Fue a las 3:40 horas del 31 de agosto de 1888 que Charles Allen Cross, un carretero que se dirigía a su trabajo, quien vio el cadáver de Mary Ann Nichols por primera vez en Buck’s Row (actualmente Calle Durward), junto a la entrada de un establo.

O, al menos, fue el primero en sospechar algo en esa angosta avenida, que tenía un almacén a un lado y casas de campo al otro.

Hoy, es considerado uno de los principales sospechosos de ser el ‘Mandil de Cuero’, como se conoció al icónico asesino, pero en ese entonces este fue el relato.

“Al principio, en la oscuridad, no pude distinguir lo que era. Me pareció una sábana de lona, pero al salir a la carretera vi que era el cuerpo de una mujer”.

La víctima tenía el cabello castaño grisáceo y ojos marrón, vestía ropa de trabajo, portaba un pañuelo blanco, un peine y un trozo de espejo roto. Estaba recostada de espaldas, con los ojos abiertos hacia el cielo, las piernas estiradas, y la falda levantada hasta las rodillas.

Su mano izquierda tocaba levemente el portón del establo, como si en sus últimos momentos hubiera intentado aferrarse a algo.

Mientras observaba el cuerpo, otro carretero, Robert Paul, se acercó y lo vio parado en el camino. Cross lo llamó y juntos se acercaron para examinarlo.

Cross entonces tocó el rostro de la mujer; aún estaba tibio, pero sus manos ya se habían enfriado. Ya estaba muerta, pensó.

Bajaron la falda de la mujer para cubrir el resto de su cuerpo, y fueron por un policía.

El primero a quien encontraron fue al oficial Jonas Mizen, en la esquina de Hanbury Street con Baker’s Row. “Parece estar muerta o borracha, pero yo creo que está muerta”, le dijo Cross, tras lo cual los carreteros siguieron su camino hacia sus respectivos trabajos.

El uniformado, por su parte, inició la investigación que, hasta hoy, no ha concluido.

Los ojos del forense

La autopsia arrojó que la mujer llevaba muerta 30 minutos, degollada, con su vagina apuñalada dos veces, y su abdomen mutilado, con lo que eventualmente se conoció como la “firma” del “destripador”.

“Las heridas deben haber sido infligidas con un cuchillo de hoja fuerte, moderadamente afilado, y utilizado con gran violencia”, concluyó el Dr. Llewellyn, detallando que las estocadas fueron ejecutadas desde arriba hacia abajo.

Según las observaciones del forense, el culpable tenía cierto conocimiento anatómico debido a la forma en que acertó a los órganos de la víctima.

En su opinión, “Jack” la atrapó por la espalda, la degolló, y todas las demás heridas las hizo una vez ella ya estaba muera.

Su pista para determinar, constata el sitio especializado Casebook -que también recupera extractos de periódicos de la época-, eso fue la poca cantidad de sangre derramada: “Más o menos suficiente para llenar dos copas de vino grandes”.

Mary Ann, de 43 años, se convirtió en la primera de las 5 víctimas “canónicas” (reconocidas oficialmente) de Jack el Destripador, precediendo a Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Kelly. Otras seis mujeres, se sospecha, pudieron haber muerto también en sus manos, según recuerda The Crown Chronicles.

La última muerte sospechosa ocurrió el 13 de febrero de 1891, y un año después el caso se dio por cerrado, sin culpables atrapados.