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El reconocido autor del libro de matemáticas "Álgebra", Aurelio Ángel Baldor, fue un dedicado docente cubano cuyo amor por la enseñanza de los números lo llevó a escribir esta obra en 1941. A pesar de ser un referente educativo clave con casi 6 mil ejercicios, Baldor sufrió la persecución política de los hermanos Castro, lo que lo llevó al exilio en 1960 y a no poder capitalizar las ganancias de su obra. Con una vida sencilla y una pasión por la educación, Baldor dejó un legado que sigue siendo fundamental en la enseñanza del álgebra, a pesar de la complejidad de sus ejercicios. Su historia refleja la lucha de muchos hombres injustamente afectados por el contexto político de sus países.

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El autor del libro "Álgebra", Aurelio Ángel Baldor, fue un profesor que vivió para sus alumnos durante toda su vida, sin embargo, tras la Revolución cubana tuvo que exiliarse en Estados Unidos.

El mundo sabe de muchas historias de injusticias, de hombres que quisieron aportar algo a la vida de los demás, pero que el contexto político de sus países, los llevaron por caminos con menos suerte. Esto, precisamente le ocurrió al autor del libro Álgebra de Baldor.

Aurelio Ángel Baldor era un hombre con dedicación exclusiva a las matemáticas. Era un docente por vocación, cuyo profundo amor a la enseñanza de los números, lo impulsó a escribir de su puño y letra el libro Álgebra.

Este material de estudio que ha acompañado a varias generaciones desde 1941, se transformó en un recurso educativo clave que influyó en la enseñanza y el aprendizaje del álgebra durante décadas. Este famoso libro que tiene 39 capítulos y casi 6 mil ejercicios, con el paso a paso para resolverlos, sigue siendo un material invaluable para los profesores.

Nacido en Cuba, el creador de “el Baldor”, sufrió la persecución política de los hermanos Castro que significó su exilio de la isla en 1960, un dolor que dicen quienes lo conocieron, no logró superar.

Hasta el final de su vida, este docente tampoco pudo capitalizar las ganancias de su obra, tras ser perseguido por las autoridades de la época. A continuación te contamos su historia.

El gigante amigable

Baldor no era para nada el árabe de la portada de Álgebra, que una gran parte de personas conocieron en sus primeros años de escolaridad.

Este cubano, que nació en La Habana el 22 de octubre de 1906, medía un metro noventa y cinco de altura. Varios testimonios recogen que era un pedagogo consumado debido a que demostraba pasión por la educación.

Asimismo su nombre es recordado en Cuba y en Latinoamérica por fundar el Colegio Academia Baldor, una institución que funcionaba en dos casonas arrendadas a una familia adinerada.

Aurelio Ángel Baldor

En un reportaje de Revista Soho, que reproduce el diario venezolano El Nacional, se cuenta que Aurelio Baldor era un apasionado por las matemáticas, a la vez que era un profesor bastante estricto con sus alumnos.

Hortensia Alzugaray, que fue una antigua estudiante del colegio, contó que era un gran orador. “Lindo, lindo. Podía hablar hora y media y nadie se aburría, porque los discursos de él te llegaban al alma”, replicó El Nacional.

Durante sus años como director, era bastante cercano con sus estudiantes, además de tener una personalidad retraída, donde sus únicas aficiones era el béisbol y el boxeo.

Por otra parte, era un bebedor de café y un fumador empedernido, una costumbre que le ocasionó un enfisema pulmonar que le costó la vida.

Un rasgo desconocido que rescata su hijo Aurelio Junior en el reportaje de Soho, era que su padre tenía una vida sencilla. “No es fácil de entender, pero realmente la vida de mi padre se reducía a estar en casa, ir al trabajo, practicar teoremas y dedicarse a su familia”, contó a la revista colombiana.

El inicio y el fin del Colegio Baldor

Después que el proyecto educativo se pusiera en marcha, en 1941, el colegio abrió un centro de enseñanza primaria y otro centro técnico-superior en pleno corazón de La Habana.

Sarah María Sanguily, quien egresó en 1950, mencionó a Soho su experiencia en el colegio fundado por Baldor. “Se estudiaba desde las ocho de la mañana hasta el mediodía, se almorzaba y de ahí hasta las cuatro de la tarde. Luego seguían los estudiantes que entraban por la tarde. Era una alegría tan grande estar ahí, había una unidad entre nosotros que el que salía quería regresar, queríamos mucho a nuestros profesores”.

Al-Juarismi

En vista que eran tiempos convulsos y la rueda de la Revolución cubana exigía reclutar nuevos intelectuales que sostuvieran el proyecto, un día Fidel Castro se apersonó en el recinto educacional dirigido por Baldor.

Esta acción provocó que Aurelio abandonara Cuba, porque la libertad de enseñanza estaba comprometida, ya que miles de colegios fueron intervenidos.

A juicio del doctor en matemáticas, Javier Elizondo, esta acción marcó un precedente. “A la educación en Cuba, claro, se le quitó la privacidad. El Estado ya había empezado a poner los temarios, los libros y todo. Y creo que él (Baldor) no podía aceptar eso, como muchos otros. Salieron artistas, salieron científicos en ese momento, y lo natural era irse a Estados Unidos”, afirmó al medio mexicano El Norte.

Según narró Daniel Baldor, otro de los hijos del profesor, a la revista colombiana Diners, hubo otro episodio con el régimen castrista.

Recordó en aquella oportunidad que un contingente fue enviado a la casa para arrestar a su padre en septiembre de 1959, pero que Camilo Cienfuegos —tercero después de Castro y el Che Guevara— impidió el arresto.

Pero luego que Fidel Castro intentara reclutarlo, Baldor vendió los derechos de sus libros, Aritmética y Álgebra, a la editorial mexicana Publicaciones Culturales, con el fin de tener dinero para partir al exilio junto a su esposa y sus siete hijos.

El exilio en Estados Unidos

De acuerdo con una nota de Muy Interesante, el profesor vivió en Brooklyn y dio clases en el St. Peter’s College de Nueva Jersey, aunque su vida nunca fue la misma.

En palabras de Daniel, su padre echó de menos su país y en especial el colegio que ayudó a educar a miles de cubanos. “El exilio le supo a jugo de piña verde. Mi padre se murió con la esperanza de volver”, agregó su hijo, consignó el medio electrónico.

Siendo un hombre de rutina, se levantaba todos los días a la cinco de la mañana para preparar sus clases, todo esto dicen sus familiares, “acabó con su espíritu”, relató Aurelio Junior a Soho.

No obstante, según recordaron los familiares, su padre ni su grupo cercano recibió pagos por las ediciones posteriores.

Apenas fue zanjado su destino en el extranjero, el régimen reeditó sus libros sin su nombre y la portada original, consignó Señal Colombia.

Finalmente, Aurelio Baldor murió el 3 de abril de 1978, exiliado en Miami. La placa donde yacen sus restos, señala “No te olvidamos, tu esposa e hijos”.

El legado de “Álgebra” de Baldor

Actualmente, su obra es editada por el Grupo Editorial Patria, una entidad que lanzó, en 2017, una tercera edición del libro, modernizando la portada protagonizada por el célebre Al-Juarismi.

Este matemático persa, que fue una fuente de inspiración durante la carrera del docente cubano, es recordado junto al apellido Baldor por su contribución a “usar solo diez símbolos -los dígitos del 1 al 9 más un símbolo 0- para representar todos los números desde uno hasta el infinito”, reseña BBC Mundo.

Aurelio Baldor

Así las cosas, este legado que sigue acompañando desde hace 83 años, representa una verdadera ayuda para los estudiantes de educación media y superior. Según Yanina Leiva, profesora de matemáticas y académica de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, este manual se caracteriza por tener como “base fundamental el álgebra, como la operatoria, las ecuaciones e inecuaciones, el manejo de teoría de polinomios, operatoria con fracciones, todo lo anterior aplicado a problemas contextualizados”, comentó a BioBioChile.

Por otra parte, la docente explica que la “mala fama” del Baldor se debe a la extensa cantidad de ejercicios, muchos de ellos complejos. “Para muchos alumnos podría ser algo abrumador, siendo esto el gran fantasma de este libro”, explicó a la presente redacción.

“Yo en mis años de enseñanza media, me encantaba trabajar con este libro, pero no era algo común entre mis compañeros”, complementó.

“¿Es recomendable? Creo que sí. ¿Hay otros? Por supuesto”, cerró.