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Ser crítico de restaurantes puede parecer un sueño, pero la realidad es muy distinta, según Lisa Markwell, ex crítica gastronómica. En un artículo para The Telegraph, Markwell expone los desafíos, como la presión por probar platos que no le gustan, la falta de disfrute en las comidas y la competencia por reseñar rápido. Incluso Pete Wells, crítico de The New York Times, citó efectos negativos en su salud por consumir comidas ricas en grasa, sal y azúcar. La dieta desequilibrada, la soledad en las cenas y la intensa competencia son solo algunos de los aspectos negativos de esta profesión.

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Ser crítico de restaurantes puede parecer un sueño hecho realidad, pero la realidad detrás de esta profesión es muy diferente. Lisa Markwell, quien trabajó como crítica de restaurantes durante ocho años, compartió su experiencia a The Telegraph y se refirió a los desafíos que enfrenta en este oficio en un artículo titulado «Comer cerebros y convertirse en un paria social: la vida infernal de un crítico gastronómico».

Lo cierto es que, aunque muchos anhelan ser críticos de restaurantes, la realidad dista mucho de ser glamorosa. Recientemente, Pete Wells, conocido crítico de The New York Times, dejó su puesto después de 12 años, citando los efectos negativos en su salud tras consumir alimentos ricos en grasa, sal y azúcar. Esto solo es uno de los muchos desafíos que enfrentan los críticos gastronómicos.

“Tendrás que comerte los sesos, maldita sea”

Probar los platos “estrella” del chef, aunque no sean del gusto del crítico, es parte del trabajo. Incluso después de dejar la profesión, Markwell recibía platos especiales como “regalo” de los chefs, como un curry de caracoles que nunca pidió.

“Que te digan que ‘El plato estrella del chef son los sesos de cordero’, significa que tendrás que comerte los sesos, maldita sea. O habrás oído que ‘el verdadero talento de la cocina es el pastelero’, lo que significa que tendrás que devorar un dulce de seis pisos cuando lo que realmente querías era un solo espresso y la cuenta”, recordó Markwell.

Al principio, los menús de degustación pueden ser emocionantes, pero después de varios años, la novedad desaparece. En lugar de platos extravagantes, lo que Markwell anhelaba es una comida sencilla como pescado con papas fritas.

Desventajas de ser un crítico gastronómico
Lisa Markwell, The Telegraph

Es un trabajo, no un placer

Los amigos de Markwell a menudo se sienten intimidados para invitarla a cenar, asumiendo que estaría acostumbrada a la alta cocina. Sin embargo, después de probar tantas comidas gourmet, lo que ella realmente quería era una comida casera y sencilla.

“Nadie quiere acompañarte”, relató además la crítica, quien contó que esto ocurre porque, la mayoría del tiempo, los acompañantes son absolutamente ignorados por el personal, y no suele haber mucho tiempo para disfrutar de la velada.

“Mi marido dijo una vez que podía identificar el papel pintado de todos los restaurantes de Londres, después de años de sentarse de espaldas a la acción, mientras yo observaba a la clientela, al personal y al ambiente”.

Además, “nadie puede creer que dejes medio plato de hígado de ternera o de tarta de queso vasca porque solo querías lo suficiente para escribir sobre ello: para ti es un trabajo, no un placer”.

Ser crítico gastronómico
Lisa Markwell, The Telegraph

Intensa competencia y una dieta peligrosa

La competencia entre críticos para ser los primeros en reseñar un nuevo restaurante puede ser intensa. Markwell recuerda la presión de tener que escribir críticas rápidamente, a menudo con el desagradable olor a pintura fresca en el aire y el personal nervioso tratando de hacer su trabajo.

Lo cierto es que los críticos de restaurantes a menudo reciben una atención excesiva por parte del personal del restaurante, lo que puede resultar molesto. Aunque una charla rápida con el chef o el sommelier es bienvenida, las interrupciones constantes no lo son.

“El trabajo de un crítico de restaurantes consiste, básicamente, en decir a la gente dónde cenar. Quieren saber si la comida es deliciosa, si tiene una buena relación calidad-precio, cómo es el ambiente. No les importa si los hornos están hechos a medida o si la alfombra está diseñada para parecerse a un suelo de parqué del siglo XVIII”, sostiene la crítica gastronómica.

Por último, la dieta de un crítico de restaurantes puede tener efectos negativos a largo plazo. Comer fuera con frecuencia, combinado con la presión de escribir críticas y las tentaciones de las bebidas alcohólicas gratuitas, puede llevar a problemas de salud.

Markwell menciona que nunca pudo perder el peso ganado durante sus años como crítica y que incluso empezó a rechazar el Champagne gratuito para evitar caer en el exceso.