El 6 de junio de 1944, las playas de Normandía fueron testigos de una de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial.
Las tranquilas playas de Normandía en Francia se convirtieron en un campo de batalla crucial cuando fuerzas aliadas intentaron abrir un nuevo frente en Europa.
Británicos, estadounidenses, canadienses y australianos se enfrentaron al Ejército Alemán en un intento por avanzar, mientras los alemanes se defendían ferozmente.
Entre los defensores alemanes estaba Heinrich Severloh, un joven de apenas 20 años que se encontraba en el sector Easy Red. Apodado la “Bestia de Omaha”, Severloh se convertiría en uno de los soldados más letales de la Segunda Guerra Mundial.
La Bestia de Omaha, el hombre detrás de la MG 42
A las 5 de la mañana comenzó el desembarco de la primera oleada de soldados estadounidenses. Severloh, desde una ladera, disparó su ametralladora MG 42 durante 9 horas, lanzando alrededor de 12 mil cartuchos. Se estima que ese día mató a cerca de dos mil soldados americanos, según datos estadounidenses y un documental del History Channel.
El nombre “La Bestia de Omaha Beach” proviene del nombre en clave que los estadounidenses dieron a ese sector de la playa, el cual fue uno de los más difíciles de conquistar para las fuerzas aliadas.
Un soldado común
Nacido el 23 de junio de 1923 en Metzingen, Alemania, Severloh llevó una vida normal hasta que decidió realizar el servicio militar en 1942. Sin mayor entrenamiento, fue asignado a varias divisiones y frentes, enfrentándose finalmente en Normandía en 1944.
Durante su servicio en el frente del Este (Unión Soviética), Severloh fue castigado severamente por expresar opiniones críticas, con castigos tan severos que terminó internado en un hospital militar.
Luego, inició un entrenamiento para formarse como oficial subalterno en Braunschweig. En junio de 1944, fue destinado a Francia, específicamente la 352ª División de Infantería en Normandía, donde viviría su primera gran batalla.
La pesadilla de la Bestia de Omaha
En una entrevista con el canal francés INA, Severloh habló sobre sus sentimientos durante la batalla: “Y yo no quería estar en esta guerra. Yo no quería estar en Francia. Yo no quería disparar una ametralladora contra jóvenes de mi edad. Pero allí estábamos, debía servir en una guerra que ya se había perdido y obedecer las órdenes de mi teniente”, recordó.
Severloh describió cómo disparó durante horas mientras veía caer a sus compañeros. “Recuerdo el primero en morir, el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho, pero el disparo fue alto y le dio en la frente. Vi su casco de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto, aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba”, confesó.
Finalmente, Severloh y los pocos soldados restantes tuvieron que huir. Severloh fue capturado por soldados estadounidense, quienes le apodaron la “Bestia de Omaha” e hicieron prisionero viviendo en pésimas condiciones.
Pasó varios años en cautiverio, trabajando en campos de algodón en Estados Unidos y en la construcción de carreteras en Inglaterra. Pudo regresar a Alemania en 1947, luego de una petición de su padre y nunca habló de su experiencia, salvo una vez, cuando se lo contó a su esposa.
El perdón al final
El libro “The Longest Day”, escrito por el escritor irlandés Cornelius Ryan, relata todo lo que se vivió aquella mañana en Ohama Beach, una de las fuentes en las que se basó este autor fue el relato de un sacerdote norteamericano llamado David Silva.
Aquel 6 de Junio de 1944, Silva tenía apenas 20 años y fue uno de los soldados que tenía la misión de traspasar el nido de balas para llegar a tierra. Si bien sobrevivió al combate, fue herido en tres ocasiones (se estima que por Severloh).
En la década de 1990, Heinrich Severloh conoció al sacerdote David Silva, un exsoldado estadounidense al que probablemente disparó en Normandía. Los dos se hicieron amigos y asistieron juntos a la conmemoración del Desembarco de Normandía en 2005.
Silva le otorgó el perdón que Severloh, aunque el exsoldado alemán nunca se atrevió a pedir perdón por sus actos.
En un documental de History Channel, ambos se abrazaron en señal de paz en la playa de Normandía.
Finalmente, Heinrich Severloh murió en 2006, en un asilo de ancianos cerca de Celle, a los 83 años.