¿Cómo pudieron los primeros habitantes de Rapa Nui mover a estos colosos de piedra?.
Por mucho tiempo los moais, las figuras de piedra de Rapa Nui, han provocado fascinación. Ya que estas esculturas hechas a partir de roca volcánica, siguen capturando la atención de los investigadores que intentan descifrar sus secretos de 900 años.
Actualmente, hay cerca de 887 moai en Rapa Nui. Pero de todos los análisis, lo que atrae la atención de los investigadores, es el mecanismo usado por los isleños para transportarlas.
En tanto, hoy se sabe que las cabezas que llegan a medir entre los 3 y 9 metros de altura, eran llevados por un mecanismo rudimentario pero efectivo, hasta su última ubicación al interior y la costa de la isla.
Hay que considerar que estas piezas de 88 toneladas, eran talladas en el cráter del volcán Rano Raraku, al este de Rapa Nui y dejadas a 20 kilometros de distancia, hasta el otro extremo del territorio.
Pero entonces, ¿cómo llevaban las figuras en una sociedad que no había inventado la rueda?. Cabe mencionar que conocer sobre los levantamientos de los moais, es un misterio que se remonta hacia el año 1.000, lo que resulta una tarea casi imposible de averiguar.
Algo que cambió en el último tiempo, porque los investigadores entregaron una hipótesis: los moais “caminaban” por toda la isla.
Los moais caminantes de Rapa Nui
Según explica el sitio Memoria Chilena, la construcción de altares dedicada a los antepasados, cumplía una función vital, pues era el reflejo del poder y cohesión interna de cada clan, en una sociedad altamente estratificada.
De hecho, los colosos eran erigidos en honor a los jefes fundadores de los linajes, que eran tallados en toba volcánica (una roca ígnea porosa) perteneciente a la cantera del volcán Rano Raraku.
Hay quienes sostienen que su transporte, era mediante el uso de varios troncos, para hacerlas rodar por el terreno.
Aunque esta teoría ha sido desechada por otra más ingeniosa, que demuestra la creatividad de los antiguos rapanui. Y la clave, reside en un balanceo que permitía que el gigante caminara, ayudados por una multitud que arrastraba a los colosos hacia los pedestales de piedra (los ahu, en rapanui). Al igual como uno mueve un refrigerador.
Recordemos que los colosos eran construidos en la cantera volcánica, para ser transportados a los pedestales de piedra, el lugar sagrado elegido para cuidar a las futuras generaciones.
De acuerdo con Carl Lipo, un reconocido arqueólogo de la Universidad Estatal de California, las estatuas eran modeladas según “nuestra propia forma de caminar”, es decir, en la parte donde estaban “los pies” las figuras tienen una superficie redondeada que les permite caminar, afirmó a BBC Mundo.
Según el especialista, para probar la teoría, elaboraron una copia de un moai.
“Es una réplica exacta de un moai botado en un camino de Isla de Pascua, que muestra que la forma de la estatua es la clave de su movimiento. Fueron talladas para caminar”, comentó Lipo al diario La Tercera, en una nota de la época.
Una teoría comprobada sobre “los caminantes”
Pero lejos de quedarse con la teoría, los arqueólogos Terry Hunt de la Universidad de Hawai y el mismo Lipo en el año 2012, llevaron a cabo un experimento. Juntos elaboraron una réplica de tres metros de altura de un moai y cinco toneladas de peso.
Si bien la copia era mucho más liviana, la prueba buscaba demostrar que era posible mover un moai. Y así lo hicieron, con un sistema de cuerdas y 18 personas.
Pero los intentos de hacerlos caminar, comenzaron en el año 1986, con el ingeniero checo Paul Pavel Pavel, que avalaba que el método ocupado por los habitantes eran los rodillos hechos de troncos. Así contó parte de sus pesquisas a Radio Prague: “Afortunadamente, soy técnico y pude calcular la fuerza necesaria para aplicar este método a las estatuas y resultó que era 10 veces más fácil que tirar de ellas sobre troncos. Así que hice mi propia copia de la estatua de cemento, invité a unos amigos y transportamos esta pesada estatua Moái de 12 toneladas en posición vertical. Tuvimos éxito. Nadie murió. No destruimos la estatua”.
La clave era que cada moai tiene un centro gravitatorio gracias a su base y al tamaño de su cabeza. “Por supuesto, es posible mover estatuas deslizándolas sobre troncos, es una forma común de transportar objetos. La pregunta es: ¿los rapanui usaron este método? Sí, lo usaron, pero hace 200 o 100 años, cuando transportaron una estatua de Rano Kau a un barco británico, que luego la transportó a Reino Unido”, afirmó a Radio Prague.
No obstante, Pavel Pavel también probó con la técnica del refrigerador para hacerlos “caminar”. Tal como lo hizo la gente de Hunt y Lipo, el ingeniero pudo aportar con datos sobre la caminata de los moais.
Los guardianes de la isla
Entre los rapanui, pese al esfuerzo de los especialistas foráneos de revelar cómo caminaban los moais, existe una certeza milenaria que ha recorrido de boca en boca, puesto que para ellos, los moais fueron capaces de caminar por sí solos.
Jean Pakarati, directora consejera de la comunidad indígena de Ma’u Henua, sostuvo a AP News que esta faceta espiritual los diferencia de los continentales (como son llamados los chilenos que viven en el territorio nacional), “la importancia de lo que ves aquí es que es parte de nuestra vida. Por eso es tan importante todo lo que vaya a afectar a la arqueología, como la llaman ustedes, pero para nosotros es parte de nosotros”.
“En la isla cada una de las piedras tiene un nombre. Tú vas por la costa, con un adulto mayor, y cada una de las rocas tiene un nombre, tiene su importancia”, afirmó Pakarati al medio.
Es que por mucho tiempo, la particular ubicación de los moais llamó la atención, puesto que ellos desde su ahu, observan a sus hijos al interior de la isla, para cuidarlos más allá del mar.