Un error de principiante, por parte de un jefe de mantenimiento, desató el pánico en un vuelo, cuyo piloto pagó las consecuencias.
Tim Lancaster no es un nombre común en la web. Se trata de uno que pasó a la historia, tras el suceso que marcó su vida para siempre. En los buscadores figura como el piloto de avión succionado en pleno vuelo, tras una emergencia de enormes características.
Se supone que la jornada en cuestión, hace más de 32 años, sería de las más normales, según la tripulación de uno de los vuelos de British Airways. Qué equivocados estaban.
Los pasajeros también forman parte de este episodio que también marcó la historia de la aviación comercial. Pocas veces, un error humano se constituye como uno de los más grandes peligros para cientos de personas, incluidos los responsables de llevar a destino una aeronave.
Desde entonces, las medidas de seguridad crecen como la preferencia de viajeros por los pasaros de acero, a la hora de recorrer grandes o cortas distancias.
Es primordial, de hecho, cuando la vida de estos, depende del piloto y copiloto de este medio de transporte. En este caso, la vida de uno de ellos pendió de un hilo, en un abrir y cerrar de ojos.
Los minutos previos a una tragedia en el aire
Entre los medios internacionales que han contado semejante incidente en el aire, figura la cadena pública británica BBC.
De hecho, este medio europeo, calificó la historia como sorprendente y, a decir verdad, se quedó corto con su adjetivo.
Era el 10 de junio de 1990, un día elegido para volar, por 81 pasajeros que subieron al vuelo BA5390 de British Airways. Lo hicieron desde la británica Birmingham, directo a Málaga, España. Tendría una duración de 3 horas.
Hasta el momento del abordaje y posterior despegue de la aeronave, todo transcurrió con normalidad. Como suele ocurrir, los viajeros cumplieron con las disposiciones aeronáuticas camino al destino español.
En la cabina de mando, el piloto Tim Lancaster, en compañía de Alaister Atchinson. La tripulación ya ofrecía a los pasajeros el servicio de comida a bordo.
Ambos responsables de pilotear la aeronave, conversaban mientras esta alcanzaba la denominada velocidad de crucero, que sitios como oneair.es describen en unos 860 km/h o 14 kilómetros por minuto.
Fue entonces que, a casi 15 minutos del despegue, un fuerte golpe que se escuchó en la cabina, cambiaría el curso de la jornada, del avión y de la misma vida de Lancaster y su compañero Atchinson.
Piloto de avión succionado en cuestión de segundos
Nigel Ogden, era parte de la tripulación que también atiende a los pilotos en sus requerimientos mientras comandan los aviones.
Hacía unos minutos que ofrecía a Lancaster y Atchinson una bebida caliente. Cuando escuchó el ruido de grandes proporciones, pensó que se trató de un explosión en la cabina.
“La descompresión explosiva hizo que toda la cabina se empañara como niebla por un segundo, luego el avión comenzó a caer en picada”, fueron las palabras del trabajador de British Airways, consignadas tiempo después por el medio The Sydney Morning Herald.
Cuando pudo acercarse, vio lo inimaginable: el piloto del avión yacía con el cuerpo afuera del avión cayendo casi de punta, su copiloto lo sostenía de sus extremidades inferiores para que no fuese totalmente succionado por uno de los parabrisas de la aeronave.
“Todo lo que podía ver eran sus piernas. Salté por encima de la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo (…) Todo estaba siendo succionado fuera del avión. Incluso una botella de oxígeno que había sido atornillada salió volando y casi me arranca la cabeza”, relató Ogden.
Tanto Atchinson como Ogden hacían intentos desesperados por no soltar al capitán. Simon Rogers y John Heward, también miembros de la tripulación, ingresaron a la cabina atestiguando el dantesco momento.
“Mis brazos se estaban debilitando y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas”, aseguró Nigel Ogden, luego que Tim Lancaster se aferrara a la vida-literalmente-pese al terror del momento.
“Su cara golpeaba contra la ventana y le salía sangre por la nariz y un lado de la cabeza, sus brazos se agitaban. Lo más aterrador era que sus ojos estaban muy abiertos. Nunca olvidaré eso”, consignó este miembro de la tripulación, que con su ayuda, permitió al copiloto toman el mando y comandar el aterrizaje de emergencia.
¿Por qué se desprendió uno de los parabrisas del vuelo de British Airways?
Algunos pasajeros supieron lo que estaba pasando. El pánico en la cabina podía sentirse en los pasillos del enorme avión azotado, junto a su piloto succionado casi por completo, a unos 630 kilómetros por hora.
“Pude ver un cuerpo colgando de la ventana”, comentó una pasajera, quien junto a otros en sus asientos temieron lo peor, a raíz de lo que sucedía en la cabina”.
“Una azafata que estaba parada cerca de nosotros, en la parte trasera del avión, comenzó a llorar. Pensé que nos íbamos a estrellar y comencé a rezar”, agregó otro pasajero a Press Association.
¿Cómo pudo ocurrir que un parabrisas se desprendiera en pleno vuelo? Todo tiene que ver con error humano en tierra, ya que un jefe de mantenimiento colocó unos tornillos de tamaño inferior en el parabrisas, lo que hizo que saliera volando.
En el informe aeronáutico que dio explicaciones de la situación, se destacó, entre otros puntos, que la capacidad del responsable en tierra “fue erosionada por su atención inadecuada, insatisfactorias prácticas laborales, el incumplimiento de las normas de la empresa y el uso de equipos inadecuados”.
British Airways dejó implícito un mea culpa, asegurando que “no había detectado la existencia de los estándares inadecuados utilizados por el jefe de mantenimiento de turno porque no monitoreaba directamente las prácticas laborales de los jefes de mantenimiento”.
El piloto de avión succionado que vivió para contar su odisea
La historia es impactante de principio a fin. En un inicio por sus características y en el desenlace, porque Tim Lancaster vivió para contarla, pese a que sus compañeros de tripulación creyeron lo contrario, antes que el vuelo BA5390 aterrizara cerca de las 8:00 de la mañana con los pasajeros y los tripulantes en estado de shock, pero a salvo, en el Aeropuerto de Southampton (Reino Unido).
Rogers, uno de los tripulantes que ayudó por momentos, a sujetar las piernas del piloto, lo dio por muerto, mientras ayudaba a sostenerlo con todas sus fuerzas posibles.
Lancaster estaba vivo, pero sumamente aturdido por los golpes que recibió contra el avión. Sujetarse de esa forma a la vida, lo llevó a relatar su odisea en un programa especial.
“Recuerdo que vi el parabrisas saliendo hacia afuera de la aeronave y luego desapareció como una bala en la distancia. Estaba consciente de haber salido hacia arriba. Todo se volvió surreal”, dijo a la producción canadiense denominada Mayday, frase que se constituye como una señal de socorro desde las cabinas de vuelo.
“Me acuerdo de estar afuera del avión, pero eso no me molestó tanto. Lo que más recuerdo es que no podía respirar porque la corriente de aire no me dejaba. Me di vuelta y pude respirar”.
Sin duda, la adrenalina del momento lo puso al límite, en todos los sentidos. No obstante, hubo momentos que su memoria clasificó para el olvido, por obvias razones.
“Me acuerdo que vi la cola del avión, el motor, y luego no me acuerdo de nada más. Mi memoria se detuvo en ese momento”, aseguró Lancaster.
En la cama del hospital donde se recuperó meses antes de su tribulación, yacen inmortalizados en una fotografía el piloto y sus compañeros de trabajo, quienes no soltaron en ningún momento, ni sus piernas, ni la esperanza de vida dentro del vuelo de British Airways.