Tenía la edad de un niño, pero la mente de un gobernante. Pakal edificó los cimientos de una civilización que instaló en la memoria de la humanidad. Sobre todo, con el descubrimiento de su tumba, que estuvo escondida por más de mil años.
Hablar de Pakal, no es referirse a cualquier rey de la civilización maya. Su vida y muerte tienen mucho que decir de su legado.
Siendo apenas un niño, lideró grandes batallas para llevar a la paz a sus gobernados; sembró y cosechó para la supervivencia de estos y del maíz, hasta fechas actuales. Además, erigió un enorme templo con un sepulcro descubierto 1600 años después de su construcción.
Los estudiosos de su obra, cimiento de un imperio, consideran que se trata de uno de los gobernantes más importantes de su pueblo y el hallazgo de su tumba debe ser considerado uno de los momentos más impactantes, atestiguado por la humanidad.
El sur de México, limítrofe con Guatemala, es el escenario del descubrimiento de la historia de un rey infante, que vivió lo suficiente para hacer resonar su nombre, desde su mausoleo, varios metros bajo tierra, como custodiando lo que construyó, según los relatos publicados por BBC.
Pakal: un rey que construyó un imperio
Un grupo de expertos dice que Pakal vivió medio siglo. Otros, que se fue de este mundo a los 80 años.
Sin embargo, esa división en las apuestas de longevidad, no riñe con la grandeza de la vida y obra de un gobernante maya, que probó las mieles del poder siendo apenas un niño.
Y es que, para entender la solemnidad de su mausoleo, hay que comprender su legado.
A la edad de los 12 años, un infante asumió el mando en un pueblo que se encaminaba a ser reconocido como una de las más importantes civilizaciones del mundo.
Se trató de K’inich Janaab’ Pakal II, nacido en el 603 d.C. Era el hijo de una de las familias nobles, específicamente del señorío de B’aakal (desde 250-950 d.C).
Tenía una corta edad, pero sabiduría de sobra. Cuando asumió el mando, construyó parte de los cimientos de un imperio, el cual debió defender, liderando cruentas batallas que evitaron que todo cayera en manos de invasores. No obstante, no siempre fue líder en conflicto. Supo mantener a sus gobernados varias décadas en paz, lo que dio paso a los frutos más significativos de su cultura.
“El pueblo lo entendía como un representante de lo divino en el mundo terrenal. Tiene este tratamiento muy especial. Lo ves, por ejemplo, en cómo se le describe en su tumba, donde él surge renaciendo como el dios del maíz: la planta que renace, que alimenta y que crea comunidad”, citó la BBC al arqueólogo e investigador, Rodrigo Garay.
La construcción de la pirámide que lideró un joven rey Pakal
La ciudad que hoy ostenta el increíble hallazgo de los restos de Pakal, es Palenque, México (Estado de Chiapas). En ese lugar, desde niño, el rey hizo crecer a su ciudad denominada entonces Lakam Ha, que tiene por significado: “Lugar de las grandes aguas”.
Aún así, la estrategia para librar las guerras, el legado del maíz o la paz duradera, no fueron sus únicos hitos.
La arquitectura era parte de sus talentos, al punto de mandar a erigir una zona que hoy ve los vestigios de las glorias pasadas, deleitando al presente con su historia.
El “Templo de las Inscripciones” es una pirámide con una planificación digna de un gran arquitecto, pero sin los conocimientos que hoy ofrece la academia. La diferencia, no obstante, es que su construcción se distinguió de otras de los mayas, debido a que no tenía de base una montaña u otra zona alta, como en San Andrés, El Salvador, por ejemplo.
El joven rey maya, ordenó que fuera en Palenque, al nivel de la ciudad, haciendo notoria la diferencia de entre otros antecesores o sucesores.
“Cuando se visita Palenque se ve solo el 4% de lo que fue esta gran ciudad, pero todo está construido bajo su periodo. En general, la cultura maya, pero en Palenque parece hasta obsesivo, es que nada está hecho al azar. Todo tiene un orden en la ciudad que está enlazado con un gran conocimiento astronómico y filosófico muy profundo”, reconoce el investigador Garay.
En esa fascinante ciudadela es que construyó, además, el que sería su eterno mausoleo.
Pakal y su tumba: un hallazgo “De película”
El rey de los mayas se aseguró, en vida, que su descanso eterno fuera tan significativo, para que en el futuro la humanidad destacara su legado. Lo logró. Los vestigios encontrados en Palenque, así lo confirman.
El 15 de junio de 1952, un grupo de arqueólogos liderados por Alberto Ruz, tenían 3 años de estar trabajando en un túnel en dicha zona de Chiapas. A la estructura la comparaban con el ártico porque, aunque la superficie fuera calurosa, en este pasadizo un gélido clima los abrazaba inclemente.
Sin tener una idea de lo que encontrarían, el jefe del grupo los condujo a una zona donde se produciría uno de los hallazgos más importantes de la historia: una bóveda con 1600 años de antigüedad.
“Me encontraba ante una cripta que parecía que había sido tallada en hielo”, dijo tiempo después Ruz.
No era la estructura en sí la protagonista. En su interior, estaba todo lo que un investigador y arqueólogo, que indaga a la civilización maya, desea encontrar.
“El momento en que miré y se abrió la lápida fue para mí de indescriptible emoción (…) Fue como si penetrara en el tiempo, que se había detenido 1.000 años antes. Lo que mis ojos fueron los primeros en ver fue lo que había visto el último sacerdote maya”.
Pakal: enterrado bajo su pirámide
El rey K’inich Janaab’ Pakal II, quien gobernó a los mayas cuando sólo tenía 12 años, fue uno de los pioneros en dejar este mundo con los honores que caracterizan tanto a sus restos, como al de sus sucesores.
Y es que, según las descripciones de los expertos, fue de los primeros gobernantes de esta civilización en ser enterrado bajo una pirámide, en este caso, bajo el Templo de las Inscripciones que mandó a erigir con toda arquitectónica habilidad.
El testimonio del investigador Alberto Ruz fue entregado por su tía abuela, quien puso a disposición de las autoridades mexicanas toda la información necesaria para dar a conocer el descubrimiento de su familiar y, principalmente, las condiciones en los que fueron encontrados los restos del gran Pakal.
“Y el tema del descubrimiento de la tumba es fenomenal, es asombroso, es como de película”: es la frase que describió la fascinación con la que el arqueólogo e investigador, Rodrigo Garay, comentó sobre el hallazgo.
En el siglo XVIII, otros interesados habían encontrado parte de la infraestructura que el rey maya heredó a la humanidad, desde tiempos prehispánicos.
Ramón Ordoñez y Aguiar, según la televisión estatal británica, era un religioso al servicio del virreinato español, que como estudioso de la cultura maya encontró los primeros vestigios en Palenque.
No obstante, a la exploración liderada por Ruz y su equipo es que el mundo le debe el asombroso hallazgo de la tumba del rey maya Pakal, cuyo sarcófago tenía forma de pez.
Una tumba “indestructible”
“Y puede por primera vez darse cuenta de que estaban viendo los restos óseos de aquel personaje para el cual todo eso se había sido construido. Es sin duda uno de los de los grandes descubrimientos registrados de la humanidad en ese momento“.
De esa forma describe uno de los mexicanos investigadores mayas, en el presente, el hallazgo hecho por Ruz, quien se lo contó todo a su tía abuela, durante una visita al hospital donde esta se recuperaba.
Cuando descubrieron los restos, el rey maya fue llamado de otra forma: el “Palencano”, por ser enterrado en Palenque.
“Tanto en la construcción de la pirámide, como de la cripta y el sarcófago, se advierte el afán de lograr un monumento indestructible, capaz de resistir la tremenda carga de la pirámide, los temblores de tierra y el paso de los siglos hasta la eternidad”, describió Ruz, en ese momento, quien no era experto en lengua maya.
Pakal: no todo está dicho en cuanto a descubrimientos
De hecho, fue hasta en la década de los setentas que se supo, a ciencia cierta, del incalculable descubrimiento de este arqueólogo, con ayuda de expertos en la lengua antes mencionada.
“Encontrar fuera de Egipto otro templo que también tuviera un conducto secreto y que llevara a una tumba llamó la atención en todo el mundo. Y a raíz de eso Alberto Ruz se volvió una persona sumamente famosa, reconocida, dio pláticas de esto por todo el mundo”, aseguró Garay.
Para los expertos en el tema, no todo está dicho, o descubierto, en cuanto a esta fascinante civilización.
Con la ayuda de la ciencia, la perseverancia y el hambre de descubrimiento de otros arqueólogos, se cree que vendrán nuevos hallazgos que revelen la grandeza de un imperio que sabía de astronomía, números, arquitectura, agricultura y otros temas que la colocaron en la cima de la historia.
“Todavía hay muchísimo por conocer. Yo creo que todo este siglo para nosotros va a ser de conocer y entender más sobre todas estas grandes civilizaciones. Poco a poco vamos a ir descubriendo la grandeza de donde caminamos y las raíces que tenemos”, auguró el arqueólogo Rodrigo Garay.