Un 13 de octubre de 1972 la aeronave Fairchild F-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya que tenía como destino Santiago y viajaba con 45 pasajeros, en su mayoría estudiantes y jugadores de rugby, se estrelló en la cordillera. Solo 16 de ellos fueron rescatados con vida, después de que dos supervivientes recorrieran kilómetros, sin fuerza y con poca esperanza, hasta hacer contacto con un arriero chileno. El lamentable hecho es conocido como la Tragedia de Los Andes para algunos, pero catalogado como un milagro para otros.
A cinco décadas del accidente aéreo de los Andes, que se convirtió en tragedia para las familias de las víctimas y milagro para los 16 uruguayos que lograron sobrevivir, ambos grupos apuestan por atravesar el dolor y celebrar la vida y la memoria de los que no volvieron.
Cabe recordar que quienes sortearon la muerte, fueron rescatados por de la cordillera por un grupo de chilenos, luego de que 2 de los rugbistas, atravesarán los imponentes cerros y lograran hacer contacto con un arriero local.
El accidente aéreo que dio origen a la Tragedia de Los Andes
Un 13 de octubre de 1972 la aeronave Fairchild F-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya que tenía como destino Santiago y viajaba con 45 pasajeros, en su mayoría estudiantes y jugadores de rugby, se estrelló en la cordillera.
Doce personas murieron en el accidente, mientras que otras 17 fueron falleciendo en el transcurso de los días. El 23 de octubre, una radio que lograron hacer funcionar tras mucho esfuerzo, anunció que la búsqueda se había suspendido y los daban por muertos, según recoge la agencia AFP.
En ese momento los jóvenes, debilitados por la falta de comida, tomaron la decisión de comer la carne de sus compañeros muertos para poder seguir viviendo.
“Cada persona tiene su cordillera para trepar”
Para Roberto Canessa, quien caminó diez días por las montañas junto a Fernando Parrado para pedir ayuda en Chile, las personas “toman nuestra historia y se emocionan, y creo que eso sucede porque cada persona tiene su cordillera para trepar, y como nosotros salimos creen que ellos pueden salir”.
“La historia se mantiene en el disco duro de mucha gente alrededor del mundo, porque al escuchar lo que pasamos, despierta la fuerza interna que tienen el interior”, coincidió Daniel Fernández Strauch, quien hace más de 10 años publicó el libro “Regreso a la Montaña”, una guía de superviviencia espiritual.
“No es un libro de autoayuda, es un libro para meditar y mostrar lo que pienso yo de cómo está el mundo y cómo debería estar”, con base en su experiencia en la montaña chilena, explicó.
“No somos, no nos consideramos gurú ninguno de nosotros”, enfatizó Fernández Strauch al sumar a su voz la de muchos de los sobrevivientes que utilizaron su experiencia para ofrecer un mensaje positivo a través de varios libros.
Superar el dolor
Inciarte y Fernández Strauch son parte de la Fundación Viven, creada en 2006 para difundir la historia, la memoria de sus protagonistas y apoyar la donación de órganos.
En la fundación conviven sobrevivientes con familiares de quienes no regresaron, como el caso de su secretaria, Beatriz Echavarren, hermana de Rafael Echavarren, quien falleció en la montaña.
Echavarren confesó que antes de trabajar en la fundación en ocasiones le chocaba la intensa difusión de la historia, pero tras conocer más de cerca a los protagonistas se reconcilió con el pasado.
“La fundación a mí me sanó”, dijo Echavarren emocionada, mostrando la foto de su hermano y recordando los momentos de dolor que atravesó su familia tras conocer que Rafael no iba a volver, así como la posterior travesía de su padre, quien fue al lugar del accidente y pudo recuperar el cuerpo de su hijo.
“Nuestros hijos” el recuerdo de la Tragedia de Los Andes
En agosto 1973, a menos de un año de la tragedia, 11 madres de jóvenes que murieron en los Andes decidieron transformar su dolor en ayuda a la comunidad, fundando la biblioteca “Nuestros Hijos”, en el exclusivo barrio de Carrasco, de donde provenía la mayoría de los protagonistas del accidente.
Los sobrevivientes “tienen la vida, a nosotros nos tocó la muerte, pero creo que haber hecho una obra para los demás nos ha dado un sentido a la muerte, un sentido constructivo”, comentó Hélida Riet Platero, madre de Enrique, fallecido en el accidente.
A su vez, Stella Pérez del Castillo, hermana de Marcelo -capitán del equipo de rugby- se quebró al admitir que estas mujeres con sus acciones dieron “una lección”, y mostró su orgullo por seguir su legado al frente de la biblioteca.
“Los que volvieron para mí son ejemplo de heroísmo, tenemos héroes y no veo milagro. Veo todo natural, todo obra humana”, concluyó Hélida.