Durante tres décadas su caso fue un verdadero enigma, hasta que en plena pandemia su madre recibió una inesperada llamada. Ésta es la historia del secuestro de Michaela Garecht.
El sábado 19 de noviembre de 1988 parecía un día como cualquier otro. El sol brillaba con fuerza, el descanso de fin de semana recién comenzaba y Michaela Garecht se disponía a tener una gran mañana junto a su mejor amiga… pero nada de eso llegó a concretarse.
Minutos después de comenzar el día, la tragedia azotaría de lleno a la localidad de Hayward, al norte del estado de California, en Estados Unidos, donde la desaparición de Garecht marcó un antes y un después dentro de la comunidad.
Esta es la trágica historia de la menor que dejó a una familia destrozada, y a todo un país pidiendo justicia. 32 años después de su secuestro, su caso fue resuelto.
La desaparición de Michaela
Michaela y Katrina “Trina” Rodríguez, ambas de 9 años y mejores amigas desde siempre, se levantaron felices la mañana del sábado 19 de noviembre de 1988 con la ilusión de tener un día grandioso.
Cada una agarró su patineta y juntas se dirigieron con destino al almacén Rainbow, ubicado en el boulevard Mission en Hayward, donde compraron golosinas y bebidas para disfrutar su día de juegos, según informó el medio Infobae.
Tras realizar las compras, las menores dejaron el local comercial y caminaron por la vía principal, sin percatarse de que habían dejado sus patinetas atrás. Una vez que se dieron cuenta ambas corrieron en su búsqueda, sin embargo, Michaela notó que la suya estaba debajo de un automóvil estacionado en el boulevard.
Fue corriendo a recogerla, no obstante, en el momento en que se agachó, un hombre blanco, rubio y desaseado, de unos veinte años, la cogió con fuerza y la metió al interior de su vehículo. Asustada, la niña gritó ante la mirada incrédula de su mejor amiga, quien no podía reaccionar frente a lo que sucedía ante sus ojos.
Segundos después, el vehículo arrancó con Michaela en su interior, siendo ésta la última vez que alguien la vio con vida.
Las primeras horas
En estado de shock, Katrina corrió al almacén y pidió ayuda a una empleada para llamar al 911. Pero, pese a la rápida acción, la mujer asumió erróneamente que el hombre en cuestión era otra persona que había merodeado el lugar horas antes. Fue entonces que describió al sospechoso como un hombre de unos treinta, con un “estilo hippie”, bigote y un auto colorido.
Este primer paso en falso hizo que durante las primeras 48 horas, las más vitales dentro de este tipo de casos, la policía buscara al hombre equivocado, lo que pudo haber sido un error fatal en el secuestro de la pequeña.
Días después, la mejor amiga de Michaela y única testigo del secuestro, Katrina, entregó su descripción del culpable: declaró que el sujeto era alto, cercano a los 1,83 metros, que tenía entre 18 y 24 años, llevaba el pelo largo, que era rubio, sucio y que tenía la cara repleta de acné. Además, afirmó que el auto que conducía era viejo, de color dorado y con una abolladura en el parachoques delantero.
Acto seguido, el FBI y las policías locales se metieron de lleno en la búsqueda de la niña, e incluso ofrecieron 70 mil dólares a quienes entregaran información clave para su hallazgo. Ese primer año de búsqueda, los efectivos recibieron más de 5 mil pistas que no llevaron a nada.
Su familia estaba en absoluta desesperación.
Sharon Murch y la implacable búsqueda de su hija
Fue en ese período que los habitantes de Hayward, los investigadores y los medios de comunicación hicieron eco de la implacable búsqueda que Sharon Murch, madre de Michaela, llevó adelante con el objetivo de encontrar a su hija.
La mujer, quien dio a luz a su primogénita el 24 de enero de 1979 y quien además tenía otros dos hijos menores, Alex y Libby, dejó todo de lado: renunció a su trabajo, a su vida y terminó divorciándose del papá de sus hijos, Rodney Garecht, tras sumergirse en este viaje sin retorno para hallar a “su bebé”.
Al ver que pasaban los años y no había rastros de la menor, la madre decidió iniciar en paralelo su propia investigación. Algunas pistas la llevaron tan lejos como a Rusia, donde habrían visto a la niña. Pero, pese a todos los esfuerzos realizados, nunca logró dar con su paradero.
Ya había pasado mucho tiempo y aún nadie sabía dónde estaba Michaela.
Presuntos culpables
Durante los años de búsqueda, hubo pistas que dieron esperanza a la familia Garecht. Una de ellas fueron las pruebas que guiaron la investigación hacia Tim Bindner, un reconocido criminal que secuestró a otra joven en una zona aledaña y en el mismo período en que desapareció Michaela, pero esta información fue posteriormente desechada.
Luego, en 1992, una confesión abrió un nuevo flanco. Roger Haggard, un convicto de la prisión de Indiana, afirmó haber enterrado el cuerpo de la niña en un área de San Francisco llamada Hunters Point. La policía llevó al hombre al lugar, pero más tarde admitió que había inventado toda la historia.
Ya en 1994 los investigadores sumaban más de 15 mil posibles pistas, pero ninguna apuntaba al real destino de Michaela.
Finalmente, en 2009 la resolución de otro caso reavivó la esperanza de la familia de la menor. Se trató del secuestro de Jaycee Dugard, una joven que había sido secuestrada desde los 11 años y que apareció con vida 18 años después.
Entonces, la policía se enfocó en el culpable de dicho caso: Phillip Garrido. El secuestro tenía similitudes, como el hecho de que haya ocurrido a plena luz del día, en lugares relativamente cercanos y en tiempos parecidos -con apenas tres meses de diferencia-. El auto también era similar.
No obstante, tras diversos estudios, la policía desestimó a Garrido como sospechoso ya que no encontró nada que conectara fehacientemente ambos casos.
2020 y el hallazgo del culpable
La resolución del secuestro de Michaela vendría 32 años después, en plena pandemia mundial por el coronavirus y luego de que a su madre, Sharon, le diagnosticaran un duro cáncer de mamas.
El 21 de diciembre de ese año, en medio de sus tratamientos de quimioterapia, el detective Robert Purnell de la policía de Hayward la contactó de forma urgente. Si bien quería hablar con ella en persona, debido a la crisis sanitaria y la condición de salud de la madre, decidieron conectarse por Zoom.
Entonces, sucedió aquello que esperó por más de tres décadas: “Es muy duro para nosotros decirte esto. No sabemos dónde está (por Michaela), pero tenemos identificado al hombre que la secuestró”, le dijo Purnell a la mujer.
Se trataba de David Emery Misch, un hombre de 59 años que tenía 27 el día que se la llevó y posteriormente asesinó, y cuyas únicas pruebas que recolectaron ese fatídico 19 de noviembre de 1988 -unas huellas dactilares y algunas pertenencias- calzaban 100% con él.
El criminal se encuentra preso desde 1989 por el asesinato de Margaret Ball (de 36 años) en Hayward. Además, está acusado por el doble asesinato de Michelle Xavier (18) y Jennifer Duey (20), ocurrido en 1986.
Tras conocer el perfil del secuestrador y asesino de su hija, Sharon admitió que “no creí que el caso sería resuelto (…). Este hombre lo que hacía era violar y matar gente”.
“No eres nada. No eres importante por matar. Eres menos que un hombre”, declaró sobre Misch.
Sharon y su vida en la actualidad
La madre de Michaela, quien en 1993 tuvo a su cuarta hija y que en la actualidad vive con su nueva pareja, ha debido soportar nuevos momentos de dolor y desolación.
En 2019, debió enfrentar la muerte de su joven nuera, la esposa de su hijo Alex. Dos años después, su hija Libby dio a luz a mellizos tras años de someterse a tratamientos de fertilidad junto a su marido. Pero la felicidad duró poco, ya que meses después del nacimiento el matrimonio fue intubado por una neumonía causada por el Covid.19, lo que provocó el fallecimiento de su yerno.
Pese a su dura historia de vida, hay algo que mantiene con fe a Sharon y que manifestó al dedicarle unas palabras a Michaela, tras descubrir al culpable de su secuestro y asesinato.
“Te amo por siempre pequeña bebé. Descansa en paz. Tengo todavía que hacer algunas cosas aquí, pero pronto en un futuro no lejano, te veré. Mamá”, posteó la mujer en su blog, en el que por años ha dedicado sentidas cartas a su primogénita que ha estado en su mente y su corazón durante las últimas tres décadas.