Era 1929 cuando comenzó a ser construido. Tardó unos seis años en estar completamente de pie, pero el terremoto del 60 terminó por finiquitar una de las edificaciones más icónicas de Concepción, de la que hoy sólo quedan ruinas. Es el Teatro Enrique Molina Garmencia, o Salón de Actos, como le llaman algunos.

Lo que queda de la construcción ubicada en plena calle Victor Lamas, justo al lado de la Biblioteca Municipal y el Liceo del mismo nombre, fue declarado Monumento Histórico en 2009. Probablemente, no hay penquista que no lo haya visto. Pasar en bicicleta, en auto o caminando por su frontis es recurrente.

Tras décadas completamente desprotegido, fue en 2013 que con fondos de la Cámara de la Construcción se le instaló una reja perimetral y focos de iluminación que buscaban ornamentar uno de los sitios más importantes de la ciudad. También lo hermosearon con pasto, que habría sido extraído de las reparaciones del Estadio Ester Roa Rebolledo.

La inauguración y los daños irreparables del 60

El “Salón de Actos” fue inaugurado en 1935, bajo el alero del Liceo Enrique Molina Garmendia y con la construcción del arquitecto Onofre Montané Urrejola, mismo que edificó la Mansión Urrejola. Los alumnos necesitaban un lugar donde realizar actividades. Con el tiempo, se fue conociendo con el mismo nombre del rector del establecimiento.

En ese edificio se congregaron, según datos del Consejo de Monumentos Nacionales, varias eventos oficiales y artísticos de la comunidad penquista. No obstante, siempre el más importante fue el Teatro Universidad de Concepción, emplazado frente a la Plaza de la Independencia.

“Por dentro tenía una galería y la platea, con un piso de madera. Unas cortinas imponentes que colgaban de las ventanas y del escenario principal. Tenía entrada por el Liceo y unas piezas enormes donde los artistas podían cambiarse y decorarse”, recuerda el historiador penquista Alejandro Mihovilovich.

ARCHIVO | Monumentos
ARCHIVO | Monumentos

Añade que “ahí se realizaron los aniversarios del Liceo. En una vuelta llegó el presidente Juan Antonio Ríos como exalumno del establecimiento. Tenía todas las expectativas como Liceo de Concepción de la época”.

El “Salón de Actos” dejó de funcionar en 1960, con el terremoto 9.5 Mw que tuvo epicentro en Valdivia, pero que afectó con fuerza los territorios penquistas. “Después del movimiento se tomó la decisión de demoler el liceo. Muchos edificios que no cayeron en el 1939 cayeron en el 60. Ese fue el golpe de gracia. El edificio original del Liceo no tenía una estructura macisa y más moderna, en cambio el Teatro, construido en el año 30, se hizo con mejor tecnología. Por eso lo soportó”, dice Armando Cartes, director del Archivo Histórico de Concepción.

“Aún así sufrió mucho, está muy dañado, pero soportó la estructura”, agrega. Un nuevo edificio, el actual, fue inaugurado en 1968. Lo único que queda del pasado es el Teatro.

“Es un testimonio material del patrimonio histórico de la ciudad y constituye un referente identitario para los habitantes de Concepción”, dice el decreto que lo declara Monumento Histórico.

Sus condiciones y la proyección

Tras décadas abierto a la comunidad, el edificio sufrió daños en sus paredes y los pastizales se habían apoderado de él. Hasta hace algunos años era común ver graffitis en sus cubiertas y latas de bebidas alcohólicas botadas.

ARCHIVO de BBCL, 2017
ARCHIVO de BBCL, 2017

Con el cierre perimetral cambiaron varias cosas. El edificio, previo a la pandemia, había sido abierto sólo en medio de los días que celebran el Patrimonio.

Durante el tiempo de desprotección, afirma Cartes, “el ingreso de personas produjo daños normales, rayados, suciedad, pero no afectó la estructura y todavía se puede recuperar (…) Es lamentable pero todavía se puede observar como hay interés del público que mira este edificio con misterio”.

El miércoles 10 de marzo, luego de obtener la aprobación de la Asesoría urbana de la Munidipalidad de Concepción y del Consejo de Monumentos Nacionales, fue ingresada ante la Dirección de Obras Municipales la carpeta con antecedentes para la recuperación del teatro, de la mano del arquitecto Carlos Inostroza.

“Este teatro va a volver a tener vida a partir de una sala con butacas de primer nivel, con escenotecnia de estándar internacional y con una capacidad de aproximadamente 580 personas con accesibilidad universal. Además dos talleres posteriores, que son los gimnasios de principios de siglo XX como pequeñas salas de ensayo y presentación para 50 personas cada uno”, explica el arquitecto a cargo en un comunicado enviado a BioBioChile.

Las maquetas indican que el lugar, tras la renovación, quedaría así:

Cedida a BioBioChile
Cedida a BioBioChile (tem: Teatro Enrique Molina)

Para Cartes, la recuperación es urgente pues advierte que “el edificio no aguanta otro terremoto”. “Después de que se concrete, es necesario preocuparse de su operación. Esto implica un equipo de administración, una agenda cultural… algo que todavía no está resuelto. Eso debería ocurrir en varios años más”, cierra.