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(Artículo 04 del Código Procesal Penal)
Cuando se habla de la historia criminal chilena es imposible no mencionar a Luis Brihier Lacroix, más conocido en nuestro país como Emile Dubois, inmigrante de origen francés que vivió en Valparaíso a principios del siglo XX, donde asesinó a un grupo de acaudalados comerciantes.
Dubois nació en 1868 en Etaples, Francia, y durante su vida recorrió Venezuela, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú. Fue capturado en nuestro país, cuando intentaba cobrar otra víctima fatal, y sentenciado a muerte en 1907.
Su historia la recogen diversos periódicos de la época, además de numerosos libros, uno de ellos Emilio Dubois: un genio del crimen de Abraham Hirmas, además de uno de los capítulos del programa de Chilevisión La historia secreta de Chile.
De acuerdo a los registros, su primer asesinato en el territorio nacional lo cometió en Santiago. ¿La víctima? El contador francés Ernesto Lafontaine, quien poseía un local comercial en el centro.
El crimen fue planificado, Dubois construyó un laque que escondía entre sus ropas y siguió a Lafontaine unos días antes de atacarlo.
El 7 de enero de 1905 entró a la tienda cuando no quedaban clientes y le pidió dinero. Cuando el hombre se dio vuelta para abrir la caja fuerte, este lo golpeó en la cabeza y lo apuñaló en el corazón.
Luego de matarlo, se llevó todo el dinero que encontró y un reloj de oro.
En Valparaíso Emile Dubois confeccionó una lista de médicos, abogados, corredores y comerciantes que rondaban la bolsa de comercio de la ciudad puerto, junto a su descripción física y sus rutinas.
De este modo eligió a su siguiente presa: un comerciante de origen británico llamado Reinaldo Tillmanns, quien tenía un negocio en calle Blanco.
El 4 de septiembre lo atacó, apuñalándolo en el pecho. Pero para mala suerte del francés, la caja fuerte no contenía más que papeles y unas monedas, porque la hija Tillmanns se había llevado las ganancias ese día más temprano.
Posteriormente, conoció al empresario alemán Gustavo Titius, a quien le propuso realizar negocios. Será este crimen el que generará el mito de ser el “El Robin Hood chileno”.
Informado sobre que Titius portaría una gran suma de dinero, Dubois decide asesinarlo. Lo esperó escondido en su oficina y lo atacó con su laque y daga, asegurándose un gran botín de dinero y joyas.
Se dice que el francés incluso asistió al funeral de la víctima, dándole el pésame a su familia.
Su cuarto homicidio fue contra el comerciante francés Isidoro Challe, de 63 años, quien se habría burlado de él y a quien le quitó la vida a modo de venganza.
La noche del 4 de abril de 1906, Dubois esperó a Challe en el pasaje Ludford, perpetrando el crimen en la oscuridad y a las afueras de su propia vivienda.
Fue atrapado cuando decidió matar al dentista estadounidense Charles Davies, de 70 años, el 2 de junio de 1906 en su casa ubicada en plaza Aníbal Pinto. Todo salió mal para el francés aquella noche.
Tras ser atacado, Davies logró defenderse y alertar a un guardia municipal, quien emprendió una persecución contra Dubois hasta capturarlo.
Cuando fue llevado ante el juez negó sus crímenes, pero la policía había encontrado numerosas evidencias en su contra. El 4 de enero de 1907 fue condenado a muerte.
El francés se declaró inocente hasta el final e impidió que le vendasen los ojos al enfrentar el pelotón de fusilamiento. “¡Apunten bien!”, le habría gritado a los gendarmes antes de que le disparasen.
Su actitud generó desconcierto y cuestionamientos sobre el proceder de la justicia. En la actualidad la tumba de Dubois recibe peticiones y agradecimientos, siendo considerada como una “animita milagrosa” en la cultura porteña.
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