Existen dos cosas que nos definen a todos los penquistas: la Fuente Alemana y el chovinismo.
Allí donde muchos chilenos suelen tener una opinión bastante precaria de sus ciudades natales -por decirlo sutilmente- los penquistas nos caracterizamos por adorar nuestra tierra y buscar cualidades (a veces un tanto imaginarias) para darle su carácter excepcional, junto con quejarnos de cómo Santiago tiene la culpa de todo lo malo que nos ocurre (algo no tan imaginario, como veremos más adelante).
Por eso, en este 470º aniversario tan sufrido de nuestra ciudad, si son penquistas de verdad, queremos ponerlos a prueba con un listado de 25 cosas que todo nacido o criado en Concepción debería saber. No se trata de ‘datos freak‘, sino de cosas que aprendimos a fuerza de recorrer sus calles y empaparnos en su historia. Cosas que un turista o un extranjero podría preguntarnos, y debiéramos saber.
¿Cuántas realmente conocías?
Por cierto, para esta recopilación colaboraron algunos penquistas de nacimiento o de corazón: mi hermano guía turístico, Jorge Leal; nuestro editor, Leonardo Casas; mis colegas Denisse Charpentier, Bernardita Villa y Emilio Contreras; el grupo Fotografías Antiguas de Concepción y por cierto, toda una institución penquista en sí mismo: el periodista, don Salvador Schwartzmann.
1. El verdadero nombre de la ciudad
Cuando Pedro de Valdivia fundó la ciudad un 5 de octubre de 1550, le dio su nombre completo: La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo. Desde luego resultaba muy largo para su uso frecuente, quedando sólo como Concepción o, cariñosamente, “Conce”.
2. Concepción no fue fundada en Concepción
Su ubicación original estuvo hasta 1751 donde hoy se localiza Penco. Sin embargo, un destructivo terremoto y maremoto ese año, llevaron a determinar su traslado hasta el valle de La Mocha, entre los ríos Andalién y Bío Bío. Por esto, los nacidos en Concepción recibimos el gentilicio de penquistas, mientras que los nacidos en Penco quedaron como pencones.
Un dato curioso es que en el cabildo realizado junto a los vecinos de la siniestrada ciudad, se votó por trasladar la ciudad a Loma de la Parra, actual Punta de Parra, sin embargo el gobernador Domingo Ortiz de Rozas determinó que el sitio era demasiado estrecho para una población en crecimiento. El tiempo le daría la razón.
3. Concepción fue la capital de Chile durante una década
Cansado de la mala administración que tenía el país desde Santiago, el rey Felipe II ordenó en 1565 que la Real Audiencia, máximo órgano de gobierno de la entonces Capitanía General de Chile, fuera llevada hasta Concepción.
Por desgracia, el monarca calculó mal los efectos de tener la capital en una ciudad bajo continuo asedio mapuche, por lo que revirtió su decisión. En 1575 se cumplió su orden, para desazón de los penquistas y regocijo de los santiaguinos.
4. La Independencia de Chile fue proclamada en Concepción
Ok. Sabemos que este es un punto polémico, así que tenemos un artículo aparte que explica, con versión de historiadores, cómo la independencia de nuestro país fue proclamada por O’Higgins primero en Concepción, luego en Talca y finalmente en Santiago.
De hecho, es por este motivo que la plaza de armas de nuestra ciudad recibe el nombre de Plaza Independencia, y cuenta con un grabado en piedra para consignar el hecho.
5. Uno de los más insignes patriotas penquistas… era argentino
Bueno, no realmente. Juan Martínez de Rozas, ferviente defensor de la causa independentista al punto de crear una Junta de Gobierno paralela en Concepción -para irritación de José Miguel Carrera- nació en Mendoza, ciudad que hasta 1776 era parte de la Capitanía General de Chile.
Por su atrevimiento, Carrera lo exilió precisamente a su ciudad natal, Mendoza, que para entonces ya formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. Allí murió en 1813. Sus restos fueron repatriados a Santiago en 1889 y, en 2015, con una solemne ceremonia se trajeron hasta Concepción, siendo sepultado en el Panteón de la Patria del cementerio penquista.
6. Concepción desafió a Santiago por última vez en 1851
Se decía que “Santiago gobierna Chile con la espada de Concepción”, debido al poderío militar que le legó la guerra de Arauco. Aquel dicho fue puesto a prueba en 1851 cuando el general penquista José María de la Cruz declaró fraudulentas las elecciones donde resultó derrotado como candidato a la presidencia, y se rebeló contra el gobierno central.
Sin embargo su ejército de cerca de 5.000 hombres fue derrotado por las fuerzas del electo presidente Manuel Montt en la batalla de Loncomilla. “Fue la última sublevación de las provincias que puso en duda el poder de Santiago para centralizar la vida política y administrativa del país”, destaca el sitio Memoria Chilena.
7. La fuente de la Plaza Independencia fue traída desde Inglaterra
La hermosa pila de agua que identifica a nuestra plaza, fue obra del urbanista Pascual Binimelis, a quien se le confió la tarea en 1853. Tras diseñarla él mismo, envió los planos a una fundición en Liverpool, Inglaterra, desde donde fue traída por piezas en barco hasta Talcahuano, y desde ahí, en carretas de bueyes durante dos días, hasta llegar a Concepción.
Sus 10 metros de altura están coronados por Ceres, la diosa romana de la agricultura, ya que esta era la principal actividad de la ciudad para la época.
8. Los escudos de la fuente de la Plaza tienen caballos en vez de huemules
Unos de los puntos que más llama la atención a los turistas nacionales cuando visitan la Plaza Independencia, es descubrir que los emblemas nacionales que engalanan la fuente no muestran a nuestro cervatillo criollo, sino caballos.
La tradición cuenta que en Inglaterra desconocían la existencia de los huemules, por lo cual los interpretaron como equinos cuando revisaron el diseño. Sin embargo la verdad es que a mediados del siglo XIX el escudo nacional no estaba estandarizado, por lo que había muchas variaciones. De hecho, en los escudos del monumento a los Héroes de Iquique en Valparaíso, del Teatro Municipal de Santiago y del carruaje presidencial usado para Fiestas Patrias, está el mismo caballo.
9. El Cerro Amarillo se extendía por 8 cuadras a lo largo de la ciudad
Tristemente reducido a un muñón enclaustrado en piedra en las intersecciones de Rozas y Rengo, el cerro Amarillo era antes conocido como cerro del Gavilán, y se extendía -al menos- por unas 8 cuadras desde Salas a Tucapel. Y aunque fue excavado para ampliar el casco histórico de la ciudad, aún es posible notarlo en la marcada inclinación hacia el sur de las calles que lo intersectaban.
Por cierto, su importancia histórica no es menor, ya que tras batalla de Gavilán (1817) que rindieron sobre él los patriotas logrando que los realistas se replegaran hacia Talcahuano, envalentonaron a O’Higgins para realizar la primera declaración de Independencia de Chile sobre tierras penquistas.
¿Su nombre? El original fue porque su propietaria, Josefina Gavilán, lo donó a la ciudad durante su traslado en 1751. Eternamente agradecidos como solemos ser los chilenos, en algún momento su nombre cambió al de Amarillo, como un solemne homenaje… al color de la tierra de la que está compuesto.
10. Las tres cárceles de Concepción
Y hablando del cerro Amarillo, frente a él, hacia calle Caupolicán, donde actualmente se ubica el liceo Juan Martínez de Rozas, estuvo ubicado hasta 1880 nada menos que el patíbulo de Concepción. Hasta allí eran llevados los condenados a muerte por fusilamiento desde la primera cárcel de la ciudad, que ocupaba los terrenos de nuestro siniestrado mercado.
Evidentemente demasiado céntrica, la cárcel fue trasladada después a Chacabuco 70, donde estuvo hasta 1988, cuando los internos fueron movilizados hasta el actual penal de El Manzano a las afueras de las ciudad, y luego demolida para dar paso a un supermercado Unimarc.
Una curiosidad revelada por el último alcaide de aquel penal, Luis Rojas, es que en Chacabuco 70 los reos dormían en celdas tipo “nichos”, iguales a los de los cementerios. Vaya alegría que debe haber sido para el espíritu.
11. La lóbrega historia de la Laguna de los Negros
Concepción era conocida como la “ciudad de las 7 lagunas” por los cuerpos de agua que la rodean: Redonda, Lo Méndez, Lo Galindo, Lo Custodio o Las Tres Pascualas. Dos de ellas fueron extintas, la de Gavilán, a las faldas del cerro que ya mencionamos, y una con un pasado desolador: la Laguna de los Negros.
En 1804 zarpó desde España un barco con 72 esclavos senegaleses, que serían vendidos en Perú. Tras rebelarse contra la tripulación a la altura de la isla Santa María e intentar en vano redireccionar el barco, fueron abordados por marinos estadounidenses, quienes entregaron a los apenas 8 sobrevivientes a la justicia en Concepción.
Fue Juan Martínez de Rozas quien, a cargo de la ciudad, condenó a los amotinados a una muerte especialmente truculenta, y luego ser lanzados sus cuerpos a las aguas de la laguna ubicada entre las calles Cruz, Caupolicán y Rengo.
El líder del fallido motín, conocido como Mure, pronunció duras palabras antes de morir: “Este es el resultado inevitable de la crueldad de sus captores y de su falta absoluta de derecho para ir a robar hombres libres y comerciarlos, arrancándolos de sus hogares, mujeres e hijos”.
Sólo 7 años después, O’Higgins declararía la libertad de vientre para todos los hijos de esclavos y, en 1823, la esclavitud quedaría totalmente abolida en Chile. Quizá un póstume homenaje al sufrimiento de Mure y sus compañeros.
12. Concepción tiene la única torre Bismarck de América
Entre 1869 y 1934, las colonias alemanas de todo el mundo construyeron monumentos conocidas como Torres Bismarck, en honor al noble político y estadista germano. Concepción no fue la excepción y se erigió en 1921 la suya en la cima del cerro Caracol, llegando a ser conocido como Mirador Alemán, por la imponente vista de la ciudad que permitía.
De las 250 torres construidas, la de Concepción es la única que se mantiene en pie en toda América.
13. El enigmático castillo Zulaica de Concepción
Quien haya pasado por calle Heras, entre Caupolicán y Aníbal Pinto, no habrá dejado de notar el imponente muro que se alza en su lado norte, que recuerda a una fortaleza. De hecho, lo fue. O al menos, aparentó serlo.
A comienzos del siglo XX, un acaudalado español llamado Nicasio Zulaica quiso rendir homenaje a sus raíces y construyó en dicha ubicación el que llegaría a ser conocido como castillo Zulaica, una formidable construcción decorada con torreones y almenas, a semejanza de las fortificaciones hispanas.
A su muerte, el castillo pasó a manos de la Iglesia Católica y, debido a los terremotos, sus ornamentos fueron eliminados. Según relata la página de Historia Arquitectónica de Concepción, el inmueble fue desde 1948 la Universidad Obrera y en la actualidad, alberga al Instituto Dolores Sopeña, de educación para adultos.
14. La vega el Esfuerzo fue originalmente un cine
A sólo dos cuadras del castillo Zulaica, por Rengo, se encuentra la vega el Esfuerzo. Si el edificio les ha parecido inusual para un centro comercial de verduras y mariscos, es porque originalmente se construyó como el cine Rex, con especialidad en proyectar las películas del cine de oro mexicano.
Posteriormente cambió su nombre a cine Opera, pero no duró mucho tiempo. Hacia fines de los 70 se convirtió en una pista de patinaje muy recordada por la juventud de la época, para finalmente, dedicarse a abastecer a la población.
15. La construcción más antigua de Concepción tiene 250 años
En una ciudad a la que sólo le ha faltado un ataque de Godzilla, no es de extrañar la falta de construcciones antiguas. Sin embargo en Castellón entre Maipú y Freire, aún se mantiene en pie el último vestigio del Concepción original (tras el traslado de 1751, claro).
Se trata del antiguo muro del Convento de la Merced, levantado por el corregidor Baltasar de Sentmenat entre 1770 y 1771. Así es: se trata de la única edificación de nuestra urbe construida cuando aún estaba en posesión de la corona española. Y vaya que estuvo bien construída, pues ha soportado nada menos que 14 terremotos.
16. El negocio más antiguo de Concepción es una relojería
Seguro muchos penquistas recordarán nombres ya desaparecidos del comercio local: Almacenes El Tigre, Almacenes Internacionales, Arc-en-ciel, la Casa Chica, los cines Ducal, Lido, Plaza, Regina, Romano y Windsor; la Confitería Tívoli, Electricidad Zambrano, Farmacias Marsano y San Pedro, el Gatsby (no el del Mall), la Importación Inglesa, supermercados Keymarket, La Puerta del Sol, Mastik, Menajes Maipú, Multimarket, Papazian, Pujol, QuickBiss o los supermercados Astoria, Estación y Las Brisas, entre muchos otros.
Pero un local ha logrado trascender desde fines del siglo XIX. Se trata de la relojería y joyería Casa Marisio, que sigue funcionando ininterrumpidamente desde su fundación en 1890.
Por cierto, un homenaje especial a la pastelería Sauré, cuyos “senadores” de chocolate (exquisitez de jerga penquista) dejaron de venderse en febrero del año pasado, trás 123 años de historia.
17. El puente más largo de Chile
Uno de los grandes (literalmente) orgullos penquistas es nuestro río Bío Bío, el más ancho de Chile. Y tener el afluente más ancho también trae aparejado el viaducto más largo: el puente Juan Pablo II (conocido como “Puente Nuevo” antes de la construcción del puente Llacolén), que para conectar Concepción con San Pedro de la Paz, se extiende por 2.3 kilómetros.
Lamentablemente su reinado tiene sus días contados, pues el futuro puente sobre el canal de Chacao que unirá el continente con la isla de Chiloé proyecta 2.7 kilómetros de extensión. Claro, si alguna vez se termina de construir…
18. Puente ferroviario sobre el Bío Bío tiene 130 años de funcionamiento ininterrumpido
Y si tenemos el puente más largo, ¿por qué no también uno de los más antiguos? Porque a la par del Juan Pablo II se extiende el puente ferroviario Bío Bío, el viaducto de trenes que ha funcionado de forma ininterrumpida por más tiempo en el país, desde su inauguración el 31 de diciembre de 1889, un año antes del término de obras del viaducto del Malleco.
Curiosamente con la misma longitud en metros que el año de su construcción, el puente ferroviario es una muestra de durabilidad pues, mientras el terremoto de febrero de 2010 hizo colapsar el Puente Viejo, cortó el puente Llacolén y dañó seriamente al puente Juan Pablo II, sólo bastaron tres meses de reparaciones para que los trenes volvieran a cruzarlo.
19. ¿Por qué tenemos una calle Exeter?
Puede parecer excéntrico -y hasta esnob- que en pleno centro de la ciudad tengamos una pequeña calle que cruza de San Martín a Caupolicán bautizada como una ciudad inglesa, pero en realidad se trata de un homenaje a la solidaridad y el altruismo.
Esto porque un barco de la armada británica de nombre Exeter se encontraba muy cerca de nuestras costas en enero de 1939, año en que empezó la II Guerra Mundial, pero que nosotros recordaríamos más por producirse uno de los terremotos más devastadores que haya afectado Concepción, dejando al menos 24 mil fallecidos.
Los marinos ingleses se desplazaron de inmediato para ayudar, levantando un hospital de campaña y proveyendo alimentos a la población. En recuerdo a su gesto, es que les dedicamos una pequeña pero importante vía.
20. Los nombres originales del Parque Ecuador y Cerro Caracol
El pulmón verde (a que no habían visto escrita esa metáfora en ninguna otra parte, ¿verdad?) de nuestra ciudad, a los pies del cerro Caracol, ha tenido tres nombres durante su existencia. Originalmente se le llamaba simplemente Parque Alameda, pero al igual que en el caso del Exeter, en 1911 se cambió su nombre a Parque Ecuador como agradecimiento a la ayuda que nos prestó aquella nación después del terremoto de 1906.
Por su parte, el cerro Caracol tampoco se llamó siempre así. Hasta mediados del siglo XVIII se le llamaba cerro Altacura, una perfecta mezcla de espan-dungún, ya que significa “piedra alta”, del mapudungún “cura” (piedra) y, bueno, del español “alta”. Sería Ambrosio O’Higgins quien, al mandar construir a través de él un serpenteante camino que comunicaba la ciudad con Hualqui (para no perder contacto durante las crecidas del Bío Bío) acabó por darle su nuevo nombre.
En la actualidad, el circuito de caminos peatonales y vehiculares bajo su exuberante flora y lo que queda de fauna, recibe el nombre de Parque Metropolitano Cerro Caracol.
21. La calle Batalla de los Duendes
Esto es algo especial. En el sector Collao, hay una serie de calles transversales con nombres de personajes notables o de lugares con nombres graciosos (como Cucha Cucha, en Ñuble). Sin embargo una de ellas se lleva el premio por sobre todas las demás: la Batalla de los Duendes.
Según explica el historiador Carlos León Heredia, del Archivo Histórico de Concepción, se trató de uno de los sucesos más curiosos previos a nuestra guerra de independencia.
Cuando en Chile comenzaban a levantarse los vientos independentistas, un grupo de jóvenes patriotas penquistas se sintieron cada vez más ofuscados en contra del prior Díaz, un sacerdote realista que aprovechaba el púlpito de la iglesia para predicar la fidelidad al rey de España.
Decididos a darle una lección, el grupo lo secuestró tras una de sus misas, dejando sus pertenencias como su hábito, su bastón o su linterna, tiradas en distintos lugares. La desaparición motivó una búsqueda por toda la región y la gente, incrédula de que alguien pudiera llevar a cabo un acto tan sacrílego, se convencieron de que había sido obra de “los duendes”.
Sólo 14 días más tarde, llegó desde Talca la noticia de que los “duendes” habían enviado al religioso hasta Santiago.
Tras el escándalo, el maestro del convento de Santo Domingo, un hombre de apellido Moraga, se ofreció como vigilante para recorrer por las noches las calles de Concepción armado de pistola y espada, a fin de capturar a los “duendes”. Sin embargo, estos no sólo lo burlaron de él, sino que lo asustaron tanto que lograron hacerlo desistir de su esfuerzo y recluirlo en oración.
Por cierto, esta y otras historias de los nombres de nuestras calles podrán encontrarlos en el libro “Las calles de mi ciudad”, que el reconocido historiador Alejandro Mihovilovich y Marlene Fuentealba lanzarán justo este 5 de octubre en Concepción.
22. ¿Por qué tenemos una calle Diagonal?
Y no cualquier diagonal: es la única, en el centro de una ciudad que parecía haber seguido estrictamente la cuadrícula de las ciudades españolas.
Esto es porque la Diagonal se proyectó recién tras el terremoto de 1939, como una forma de unir el Barrio Universitario con el centro de la ciudad, siguiendo una tendencia urbanista más moderna. Su verdadero nombre, Diagonal Pedro Aguirre Cerda, es en honor al presidente radical que le tocó afrontar el desastre y organizar la reconstrucción de nuestra ciudad.
23. ¿Quién es la mujer que aparece pintada en el mural de la Pinacoteca?
Muchas historias se han tejido sobre la voluptuosa morena que figura en el mural “Presencia de América Latina” del pintor mexicano Jorge González Camarena, que engalana la Casa del Arte (Pinacoteca) de la Universidad de Concepción, construida tras el terremoto de 1960.
Sobre la identidad de la musa se han tejido sinnúmero de historias, pero la más probable parece ser la de que el artista mexicano se encontraba de visita en la Casa de la Tía Olga -una de las boites y prostíbulos más conocidos del sur de Chile e ícono del folclor penquista- cuando vio a una de las trabajadoras del lugar y decidió que sería su modelo para representar a la mujer latinoamericana.
Revista Nos entrevistó a Alicia Cuevas, quien declara ser precisamente aquella mujer. “Tuve que pasar jornadas sobre un cajón para que él me pintara. Eso sí, estábamos solos y todos los vidrios de la Pinacoteca se cubrieron para evitar las miradas de los curiosos”.
24. Penquistas célebres: desde ‘Pepo’ al ‘Pececillo’
Concepción cuna del Rock. Algunos discuten si realmente es tan así, pero sin duda nuestra tierra ha visto nacer a gran cantidad de celebridades. Y el más famoso de todos es René Rodolfo Ríos Boettiger, ‘Pepo‘, el caricaturista que creó a Condorito. Curiosamente, poca gente sabe que nació en nuestra ciudad. Y más específicamente en la casa que se alzaba en O’Higgins 113 -donde hoy sólo hay un estacionamiento- uno de los datos que logró congregar en su libro (y campaña) “Pepo es de Conce”, el periodista Luis Yáñez.
Desde luego no es el único. Concepción ha tenido célebres militares y estadistas como los presidentes Manuel Bulnes y José Joaquín Prieto; el pianista y compositor Enrique Soro; la violinista Alejandra Urrutia, primera mujer en dirigir la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago; la actriz Alejandra Fosalba; la reina del Festival de Viña del Mar, Valeria Ortega; el presentador de TV, Sergio Lagos; el líder de Los Tres, Álvaro Henríquez; y cómo no, el comediante Felipe ‘Pececillo’ Avello.
25. La primera diputada del país fue penquista
Concepción también hizo historia en el campo de los derechos de la mujer. Apenas dos años después de que se aprobara que las mujeres pudieran votar en elecciones presidenciales y parlamentarias, Chile tendría su primera diputada, una penquista.
Se trató de Inés Enríquez Frödden, abogada y miembro del Partido Radical, quien en 1950 fue designada intendenta de Concepción -también la primera del país- por el presidente Gabriel González Videla. Sin embargo sólo estaría un año en el cargo, ya que en 1951 resultó electa diputada por la zona, logrando ganar también las elecciones de 1957, 1961 y 1965.
Sin duda, Enríquez Frödden fue una adelantada a su tiempo. En 1961 presentó un polémico proyecto de ley de divorcio, que ni siquiera alcanzó a ser votado. Deberían pasar aún 43 años para que, en 2004, Chile contara con una legislación que permitiera ponerle fin al matrimonio. Doña Inés no alcanzó a verlo concretado. Falleció en 1998.
Bonus Track
Aunque no es una regla que se cumpla a rajatabla, cualquier persona que camine durante algún tiempo por Concepción, notará que las calles que van de norte a sur llevan nombres de indígenas, mientras que las de oriente a poniente, llevan nombres de criollos, sobre todo héroes de la independencia.
En esta curiosa rejilla histórica se funde el encuentro y no pocas veces choque entre dos mundos, coronado en un extremo de la Plaza Independencia por una estatura del toqui Lautaro y, en la opuesta -hasta hace poco tiempo- la del fundador de la ciudad, don Pedro de Valdivia.
Comprender que somos descendientes y herederos de ambas tradiciones que, como nuestras calles, se mezclan todos los días, es nuestra misión para las próximas décadas que celebre nuestra sufrida, aguerrida pero también indómita ciudad.