En 2018, Osvaldo Olivares (101) fue denominado como el “Doctor más viejo de Chile”, por parte de la revista del Colegio Médico. Lo cierto es que en su experiencia tiene un récord que pocos pueden presumir: ha vivido cinco epidemias, de las cuales trabajó en tres.
Ya retirado, Olivares relató a La Segunda parte de su experiencia al frente de las epidemias que afectaron Chile durante el siglo XX. Sin ir más lejos él nació en Taltal en 1918, cuando la Gripe Española azotaba Europa y parte de América.
Su padre también fue médico y por esos años hacía bastantes esfuerzos para combatir el virus de la viruela en las oficinas salitreras. Si bien fue una tarea ardua, tuvo resultados en el largo plazo.
“El viejo quemó las casas y las ropas de los enfermos, y consiguió importar una vacuna muy buena. Murió mucha gente, pero vacunó a todo el mundo y se acabó”, aseveró.
Diez años más tarde fue testigo de cómo los trabajadores del norte del país se contagiaron de tifus, el cual propagaron a la zona del centro del país a través de los trenes.
“Yo era muy niño y ví a gente que mandaban a morir. Se los llevaron por barco hasta Valparaíso, de ahí ellos se fueron a Santiago. Así se esparció la enfermedad por la mitad del país”, indicó.
Aquellos hechos lo llevaron a tomar la decisión de estudiar Medicina en la Universidad de Chile y especializarse en Medicina Interna. Desde ese momento, viviría tres epidemias más como profesional.
La primera de ellas fue la Gripe Asiática, de la cual se contagió luego de haber tratado a cientos de personas. Por fortuna, logró rcuperarse.
“Al menos durante un mes, no hubo día en que no hiciera un certificado de defunción, los médicos no dábamos abasto. La noche de un viernes hospitalicé a 70 personas. Pasábamos a los pacientes con fiebre por radioscopía y, si tenían manchas pulmonares se quedaban”, rememora.
“Caímos enfermos mi señora, mis tres hijos y yo. Pero era un cuadro, dentro de todo, benigno, que era posible tratar con antibióticos. Una semana después me levanté de la cama y pasé 10 horas haciendo domicilios. Todo Santiago estaba enfermo”, agregó.
Por su militancia en el Partido Socialista, Osvaldo Olivares y su familia fueron exiliados de Chile a mediados de la década de 1970. Colombia fue su destino; allí tuvo que lidiar con una nueva enfermedad: el VIH.
“Un joven llegó con una fiebre altísima y compromiso cerebral. Se murió a los dos días. Yo sabía algo de VIH, hablé con la mamá y la convencí de que le hiciéramos autopsia y mandáramos los resultados a Bogotá. Fue el primer caso de sida que vi en mi vida y fue el primer caso de la provincia”, contó.
A comienzos de los 90, Olivares volvió junto a su familia a Chile. Unos años más tarde tuvo que hacer frente a otra epidemia: el cólera.
“En Chile, más que atacar las enfermedades infecciosas porque eran masivas, se hicieron campañas para enseñar medidas de higiene. El cólera se controló rápido”, sostuvo.
Consultado por la actual pandemia que vive la humanidad el doctor fue claro, es la peor que le ha tocado vivir debido a dos factores: lo rápido que se contagia el virus y la capacidad que tiene para producir neumonía.
“Es un virus distinto de los que hemos conocido. En Chile, el COVID-19 es la peor epidemia que he vivido, tanto por la gravedad del virus como por la extensión del territorio contagiado”, estimó.
“El virus de la gripe ataca, enferma, baja defensas y ahí llegan las bacterias pulmonares y hacen la superinfección, que es tratable con antibióticos. Pero el coronavirus es capaz por sí mismo de producir neumonía, lo que es gravísimo. Las neumonías virales necrosan el pulmón, producen hemorragias y son muy difíciles de tratar”, agregó.
Hay que señalar que Chile superó esta jornada la barrera de los 20.000 contagios, luego que en las últimas jornadas se dispararan las cifras de infectados sintomáticos y asintomáticos.