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Transnistria, el país fantasma ubicado entre Moldavia y Ucrania, es un territorio peculiar que se independizó en 1992 tras una guerra de dos años, pero permanece sin reconocimiento internacional. Aunque cuenta con su propia Constitución, Gobierno y moneda, sus 500 mil habitantes viven bajo la influencia rusa, rodeados de propaganda comunista y estatuas de Lenin. Con una arquitectura y ambiente que evocan la era soviética, Transnistria es un lugar en el que la nostalgia por el pasado se mantiene viva, aunque su situación política y su conexión con Rusia lo convierten en un destino considerado peligroso para el turismo.
Sin lugar a dudas, Transnistria es un país particular. Además de que no está reconocido por ninguna comunidad internacional, no aparece en los mapas, por lo que técnicamente no existe, parece ser un enclave que quedó viviendo en el pasado.
Sus calles, muros y adornos son de una época muy distinta a la actual, conservan símbolos que no se usan en el mundo y tienen la mayor cantidad de estatuas de Lenin por persona, si lo medimos con otros países del mundo.
Si tuviéramos que definir su territorio, parece un Chile en miniatura, al ser una franja a lo largo del río Dniéster, entre Moldavia y Ucrania, esto porque es una región de Moldavia, aunque ellos no lo reconocen.
Esto porque en 1992 se independizaron, aunque pocos son los países que lo reconocen, solo dos naciones que buscan lo mismo y tampoco son reconocidas por Naciones Unidas, consignó Perfil.
Pero, cómo viven los habitantes de un lugar que para el mundo no existe. Aquí te lo contamos.
Transnistria: un país fantasma
La historia de Transnistria, o La República Moldava de Pridnestrovia, como país independiente, parte en 1990, luego de haber sido parte de la Unión Soviética hasta su disolución y comenzando una guerra que duraría dos años.
Poco antes de que esto ocurriera, eran parte de la URSS, pero no como país, sino que como una región de Moldavia, momento en el que la Unión Soviética posicionó a los rusos para “rusificar la zona” y justificar la anexión de Moldavia.
Sin embargo, en los 90 Moldavia se independizó de la URSS, pero grupos separatistas de Transnistria buscaban la independencia por lo que se generó una guerra que duró 2 años, hasta que firmaron un tratado de paz, claro que nunca ser reconocidos como país, ni siquiera por Rusia,con quienes tienen un eterno lazo.
Ese lazo continúa y se representa en los 1500 soldados que los rusos aún mantienen en el país, con el objetivo de “mantener la paz” y viven bajo su protección.
Pese a eso, Transnistria se desarrolló como cualquier país, tienen una Constitución, un Gobierno, Fuerzas Armadas y también su propia moneda. Se trata de un país con cerca de 500 mil habitantes, por lo que la organización es clave.
Sin embargo, de sus miles de habitantes, hay muchos que tienen hasta tres nacionalidades, literalmente.
Esto porque varios toman la doble o triple nacionalidad con la rusa, moldava o ucraniana, eso porque el pasaporte de Transnistria es prácticamente inútil.
Bajo la propaganda rusa
La realidad de los transnistrios es bastante particular, viven en un territorio plagado de estatuas de Lenin y son el único país en el mundo que mantiene la hoz y el martillo en su bandera.
Aunque los registros señalan que tienen 500 mil habitantes, como mencionamos antes, la verdad es que se estiman que ´solo 200 mil personas siguen en el territorio, el resto ya emigró.
Pero, cómo es vivir en un país que técnicamente no existe. El caso de Transnistria es bajo el asedio de la propaganda rusa.
Tiráspol, su capital, es descrita como una ciudad atrapada en la URSS, consigna BBC. Esto porque en cada esquina hay nombres o figuras del comunismo, fechas importantes de la Unión Soviética y también una gran estatua de Lenin, que se replican por la ciudad
Según explica El País, viven bajo la propaganda rusa, ya que las emisiones de televisión y radio de Moldavia parecen chocar contra un muro en el río Dniéster, por lo que a la zona solo llega información rusa.
“Los transnistrios creen que no existe ninguna guerra y que Vladímir Putin los salvará de unos eventuales invasores de su territorio”, señala al medio español Vera, una jubilada que nació a poco menos de siete kilómetros de Tiráspol.
“Moscú tiene comprados a los jubilados; llevan recibiendo 20 dólares (18,8 euros) más en sus pensiones que los moldavos desde hace décadas”, añadió.
Un día en Transnistria
El vínculo de Transnistria a la Unión Soviética se respira en su capital, donde la avenida principal es 25 de octubre, la fecha de la revolución bolchevique.
Y aunque nos se trata de una zona turística como tal, menos ahora que está en zona de guerra, la realidad es que son un pueblo bastante pintoresco.
A las estatuas de líderes rusos que están por todas partes, se suman las que están en restaurantes y bares de la zona, que llevan la hoz y el martillo de la bandera a todas sus decoraciones.
Funcionan como un país cualquiera, para ingresar tienes que presentar tu pasaporte, claro que no ponen un sello, solo se limitan a entregar un papel de acceso. Tienen tres lenguas oficiales, ruso, ucraniano y moldavo.
Aquí solo se puede pagar con el rublo transnistrio, que aunque parezca increíble, tiene solo monedas, es de plástico que se parecen a los antiguos tazos.
Su arquitectura es particular, responde a las típicas construcciones de la Unión Sovietica, por lo que muchos dicen que ir a Transnistria es volver al pasado, donde la nostalgia por lo que fue la URSS sigue latente. Algo que también se refleja en los autos que transitan la ciudad, donde es normal ver los icónicos modelos Lada Niva.
Sin embargo, funcionan como un país normal, tanto que tienen hasta su propio equipo de fútbol, el Sheriff Futbol Club.
Claro que para el turismo, muchos países advierten a sus ciudadanos de viajar a la zona, esto por la fuerte presencia rusa, por lo que es considerado un destino peligroso.
Pese a eso, Transnistria sigue su día a día, bajo una decoración que parece haberse congelado 40 años, siguiendo sus días como en los años de la URSS que pareciera ser mucho extrañan.