A los 66 años, y tras negarse a suspender servicios religiosos porque “Dios es más grande que este temido virus”, murió Gerald O. Glenn, obispo de la Iglesia Evangélica Nueva Liberación de Virginia (EEUU), justamente por coronavirus, el patógeno al cual le bajó el perfil en vida.
Su postura fue conocida el 22 de marzo cuando, a través de un sermón publicado en redes sociales, y posteriormente borrado, el hombre desafió a las autoridades y precisó que dejaría de predicar solo si terminaba “en el hospital o en la cárcel”, según recogió la prensa local.
A través de Facebook, la iglesia comunicó la noticia en la voz de Bryan Nevers, otro líder al interior de la institución, quien precisó que el deceso ocurrió a las 21:00 horas del sábado y pidió oraciones por su esposa Marcietia, de 65 años, y el resto de la familia espiritual.
“Respetuosamente les pedimos que le permitan a nuestra primera familia vivir el luto a su manera”, escribieron en la descripción que acompañó al registro.
La muerte del pastor incluso fue lamentada por Tim Kaine, un senador demócrata por Virginia, quien calificó al hombre como “un amigo y un pilar de la fe de la comunidad de Richmond”.
My heart sinks as I learn this morning that Bishop Gerald Glenn, pastor of New Deliverance Evangelistic Church, died yesterday from COVID-19. He was a friend and pillar of Richmond faith community. May all do as much for so many.
— Tim Kaine (@timkaine) April 12, 2020
A través de la misma página de Facebook, una hija de la pareja, Mar-Gerie Crawley, admitió el 4 de abril que su padre estaba hospitalizado y conectado a un ventilador mecánico.
De paso, agradeció los mensajes, las oraciones e incluso los ayunos que hermanos de la iglesia iniciaron de acuerdo a la fe que profesan.
Además, confirmó que su madre también arrojó positivo por SARS-CoV-2 y catalogó la experiencia como “lo más oscuro” que su familia haya debido atravesar.