Si bien durante un tiempo Irlanda se mantuvo ajena a la caza de brujas que se había expandido por Europa en el siglo XIV, todo cambió en 1324, año en que un tribunal eclesiástico juzgó a Alice Kyteler.
Ella se transformaría en la primera mujer en ser condenada por ser bruja en el país, proceso en el que se le acusó de mantener relaciones sexuales con un íncubo, un tipo de demonio en la mitología popular europea.
Tal como recoge el sitio History Ireland, Alice era una mujer bastante bella y de buenos modales, quien sin embargo siempre tuvo fama de manipular a los hombres para que cumplieran con sus antojos.
Contrario a lo común de la época, la mujer era sumamente poderosa e independiente entre sus pares, rasgo que llamaba la atención enormemente.
Nacida en la Casa de Kyteler, Condado de Kilkenny, Irlanda, fue la única hija de una familia acomodada hiberno-normanda. Según se sabe, se casó en cuatro oportunidades.
Corría el año 1302 cuando ella y su segundo esposo, un prestamista llamado Adam le Blund, fueron acusados de asesinar al primer marido de ella, un comerciante de nombre William Outlaw.
Cabe señalar que Kyteler había comenzado a generar cierto rechazo en la sociedad, principalmente por su enorme riqueza e importante participación en los préstamos de dinero.
En 1324 su cuarto esposo, John Le Poer, enfermó gravemente, muriendo poco tiempo después. Luego de su fallecimiento, los hijos del hombre, así como los de los maridos anteriores de Alice, comenzaron a sospechar de ella.
De acuerdo al portal History Ireland, creían que la mujer había envenenado a sus padres, así como también indicaron que la mujer había recurrido a la hechicería para favorecer a su primgénito, William Outlaw, quien era alcalde de Kilkenny.
Y no sólo eso, ya que también fue acusada de negar la fe de Cristo y la Iglesia, presentándose el caso en 1324 ante el obispo Richard de Ledrede, quien a su vez informó de la situación al Canciller de Irlanda, Roger Outlagh.
Si bien se determinó su arresto, Alice utilizó sus influencias para impedir esto. Hay quienes creen que el propio canciller era -posiblemente- hermano del primer marido de la mujer.
Luego de algunos meses, una de las criadas de Alice, Petronila de Meath, fue víctima de torturas, confesando brujería. De paso, involucró a Kyteler, quien terminaría recibiendo una condena de muerte.
Decidida a cambiar su suerte, Alice se escapó antes de cumplir su sentencia. Se cree que huyó hacia Inglaterra. Nunca más se supo de ella, ya que no volvió a aparecer en los registros contemporáneos.
El obispo, por su parte, continuó con sus seguidores de clase baja, emitiendo cargos de brujería también contra ellos.
En tanto, Petronila terminaría siendo quemada en la hoguera en noviembre de 1324, mientras que su hija huyó con Alice.
William Outlaw, hijo de Kyteler, también sería acusado de herejía, adulterio y usura, entre otros cargos. Tras “retractarse”, fue obligado a escuchar tres misas diarias durante un año, y debió alimentar a pobres.
Es importante precisar que este fue uno de los primeros casos de brujería en Europa y que tuvo gran connotación porque fue seguido atentamente durante la elección del Papa Juan XXII, quien agregó la brujería a la lista de las herejías.