Uno de los hechos que más llamó la atención en la Copa del Mundo Rusia 2018 fue el gran gesto de cultura y educación realizado por la fanaticada japonesa, que antes de retirarse de cada partido limpiaba toda su área.
Esta iniciativa posteriormente fue imitada por hinchas de otras selecciones.
Ese comportamiento de los japoneses no sólo ocurrió en las gradas, sino que también en los camerinos, donde -a pesar de la tristeza y la frustración de haber quedado eliminados- los miembros de la selección japonesa dejaron el lugar impecable.
Sólo quedó un papel sobre una mesa, que decía “gracias”, al despedirse en octavos de final de la Copa del Mundo.
Los lindos detalles que tuvieron los nipones se hicieron virales. Si bien, parte de la belleza de la Copa del Mundo es la mezcla de culturas, la japonesa sin duda fue la más alabada en esta oportunidad.
Todos sus actos se traducen en una sola palabra: educación. Aunque ésta siempre viene del hogar, en ella también tiene una importante influencia la escuela. Es por este motivo que parece una buena idea analizar lo que se está haciendo bien y lo que no en el sistema educativo japonés.
El primer dato a destacar es que, según la web Nippon, el índice de escolarización japonés es de un 99,8%. El cual supera incluso al de países como Reino Unido, Francia o China.
Según JapanTimes, en 2015 se llevó a cabo el Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), donde jóvenes de 15 años de todo el mundo fueron evaluados. En esta instancia Japón se vio muy bien ubicado, con el segundo lugar en Ciencias, quinto en Lectura y octavo en Matemática.
Pero, más allá de las indudables capacidades intelectuales de los japoneses, también llama la atención su formación cultural. Ellos mismos atribuyen su buen comportamiento en certámenes internacionales a lo aprendido en la escuela.
A continuación te contamos algunas de las buenas costumbres niponas que no se pueden medir a través de estadísticas:
Los mismos alumnos limpian la escuela
Los maestros y los entrenadores le dan el ejemplo a sus alumnos, quienes desde temprana edad aprenden a limpiar no sólo los espacios que ocupan, sino que también los pasillos y otras áreas comunes.
Esto tiene la finalidad de que los jóvenes se acostumbren a no sólo respetar su entorno, sino que también el de los demás.
Alimentación balanceada y saludable
Según JapanTimes, un nutricionista es el encargado de planear balanceados menús para los almuerzos de los estudiantes, clasificándolos en base a los nutrientes que deben recibir los niños de acuerdo a su edad.
Después se servirse ellos mismos su comida, los alumnos van al aula a comer junto a sus maestros y compañeros.
Además se crea un ambiente acorde para mostrar respeto a la comida. Se dice itadakimasu antes de recibir los alimentos y gochisō-sama deshirta, agradeciendo después de comer.
Los profesores van más allá de enseñar asignaturas
Los educadores japoneses hacen más que enseñar una asignatura, ya que además de dirigir actividades después de la escuela, visitan las casas de los estudiantes para comprender mejor el contexto familiar de cada uno y para reforzar el sentido de una comunidad unida y solidaria.
Además, los maestros saludan a los estudiantes en la puerta del aula, por lo que los alumnos no sólo se sienten bienvenidos, sino que aprenden el importante hábito de saludar.
La importancia del uniforme
El uso del uniforme es obligatorio en toda secundaria, según el diario Semana, ya que tiene un valor adicional: simboliza la igualdad entre semejantes sin importar capacidades económicas.
No hay maestros sustitutos
Mientras que en Chile cuando un profesor se enferma se envía un sustituto a “cuidar el curso”, en Japón -según el portal Mentalfloss– se confía en que los niños se quedarán estudiando en silencio de forma tranquila e independiente.
¿Clases un fin de semana?
Mentafloss señala que hasta 1992 las clases en fin de semana eran algo obligatorio, pero después de ese año, con el fin de impulsar un sistema educativo menos estricto, dejó de ser una ley.
Sin embargo, algunas escuelas han ignorado el cambio y se mantienen impartiendo clases los sábados en la mañana.
Vacaciones mucho más cortas
En Japón los niños sólo tienen cinco semanas de vacaciones en verano, durante las cuales también visitan la escuela para realizar actividades extracurriculares. Mientras que en Chile, sumando las vacaciones de invierno con las de verano, los alumnos tienen prácticamente dos meses y medio de descanso.
El lado gris
A pesar de los éxitos del sistema japonés también hay mucha infelicidad respecto a lo estricto del plan educativo.
Una encuesta realizada por el Instituto Nacional para la Educación Juvenil en Japón, reveló que el 72,5% de los estudiantes se consideran inútiles.
Si bien los japoneses son conocidos por su modestia y humildad, el resultado también habla de una preocupante falta de confianza, una muestra de que hasta en los mejores sistemas hay cosas que mejorar.