En una entrevista a Los Angeles Times, Christopher Nolan reveló que gran parte de su inspiración para el desarrollo de Inception (2010) surgió de su propia experiencia con los sueños, un espacio que, en algún momento de su vida, podía explorar a voluntad.
El director británico explicó así su vivencia: “Puedes mirar alrededor y examinar los detalles y tomar un puñado de arena en la playa (…); cuando estás en ese estado, tu cerebro puede llenar toda esa realidad”.
Nolan lo plasmó en su película y el público se rindió ante su visión del mundo onírico. De paso, nos dejó fantaseando con la posibilidad de construir universos y recorrerlos sin movernos de nuestra cama (o nuestro sofá favorito), algo que parece solo un buen guion para la mayoría, cuyos sueños siguen el patrón habitual de estar viendo una película, sin control de lo que pasa.
Sin embargo, hay personas que experimentan sus sueños más bien al estilo de un videojuego, participando en forma activa de lo que allí ocurre. Ellas son las privilegiadas que tienen sueños lúcidos.
“Por definición, tener un sueño lúcido es simplemente el acto de saber que se está soñando mientras se está soñando”, explica Matthew Walker, profesor de neurociencia y psicología de la Universidad de California en Berkley y autor del libro Why we sleep, quien se dedica a investigar el impacto del sueño en los seres humanos.
En entrevista con Business Insider, el experto señaló que los onironautas, como se conoce a quienes tienen esta capacidad, lo plantean en términos de dominio: “Se obtiene control volitivo y se decide lo que va a pasar durante el sueño”.
La pregunta es, entonces, qué se puede hacer en medio de un sueño lúcido. La respuesta simple es cualquier cosa.
Sin límites
Volar, convertirse en un animal o recorrer galaxias desconocidas son algunas de las experiencias reportadas por quienes tienen sueños lúcidos. El sitio Slate.com dio a conocer una serie de testimonios de onironautas experimentados.
Felicity Doyle cuenta que en sus sueños lúcidos suele recorrer una galaxia de burbujas de jabón en la que cada una es un portal a algún lugar exótico. Para ella, el mundo de los sueños resulta más real que el que experimenta estando despierta. “Allí todo es más resplandeciente, más vibrante. Todo brilla”, afirma.
Doyle experimenta esta clase de sueños desde que era una niña. En esos días, confiesa, en medio del divorcio de sus padres y el bullying de sus compañeros, “los sueños eran mi único escape”. A los 19 años perdió una pierna en un accidente de motocicleta. Hoy tiene 47, y ya se ha acostumbrado a una vida con muletas.
Pero a veces, en medio de un sueño, abre una puerta y se ve a sí misma en la cama del hospital, entre la vida y la muerte. Entonces cierra la puerta, algo que tuvo que aprender a hacer, y se aleja caminando en sus dos piernas.
Lo prohibido o reprobable en el mundo real también es un tema recurrente en los sueños lúcidos, donde no existen restricciones ni inhibiciones, más allá de las impuestas por el propio onironauta. Un hombre que se identifica como Liam confiesa que por las noches, mientras duerme junto a su esposa, él vuela a través de un cosmos interminable, yendo de planeta en planeta, en busca de sexo.
Las mujeres con las que se encuentra allí suelen ser conocidas o amigas de su esposa a las que apenas ubica de vista, pero que en sus sueños se convierten en amantes experimentadas. Con ellas se embarca en relaciones que suelen terminar con ambos teniendo sexo en frente de su familia.
“Es como alardear de mi propia lucidez”, explica Liam, quien aclara que a la mañana siguiente no siente culpa alguna. “Este es un espacio seguro para explorar cualquier tabú”, afirma.
Liam no está solo. Otros onironautas confiesan ir incluso más lejos con actos como el asesinato, la violación o el incesto, gozando de la impunidad que en el mundo real no tendrían.
Pero llevar a cabo acciones más elaboradas no siempre es fácil, especialmente para los menos experimentados, quienes declaran que deben concentrarse para realizar actos aparentemente simples, como hacer levitar un pañuelo.
La lógica de los sueños, aclaran, es retorcida: si tratas de volar por ti mismo y no puedes, tal vez puedas usar una alfombra voladora; si quieres mover una montaña, tal vez debas recurrir a una bomba atómica.
Realidad virtual
La experiencia es asimilable a estar en una realidad virtual, afirma el neozelandés Peter Maich, quien en una entrevista con el sitio Nymag se declara como un experimentado soñador lúcido de toda la vida.
“Estos sueños dejan una impresión igual de fuerte o incluso más que cualquier experiencia que tengo despierto. Es fascinante y muy poderoso, y está todo en mi propia mente”, agregó.
Maich detalla algunas de las cosas que le gusta hacer en sus sueños. Antes que nada, volar y sentirse inundado por luz y energía. También disfruta mucho cantar con una voz perfecta, o crear naves espaciales y volar en ellas.
A veces tiene la necesidad de destruir algo y demuele edificios, o tal vez una ciudad completa solo por diversión. Pero su actividad favorita es otra: “Me encanta correr. No lo hago en la vida real, pero sí cuando sueño y me despierto con la sensación de haberlo hecho en realidad. Me siento como un auténtico corredor, aunque solo lo haga en mis sueños lúcidos”.
Ciencia lúcida
El fenómeno ha sido mencionado por autores tan antiguos y respetados como Aristóteles, quien en sus tratados sobre el sueño acuña una de las primeras descripciones: “Cuando uno está dormido, hay algo en la conciencia que declara que lo que se presenta a sí mismo no es más que un sueño”.
Pasaría mucho tiempo hasta que en 1913 el psiquiatra holandés Frederik van Eeden usó por primera vez la expresión sueño lúcido. Luego de documentar sus propias experiencias, van Eeden concluyó que en este tipo de sueños la persona llega a un estado de consciencia perfecto, siendo capaz de dirigir sus actos y su atención.
En el mundo científico, el interés en los sueños lúcidos se ha renovado en las últimas décadas gracias a la aparición de nuevos métodos y tecnologías. Esto ha permitido el desarrollo de experimentos cuya finalidad fue, antes que nada, determinar si se trataba de un fenómeno real.
Una de las primeras demostraciones fue la investigación conducida en 1975 por el psicólogo Keith Hearne, cuando Alan Worsley, el sujeto del experimento, se comunicó con Hearne usando movimientos de sus ojos. El detalle: Worsley dormía, condición verificada por medio de un electroencefalograma.
Cuando se encontraba en la Fase de Movimientos Oculares Rápidos (MOR), Worsley envió mensajes siguiendo patrones que él y el científico acordaron antes de dormir.
La neurofisióloga Ursula Voss ha desarrollado una serie de experimentos en los que se inducen los sueños lúcidos mediante la aplicación de baja corriente. Dicho método resultó efectivo durante la etapa MOR, estimulando la actividad cerebral e induciendo la autoconsciencia durante el sueño.
Voss ha dicho que lo que más la ha sorprendido de sus investigaciones es que los sueños lúcidos sí existen y su frecuencia es mayor entre los jóvenes. En cuanto a las posibles aplicaciones, la experta apunta a la autoterapia (“self-therapy”), afirmando que ha recibido testimonios de personas que han superado traumas mediante el empleo de sueños lúcidos.
Contra las pesadillas
El psicólogo Joseph Green es uno de los profesionales que usa este tipo de sueños como terapia. En su clínica, ubicada en Los Angeles, pacientes que sufren de estrés postraumático se entrenan para alcanzar la lucidez cuando duermen como una herramienta para luchar contra las consecuencias de su mal, especialmente las pesadillas asociadas al trauma.
Green enseña a sus pacientes técnicas para retrabajar sus malos sueños mientras están dentro de ellos. La clave, señala, es el seguimiento atento de los propios sueños y el cuestionamiento de la realidad.
“Por ejemplo, si siempre hay policías en mis sueños, al ver un policía durante el día me pregunto si acaso estoy soñando. Eventualmente, el sujeto se hará esa pregunta durante un sueño. Para comprobar si es real, algunos se tapan la nariz y tratan de respirar, y otros saltan para ver si pueden levitar. La confirmación subvierte la realidad al instante”, afirma.