Todos los penquistas y quienes han visitado Concepción conocen, al menos, la fachada de la Catedral Metropolitana de la ciudad. Con 36 metros de altura, desde el suelo hasta la Virgen de la Santísima Concepción de bronce, ubicada en la cúspide, son varias las historias que guarda.
El templo ha sido destruido en innumerables momentos por los terremotos que han afectado a la zona. Aún así, el actual comenzó a construirse en 1940, tras resultar seriamente dañado durante el gran sismo de Chillán de 1939.
La decoración de la Catedral, llena de simbolismos religiosos, estuvo a cargo de Alejandro Dalmati, un escultor chileno de nacimiento, radicado en España, que falleció hace tan sólo 8 años.
La techumbre interna, que contiene cientos de piezas talladas a mano y ensambladas una por una, fue realizada por el padre del pintor. Por esto, el sacristán de la Catedral, Miguel Muñoz, comentó a BioBioChile que “es una construcción familiar”.
De todos modos, son varios los lugares y objetos sagrados centenarios que permanecen allí. Una cripta subterránea con restos de arzobispos; unas campanas de fechas remotas; restos de mártires romanos escondidos en la mesa del altar central, entre otros que te presentaremos a continuación:
Los restos de mártires romanos
“La catedral está consagrada”, dice Muñoz. Pero para los desconocidos del tema podría resultar un poco confuso todo este tecnicismo religioso.
Explica que la condición la entrega el hecho de que en el interior de la mesa del altar central, descansan pequeños restos de obispos mártires romanos.
Se trata de San Jenaro, obispo de Benevento, actual Italia, en el siglo III; San Blas, obispo de Sebaste, actual Turquía, en el siglo IV; y San Fructuoso, obispo de Braga, actual Portugal; además de “otros mártires”, de los que ya no hay forma de saber sus identidades.
El campanario
Unas angostas escaleras, que alcanzan los 36 metros de altura, y que permiten subir hasta el techo del templo religioso, también llegan hasta el lugar donde se encuentran las campanas, una zona de importantes reliquias de valor histórico y patrimonial en la ciudad.
La campana más grande de la catedral, con 2.600 kilos, data de 1943. En el metal se encuentra tallado, en latín, “Silenciada por el gran terremoto de 1939, y vuelta a sonar con gran júbilo en 1942”
Además, hay dos campanas secundarias más pequeñas de 1.600 kilos, entre ellas la más antigua, amoldada en 1737, y la otra en 1903. De hecho, fueron rescatadas de la antigua catedral, demolida tras el terremoto.
La subida por las escaleras es acompañada de varias ventanas verticales que ascienden hasta la cúspide, que según dijo el sacristán, simbolizan las antiguas torres, destruidas por el movimiento telúrico.
La cripta
Sí. Aunque suene increíble, a un costado de la entrada de la catedral, una escalera caracol guía hacia una cripta subterránea que data desde la construcción del primer templo, emplazado en la misma cuadra.
Un lugar lleno de mármol y simbolismos religiosos, en donde descansan los restos de 12 arzobispos y obispos de la ciudad de Concepción.
Desde el primer obispo muerto, en 1805, los restos de las máximas autoridades de la iglesia penquista deben dar una vuelta por la plaza de la independencia, para luego ser sepultados bajo la Catedral.
Además, el sacristán especificó que los obispos están sepultados con sus vestimentas correspondientes al cargo.
Los desconocidos
En la misma cripta descansan los restos de tres antiguos obispos auxiliares, de los que se desconoce su real identidad.
Según comentó el sacristán, “los encontré porque ellos estaban aquí cuando yo abrí la sepultura para enterrar a uno de los últimos obispos fallecidos”.
De todos modos, informó que las urnas datan de 1914, 1918 y 1932, y corresponderían a sacerdotes de apellido Quintanilla, Olave y Sepúlveda, respectivamente.
“Uno de ellos habría sido fundador de un pueblo chileno”, dijo el sacristán. “Incluso le estaban haciendo un monolito para rendirle un homenaje, pero no sé qué pasó”, comentó.
La primera piedra
Como en toda construcción, la ceremonia de la primera piedra es una de las más simbólicas.
El pedazo de concreto se encuentra bajo la cripta, entre una gruesa pared y la loza del suelo. En una de sus caras tiene tallada la fecha en que se enterró: un 3 de noviembre de 1940.
Para poder observarla, es necesario retirar parte del piso. Aún así, BioBioChile tuvo acceso al lugar. En la imagen, con un poco de esfuerzo, se puede leer la inscripción “3 – XI – 40”.
La entrada al revés
El sacristán comentó que las puertas principales de la Catedral son uno de los errores más importantes y poco notorios en la construcción del templo.
La gran entrada es un relato artístico de los episodios más importantes del Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia. El problema es que, cuando las ensamblaron -cual Puente Cau Cau- lo hicieron al revés.
“Debería ir el Antiguo Testamento primero, y luego el Nuevo. Así se lee, de izquierda a derecha. Contrario a la forma en que están puestas las grandes piezas de bronce” dijo Muñoz.
Agregó que, para Dalmati, esto fue un motivo de un fuerte enojo, puesto que demostraba “la manera de hacer las cosas de los chilenos”.
Los falsos Adán y Eva
Una de las principales atracciones de la Catedral son las obras de arte y los objetos históricos insertos en ella. Pero, claro, el arte siempre se interpreta y, muchas veces, nos hace reflexionar sobre el real objetivo del autor.
En este sentido, el sacristán comentó que el fresco central de la cúpula, pintado por Dalmati, retrata los pasajes de la Biblia en que Adán y Eva, estando en el Edén, consumen el fruto prohibido.
Lo que pocos saben es que Adán y Eva, en realidad, no son tales. Según Muñoz, se trata de pinturas que corresponden a autorretratos del mismo pintor, Dalmati y su esposa.
El presagio
En los bordes de la cúpula de la Catedral se encuentran perpetuados los rostros de cada uno de los arzobispos de la diócesis de Concepción.
Es así como, Dalmati, en uno de sus pasos por Chile, relató que cuando pintó a uno de los obispos, miró la imagen de un desconocido Manuel Sánchez, haciéndolo pasar por el monseñor Roa y Alarcón, del que no existía registro fotográfico.
Lo curioso de esto, es que el arzobispo de la época, Alfredo Silva, le dijo a Dalmati “¿no cree usted que lo ha hecho obispo demasiado pronto?”.
Y Manuel Sánchez fue, justamente, quien sucedió a Silva en el cargo de arzobispo, luego de su muerte en 1963.
Muerte en la misa
El exsacristán de la catedral, Leonardo Durán, estuvo 40 años a cargo del templo. Durante el periodo -comentó- presenció increíbles hechos que tuvieron lugar en la construcción.
Así fue como relató que, cuando corría el año 1967, un 27 de febrero, el monseñor Juan Figari realizaba su habitual misa de domingo, a las 12 del mediodía.
Estaba en eso, cuando casi al finalizar la eucaristía, el cura cayó repentinamente de espaldas al suelo. Ante la perplejidad de los cientos de feligreses, Figari había muerto en plena misa de un paro cardíaco.
“Fue una muerte hermosísima”, comentó el exsacristán. “Imagínate morir con las botas puestas”, añadió.
Para salir del paso, otro cura que se encontraba en el altar debió concluir la misa, mientras retiraban el cuerpo sin vida de la cúpula principal.
Si quieren saber aún más, la Catedral está abierta todos los días y, feligreses o no, pueden visitar cada rincón.