Para los seres humanos, abrazar es una de las muestras de cariño más universales que existen, capaz de trascender incluso barreras culturales. Sin embargo, este gesto, a menudo inocente, no suele tener la misma recepción en nuestros animales de compañía.
En concreto, un estudio de la Clínica Veteriania Cork Pet Behaviour Centre en Irlanda encontró que, al ser abrazados, los perros tienden a mostrar signos de ansiedad y estrés, dando señales de evidente incomodidad que, a menudo, pasan desapercibidos. Lo anterior puede gatillar, además, comportamientos indeseados e incluso agresividad.
El estudio resalta además una falta de conciencia por parte de sus dueños sobre el significado o la interpretación de las señales y comportamientos comunicativos caninos. “Abogamos por una mayor educación tanto para adultos como para niños en la comunicación canina, en el contexto y formas de respetar la autonomía en las interacciones entre humanos y perros”, señalan los autores del estudio.
Por qué no siempre es buena idea abrazar a tu perro
El citado estudio se realizó a través de Google, investigando plataformas donde se comparten videos. Para la primera parte del estudio, titulada «juego», se analizaron los 30 videos más populares. En las siguientes etapas, denominadas «abrazos» y «caricias», se revisaron los 80 videos más vistos en dichas plataformas.
Los resultados mostraron que muchos comportamientos humanos pueden ser problemáticos, ya que las personas tienden a no comprender necesariamente el lenguaje corporal o las vocalizaciones que los perros expresan durante las interacciones.
Según el estudio, algunos de los comportamientos indicadores de estrés que se observan en situaciones tensas incluyen girar la cabeza, parpadeos, lamerse el hocico o la nariz, quedarse inmóviles, hacer reverencias de juego (play-bow), bostezar, poner las orejas hacia atrás, jadear, morder, mirar fijamente, acostarse, gruñir y ladrar.
Esta falta de comprensión adecuada de las señales puede generar en los perros sensaciones de incomodidad, ansiedad, miedo, angustia y confusión. Estas emociones no solo afectan su bienestar, sino que también pueden debilitar el vínculo entre el humano y el perro.
“Algunas interacciones físicas que los humanos disfrutan cuando se comunican o interactúan con los perros pueden no ser siempre percibidas como agradables por ellos, como el comportamiento asociado con la cercanía/proximidad física o la intimidad”, indica el estudio.
En algunos casos, la incomunicación podría incluso llevar al perro a mostrar comportamientos defensivos o agresivos. Según explican, la gran cantidad de videos en los que se observaron estas conductas relacionadas con el estrés resultaron preocupantes.
No obstante, cabe mencionar que la expresión de estos comportamientos siempre puede variar según el tipo de interacción y las características particulares de cada díada (humano-perro), pero es importante estar atento a las señales de angustia y estrés.