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En el mundo de la jardinería, el uso del ácido acetilsalicílico (AAS), conocido como aspirina, ha demostrado ser una herramienta efectiva para proteger las plantas. Este derivado del ácido salicílico, una hormona vegetal, fortalece el sistema inmunológico de las plantas, aumentando su resistencia ante enfermedades y favoreciendo su crecimiento saludable. Su aplicación ha demostrado retrasar el envejecimiento de las plantas, protegerlas de plagas y ayudarlas a sobrellevar condiciones adversas como la sequía. Investigadores han encontrado que el uso de aspirina en el cuidado de plantas de jardín es seguro y beneficioso, mostrando resultados exitosos en variedades como el girasol. La aplicación estratégica de ácido acetilsalicílico en diferentes etapas de crecimiento puede alterar los fitoquímicos de las plantas para optimizar su cuidado.

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Cuidar diversas plantas o un jardín puede ser todo un reto. Por eso, es fundamental conocer las particularidades de cada planta: cuánta agua requieren, qué tipo de suelo o sustrato les conviene, y cómo defenderlas de plagas y enfermedades.

En el mundo de la jardinería, es esencial encontrar métodos que sean económicos, sostenibles y sencillos de implementar. Uno de ellos es el uso del ácido acetilsalicílico (AAS), más conocido como aspirina, que ha demostrado ser eficaz en la protección de las plantas. Pero, ¿cómo actúa?

¿Por qué la aspirina ayuda a cuidar las plantas?

La aspirina, nombre comercial dado por Bayer al ácido acetilsalicílico, es un derivado del ácido salicílico, una hormona vegetal que las plantas producen de forma natural para defenderse de enfermedades. Esta sustancia fortalece su sistema inmunológico, aumentando su resistencia ante condiciones adversas y favoreciendo un crecimiento saludable.

“El uso de AAS en el cuidado de plantas de jardín es sorprendente y ha sido aplicado por investigadores como sustituto del ácido salicílico, sin presentar ningún riesgo de fitotoxicidad y con efectos benéficos similares”, explicó el máster en Ciencia y Tecnología de la Universidad de Guadalajara, Joel Barba, para The Conversation.

El ácido acetilsalicílico ayuda a retrasar el envejecimiento de las plantas al activar respuestas antioxidantes que reducen el estrés oxidativo, lo que disminuye los compuestos que deterioran las flores. Gracias a su aplicación, se ha logrado prolongar su vida, con resultados exitosos, como en el caso del girasol.

“Por lo tanto, si buscamos prolongar la vida de flores ya cortadas, podemos moler una aspirina, disolver 0,1 gramos en un litro de agua y usar esta solución para sumergirlas o como agua de riego”, precisó Barba.

Protección para evitar plagas

Los fitoquímicos en las plantas, responsables de sus aromas, colores y propiedades medicinales, también las protegen de herbívoros, atraen polinizadores y mejoran su adaptación al entorno.

Entre ellos se encuentran aceites esenciales, alcaloides, terpenos, glicoalcaloides y compuestos antioxidantes como los flavonoides. La aplicación de ácido acetilsalicílico en etapas clave del crecimiento puede alterar el contenido de estos fitoquímicos, optimizando el cuidado de las plantas.

“Por ejemplo, para mejorar la calidad de variedades con flores, podemos rociar una solución de ASA disuelta en agua cerca de su etapa de floración”, indicó el experto.

“En cambio, si queremos proteger la planta frente algunas plagas, elevando el contenido de sus metabolitos secundarios, deberemos aplicarla de manera periódica en cantidades adecuadas y sin abusar de su uso, ya que podría generar efectos adversos”, agregó.

Protección ante condiciones adversas

Las plantas, al no poder moverse, deben adaptarse al entorno, lo que puede generarles estrés. Si no logran ajustarse, corren el riesgo de secarse y morir.

“Otro de los beneficios, muy estudiado y documentado, que el uso de ASA aporta a las plantas es la repuesta favorable a condiciones adversas”, aseguró el experto de la Universidad de Guadalajara.

El agua es esencial para que las plantas realicen funciones vitales como la fotosíntesis y mantengan la turgencia celular. Su ausencia causa marchitamiento, hojas amarillas, crecimiento lento y menos flores.

“Y es aquí donde entra de nuevo en juego el ácido acetilsalicílico. El ASA puede ayudar a las plantas a sobrellevar mejor los efectos negativos del estrés hídrico (sequía) al regular el cierre de los estomas, las “puertas” de las plantas. Así reduce la pérdida de agua por evapotranspiración y, por lo tanto, evita la deshidratación”, señaló.

Además, investigadores del Jardín Botánico de West Perth, en Australia, demostraron que el ASA ayuda a resistir mejor el calor y frío en plantas de tomate y frijol, ya que reduce su transpiración.