Investigaciones recientes cuestionan la creencia de que los productos lácteos bajos en grasa son más saludables que los completos. Expertos destacan que el tipo de lácteo consumido y la composición de las grasas pueden ser más relevantes para la salud cardiovascular.
Durante décadas, la percepción general ha sido que reducir la ingesta de grasas lácteas es clave para mantener una buena salud. Sin embargo, investigaciones recientes están desafiando esta noción arraigada, lo que plantea la pregunta: ¿es realmente más saludable optar por productos lácteos bajos en grasa en lugar de los completos?
Según explicó el Dr. Dariush Mozaffarian, cardiólogo y profesor de medicina en la Universidad de Tufts, a The New York Times, la recomendación de elegir versiones bajas en grasa se ha basado en la idea de que los productos lácteos completos son ricos en grasas saturadas, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
Sin embargo, la evidencia científica que respalda esta afirmación es cuestionable.
El Dr. Mozaffarian afirmó: “La mayoría de los estudios sobre los efectos de la grasa láctea en la salud no han encontrado ningún beneficio en priorizar las versiones bajas en grasa sobre las completas”.
¿Es mejor consumir la versión baja en grasas de los productos lácteos?
Estudios recientes han revelado asociaciones entre el consumo de lácteos y la reducción del riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
El Dr. Mozaffarian señala que estos beneficios no están necesariamente ligados al contenido de grasa de los productos lácteos, sino más bien al tipo de lácteo consumido: “Lo que parece ser más importante que el nivel de grasa es qué producto lácteo elige en primer lugar”.
La Dra. Marie-Caroline Michalski, directora de investigación del Instituto Nacional de Investigación Agrícola, Alimentación y Medio Ambiente de Francia, explicó al citado medio que las grasas lácteas pueden contener ciertos tipos de grasas saturadas que son neutrales o incluso beneficiosas para la salud.
Además, la estructura única de la membrana del glóbulo graso de la leche puede ayudar a mejorar los niveles de colesterol en la sangre.
Por su parte, una vez consultado por el Times, el Dr. Ronald Krauss, profesor de pediatría y medicina en la Universidad de California, San Francisco, respaldó esta idea al afirmar que “entre los diversos tipos de grasas saturadas que se pueden encontrar en los alimentos, los productos lácteos contienen ciertas que parecen ser neutrales o beneficiosas para la salud”.
Cambios en las pautas dietéticas
A pesar de estas evidencias, el debate sobre qué tipo de productos lácteos elegir continúa.
Penny Kris-Etherton, profesora emérita de ciencias nutricionales en la Universidad Estatal de Pensilvania, señaló a The New York Times que actualmente se está revisando la evidencia sobre cómo el consumo de grasas saturadas afecta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
“Podría haber cambios próximos en las recomendaciones de alimentos lácteos en los Estados Unidos”, afirma.
Hasta que se aclare esta controversia, los expertos sugieren algunas pautas generales para elegir productos lácteos. El Dr. Mozaffarian sugiere incorporar al menos una o dos porciones de yogur y queso por día, preferiblemente versiones sin azúcar agregada.
La Dra. Michalski recomendó optar por yogures enteros, ya que al eliminar las grasas naturales se pierden algunas vitaminas y la textura característica.
En resumen, si bien la idea de que los productos lácteos bajos en grasa son más saludables ha sido predominante durante décadas, la evidencia científica actual está cuestionando esta percepción.
Los estudios proponen que la elección entre productos lácteos bajos en grasa y completos puede ser menos relevante de lo que se pensaba, y que otros factores, como el tipo de producto lácteo y la composición de las grasas, pueden tener un mayor impacto en la salud general.