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La resistencia a los antibióticos para tratar la gonorrea está en aumento, según un nuevo informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. La gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, afecta principalmente a personas de 15 a 24 años, pudiendo infectar genitales, recto y garganta. El uso excesivo o incorrecto de antibióticos, como azitromicina, ceftriaxona y cefixima, contribuye a la resistencia antimicrobiana, dificultando el tratamiento efectivo. El reporte del ECDC resalta la necesidad de abordar esta problemática para evitar complicaciones mayores y subraya la importancia de la salud y educación sexual, así como la detección y tratamiento oportunos, especialmente para mujeres y personas de mayor riesgo.

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La resistencia a los antibióticos para tratar la gonorrea está aumentando, según un reciente informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC).

En concreto, la gonorrea se trata de una enfermedad de transmisión sexual (ETS) causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae. Afecta frecuentemente a personas de 15 a 24 años y puede infectar los genitales, el recto y la garganta.

Las mujeres suelen ser asintomáticas o presentar síntomas leves que se confunden fácilmente con otras infecciones vaginales o de la vejiga, lo que complica su diagnóstico y aumenta su riesgo, especialmente durante el embarazo.

En contraste, los hombres pueden experimentar ardor al orinar y cambios en el color de la orina, además de hinchazón en los testículos, aunque estos síntomas son menos comunes.

Aumenta la resistencia a los antibióticos para la gonorrea

Como contexto, en 2022 se registraron 70.881 casos confirmados de gonorrea en 28 países de la Unión Europea y el Área Económica Europea, lo que representa un aumento del 48% en comparación con el año anterior.

El uso excesivo o incorrecto de antibióticos para su tratamiento, como la azitromicina, ceftriaxona y cefixima, está contribuyendo a la creciente resistencia antimicrobiana.

Esta resistencia dificulta el tratamiento efectivo de la gonorrea y podría estar relacionado con el aumento de casos en Europa y a nivel global.

En 2022, el ECDC encontró que el 25,6% de las cepas de gonorrea eran resistentes a la azitromicina, en comparación con el 14,2% en 2021. Aunque la resistencia a la ciprofloxacina también aumentó, no fue tan significativa, y la resistencia a la cefixima se mantuvo baja en un 0,3%.

La importancia de la salud y educación sexual

Teodora Elvira Wi, directora de los Programas Globales contra VIH, Hepatitis y ETS de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, subrayó la necesidad de priorizar a las mujeres en las pruebas de ETS y a aquellas con mayor riesgo de contagio, como las personas con múltiples parejas y adolescentes sexualmente activos.

Según recomiendan los organismos de salud pública, la única manera de evitar completamente las ETS es abstenerse de mantener relaciones sexuales (vaginales, anales u orales). Esta medida puede resultar difícil de aceptar para algunos, pero es crucial considerando los datos sobre la propagación de la gonorrea y la resistencia a los antimicrobianos.

La resistencia a los antimicrobianos es un problema generalizado en la salud pública, resultante del uso excesivo o incorrecto de antibióticos, lo que permite que las bacterias desarrollen resistencia a muchos de los medicamentos más utilizados en los últimos 100 años.

Cabe agregar que en 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó 374 millones de nuevos casos de sífilis, gonorrea, clamidia y tricomoniasis entre personas de 15 a 49 años.

Las razones para este aumento incluyen conductas sexuales no seguras, infecciones asintomáticas, factores socioeconómicos y biológicos, y el limitado acceso a servicios de diagnóstico y tratamiento de ETS.

Además, la estigmatización impide que muchos busquen atención médica, lo que también afecta el financiamiento de servicios e investigaciones sobre ETS.

El informe del ECDC destaca la urgencia de abordar la resistencia a los antibióticos para evitar complicaciones mayores en el tratamiento de la gonorrea y otras ETS, y enfatiza la necesidad de aumentar las oportunidades de detección y tratamiento, especialmente para las mujeres y las personas en mayor riesgo.