Es frecuente escuchar a personas quejarse sobre diversos temas durante el día. Para muchos significa un desahogo emocional o una forma de expresión, sin embargo, si es cada vez más recurrente, podría significar que padeces de lamento crónico.
Diversas investigaciones han confirmado que el cerebro humano está diseñado para identificar las amenazas y problemas, lo que explica por qué es tan fácil centrarse en lo negativo y por qué algunas personas tienden a quejarse más que otras.
El quejarse, en ciertas ocasiones, es algo inofensivo, como por ejemplo por problemas en el tráfico, el trabajo, el dinero, entre otras.
¿Por qué nos quejamos?
De acuerdo lo detallado por BBC, los expertos indican que se trata de un proceso de afrontamiento mediante el cual se libera tensión o se busca validación.
Hasta ahí se identifica como una función adaptativa del ser humano.
No obstante, el problema se da cuando se cronifica y extiende a muchos más contextos.
El lamento crónico tiene un impacto significativo en la salud emocional, mental e incluso física, tanto de quienes se quejan, como de quienes reciben los comentarios.
Lamento crónico
La neurociencia se ha adentrado en la etiología y las consecuencias de la queja. Aunque es correcto recalcar que es un campo de investigación pionero y que requiere más estudios al respecto.
Algunos estudios señalan que el acto de lamentarse puede provocar cambios estructurales en el cerebro que, a su vez, generan problemas en la resolución de problemas y la función cognitiva.
Esto significa que las personas quejumbrosas pueden ver una disminución en la resolución de problemas, la toma de decisiones o la planificación. Esto genera aún más frustración y, en consecuencia, más quejas.
Además, se ha observado que la queja cotidiana se conecta con la sintomatología ansioso-depresiva, es decir, con pensamientos intrusivos, baja autoestima, cansancio y fatiga mental.
Por ello, tal como indica el medio, los individuos que se quejan por todo, suelen ser más pesimistas y menos resilientes frente a las adversidades.
Estrategias para cambiar de actitud
Según expertos, estas son las estrategias que se pueden implementar para cambiar de actitud y evitar formar un lamento crónico.
1. Practicar la gratitud: registrar las cosas por las que podemos sentirnos agradecidos, ayuda a cambiar la perspectiva.
2. Buscar soluciones: hacer una lista de posibles acciones para mejorar una situación. Esto provoca mayor sensación de control y reducción de la frustración.
3. Prestar atención a nuestras palabras: ser consciente del lenguaje que utilizamos y modificarlo para que sea más positivo o neutral, ayudaría a cambiar el patrón de pensamiento.
4. Establecer límites con los demás: evita conversaciones que se centren en lo negativo o propone un enfoque más constructivo para los problemas.
Cabe recordar que aquellos puntos son una ayuda para evitar quejarse constantemente, y que pueden reforzarse con el apoyo de la terapia psicológica, y por recomendación de un especialista, dependiendo de cada contexto.