Las redes sociales pueden ser un arma de doble filo. Por un lado, han ayudado ha mantener la comunicación durante la pandemia, pero también han incidido en serios problemas de salud mental en jóvenes y adolescentes.
Esto, por ser una plataforma que promueve estereotipos físicos que inciden en la autoestima de las personas, sobre todo con algunas figuras como influencers o famosos. Si bien son espacios donde movimientos como el ‘body positive’ existen, hay otra parte de la red social que es perjudicial para sus usuarios y que la misma compañía de Facebook ha reconocido.
En una nueva investigación realizada por The Wall Street Journal, “el 32% de las chicas dicen que cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram les hace sentir peor. Las comparaciones en Instagram pueden cambiar la forma en que las mujeres jóvenes se ven y se describen a sí mismas”.
Anastasia Vlasova le cuenta al medio antes citado que comenzó a utilizar la aplicación a sus 13 años. Pasaba por lo menos tres horas diarias a admirar la vida y cuerpos de influencers que compartían sus datos y recomendaciones para una vida mucho más “fitness”.
“Cuando entré en Instagram, todo lo que vi fueron imágenes de cuerpos cincelados, abdominales perfectos y mujeres haciendo 100 burpees en 10 minutos”, señaló Vlasova de ahora 18 años.
Durante los últimos tres años, Facebook se ha dedicado ha realizar estudios sobre su incidencia en sus usuarios, teniendo como resultados una actividad perjudicial en la mayoría de ellos.
“Hacemos que los problemas de imagen corporal empeoren en una de cada tres adolescentes. Los adolescentes culpan a Instagram por los aumentos en la tasa de ansiedad y depresión (…) Esta reacción fue espontánea y consistente en todos los grupos”, indicó un informe de la compañía en 2020.
Incluso, los informes arrojaron resultados aún más preocupantes: el 13% de usuarios británicos y el 6% de estadounidenses, declararon tener ideas suicidas tras el uso continuo de Instagram, recoge The Wall Street Journal.
“Muchas veces es una fuente de inspiración (…) pero muchas veces ha hecho que me compare con gente de mi alrededor, también incluso con gente que ni conozco, dejando de ser yo misma en muchas ocasiones”, dice María, una joven de 21 años al sitio Hipertextual sobre su experiencia en la aplicación.
Imágenes de “perfección tóxica”
El concepto de “perfección” se ha arraigado en muchas plataformas. El ideal de un cuerpo “perfecto”, frente a una “vida perfecta”, es más usual de lo que se cree. De ahí el hecho de mostrar en redes sociales sólo cosas bonitas.
“Todo ello ha afectado a mi autoestima muchas veces, sobre todo después de la cuarentena. Me sentía mal por no ser igual, no verme tan bien físicamente o tan feliz emocionalmente”, agregó María al sitio antes citado.
José Pedro Espada, psicólogo, explicó a Hipertextual que Instagram puede ser un factor de riesgo debido a que “puede conducir a comportamientos poco saludables (dietas extremas, ejercicios de riesgo, etc.). Por ejemplo, chicas (y también chicos) normales o con algún complejo físico pueden sentirse muy mal si comprueban lo alejadas que ellas están de estereotipos de belleza”.
“Muchos adolescentes no cuentan todavía con suficiente criterio porque precisamente están en fase de maduración y de afianzar su propia identidad, opiniones y valores, que van acompañadas seguidamente de comportamientos dirigidos a cumplir sus objetivos (dar una determinada imagen)”, agrega el especialista.
En un estudio anterior de adolescentes de Estados Unidos y Reino Unido, más del 40% de los usuarios de Instagram informaron sentirse “poco atractivos” y que esto comenzó una vez iniciaron su vida virtual en la red social.
“Los adolescentes nos dijeron que no les gusta la cantidad de tiempo que pasan en la aplicación, pero sienten que tienen que estar presentes. A menudo se sienten ‘adictos’ y saben que lo que ven es malo para su salud mental, pero se sienten incapaces de detenerse”, explicó un gerente de investigación de Instagram a sus colegas, según los documentos recogidos por The Wall Street Journal.
Todo lo anterior, se extiende además a la idea de crear un Instagram para menores de 13 años, con sus respectivos resguardos y seguridad, pero muchos expertos sostienen que esto no responde a una necesidad de los menores, sino más bien, crea en niños la necesidad de estar presentes en la red social, cuando para ellos no lo es.