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El lipedema, una enfermedad crónica caracterizada por el crecimiento excesivo de grasa en extremidades inferiores y superiores en algunos casos, suele ser confundida con la obesidad, siendo infradiagnosticada, especialmente en niñas y adolescentes que pueden presentar los primeros síntomas tras la menarquía. María Elsa Calderón, directora de Clínica Lipedema WAL Chile, destaca la importancia de detectar tempranamente esta condición en la niñez para un tratamiento oportuno. Los síntomas incluyen crecimiento excesivo de grasa, dolor, pesadez, dificultad para moverse, problemas de circulación, marcas por la ropa y problemas emocionales. Aunque no tiene cura, se puede mejorar la calidad de vida con hábitos saludables y tratamientos como terapia de compresión o liposucción.

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El lipedema suele confundirse, lamentablemente, con la obesidad y sobrepeso. Sin embargo, se trata de una enfermedad crónica caracterizada por el crecimiento excesivo de la grasa (tejido adiposo) en extremidades inferiores y, a veces, en extremidades superiores.

A pesar de su prevalencia, esta patología sigue siendo poco entendida e infradiagnosticada, especialmente en niñas y adolescentes, quienes pueden presentar los primeros síntomas posterior a la llegada de la primera menstruación.

Lipedema en niñas y adolescentes

Y es que esta condición afecta principalmente a mujeres, de todas las edades, por lo que su detección temprana en la niñez resulta fundamental para un diagnóstico y tratamiento oportuno.

“El lipedema puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de las niñas, afectando no sólo su salud física, sino también su bienestar emocional”, manifiesta Ledda Pérez, kinesióloga y directora de Clínica Lipedema WAL Chile, en un comunicado enviado a BioBioChile.

La profesional destaca la importancia de proporcionar un entorno de apoyo y comprensión “para que estas niñas puedan generar hábitos de vida saludables desde etapas tempranas de la enfermedad y aprender a manejar su condición con confianza y sin miedo al juicio”.

María Elsa Calderón, cirujana plástica y directora de la clínica mencionada, explica que las niñas con lipedema requieren de un abordaje distinto al de una paciente adulta con la misma patología.

“Deben enfocarse en la prevención del desarrollo de la enfermedad, generar hábitos de vida saludables, centrarse en la importancia de una alimentación antiinflamatoria, pero No Restrictiva (recordemos que su organismo aún está en desarrollo)”, menciona la doctora.

Calderón agrega que reforzar la autoestima de las niñas con diagnóstico de lipedema es igual de importante, pues “muchas veces puede verse comprometida al notar estos ‘cambios no controlados’ de su cuerpo, que se ven asociados a los cambios propios de la pubertad“.

Síntomas de la patología

Las expertas entregaron a nuestro medio un listado de siete síntomas a los que hay que estar atentas, especialmente, desde temprana edad:

1. Crecimiento excesivo de grasa: el síntoma más obvio es el crecimiento excesivo de grasa en las piernas, que puede ser simétrico o asimétrico. La apariencia de las piernas es como de “piel de naranja”, destacando la irregularidad de su textura.

2. Dolor: el lipedema puede causar dolor o sensibilidad en las piernas, especialmente después de estar sentada o de pie durante períodos prolongados. Este aspecto no es tan frecuente en niñas por el estadio inicial de la enfermedad, sin embargo, hay que tenerlo en consideración.

3. Pesadez: las piernas pueden sentirse pesadas o cansadas debido al exceso de peso en ellas y retención de líquidos en algunos casos.

4. Dificultad para moverse: con el tiempo, el crecimiento excesivo de grasa puede hacer que sea difícil moverse con facilidad.

5. Problemas de circulación: el lipedema puede afectar la circulación sanguínea, lo que puede causar calambres, entumecimiento u hormigueo en las piernas.

6. “Marcas” por la ropa: la presión de la ropa puede dejar marcas en la piel. Esto puede ejemplificarse en la marca que los calcetines, por sus elásticos, dejan en tobillos o pantorrillas.

7. Problemas emocionales: el lipedema puede afectar la autoestima y gatillar trastornos de la conducta alimentaria como anorexia o bulimia, deteriorando aún más la confianza de las niñas.

Lamentablemente, el lipedema no tiene cura y, por lo general, empeora con el tiempo. A las pacientes, además, le suelen aparecen moretones con facilidad debido a la fragilidad capilar característica de la patología.

Cabe agregar que el tejido adiposo propio de esta enfermedad no responde a dietas ni ejercicio tradicionales, sin embargo, las pacientes pueden mejorar su calidad de vida dejando el sedentarismo y mejorando sus hábitos nutricionales (adoptando una dieta antiinflamatoria, por ejemplo).

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Entre sus tratamientos está la terapia de compresión (presoterapia, uso de ropa compresiva) y/o drenajes linfáticos manuales (con kinesiólogos).

Por otro lado, la liposucción puede ser también una manera de aliviar y controlar el exceso de grasa que desencadena los malestares de la enfermedad.

Es importante mencionar que esta enfermedad no es lo mismo que la obesidad, aunque algunas niñas con lipedema también pueden tener sobrepeso. Si sospechas que tu hija puede tener lipedema, es fundamental consultar a un especialista para un diagnóstico y tratamiento adecuados.