¿Te acuerdas cuando Facebook era para subir fotos y ver las de tus amigos? Yo sí.
Facebook marcó un antes y un después. Cambió la forma en que nos comunicamos, en que las marcas se conectan y hasta creó nuevos conceptos sociales como “Hiperconexión” y “Economía de la atención”.
Conectar – Reconectar – Salir al mundo
Cuando empezó había dos tipos de usuarios: los que estaban felices por reconectar y los que estaban viviendo la nueva forma de conectar. El objetivo era compartir. Podíamos subir fotos, acompañar a los amigos en sus vacaciones y ver qué estaban haciendo. Pero nadie elegía las fotos donde salía mal o llorando. Obvio.
Así que nuestras de compararse hicieron lo suyo: se potenció la envidia y las inseguridades.
Tengo muchos “amigos”
Al llamarse “friend” y no “contacto”, aquellos que empezaban a salir al mundo pensaban que esas personas eran sus amigos de verdad ¿Y por qué no? Si tienes 12 años, abres una cuenta y tienes “amigos”, por qué vas a pensar que en realidad no lo son.
Y en eso apreció la mano con el dedo hacia arriba. Los “me gusta”. La aprobación que todo ser humano necesita, pero ahora con esteroides.
Si antes tu círculo se reducía a familia, colegio, amigos de la cuadra y poco más, ahora no existían fronteras. Se podía ser admirado (aprobado) desde cualquier parte del mundo. Mientras unos empezaban a convertirse en influencers, otros experimentaban la versión digital de la funa, apareció el ciberbullying.
No eres tú, tampoco yo. Es el algoritmo
Yo sigo teniendo Facebook, pero ya no veo más a mis amigos. Ahora es un market place donde personas que no conozco me recomiendan cosas. Los influencers empezaron a ganar dinero. Al principio eran personas con muchos likes y ahora son empresarios del contenido.
El algoritmo empezaba a hacer lo suyo. La plataforma nos conoce más que nuestros padres, nuestros amigos o nuestra pareja.
Los likes, comentarios o incluso la cantidad de tiempo que ves una publicación deja un dato. Ese dato, junto a miles de millones de datos más, se puede vender. ¡El negocio es otro! Las redes saben quién es el consumidor de tu producto y qué le gusta, pueden decirte todo, absolutamente todo para que sea imposible no comprarte. Se llama hiperpersonalización.
La nueva moneda de cambio
Entonces tu tiempo ya no es tuyo. Eres localizable en la calle, tomándote un café o corriendo con tus zapatillas nuevas. Y como los likes siguen alimentándonos, te detienes y revisas el móvil. Se llama Economía de la atención.
Facebook se hizo pequeño para todas las empresas interesadas en tus datos. La puja se complica, se pelean por tu atención. El celular ya no se revisa de pie, mejor nos sentamos un ratito, estoy más cómodo en el sofá y así lo veo unos minutitos más, ahora a la camita, un par de horas no hacen nada.
Fenomenal, más horas, más exposición a mis productos. Mientras más horas, más me compras. Pero no pasa nada, Facebook es gratis. Es más caro tomarte un café con un amigo o ir a la plaza y conversar tomándote un helado. Esto es gratis, está bien. Es distracción sana. Se llama adicción a la dopamina.
El modelo de negocio de Facebook
Imagina un centro comercial o un mercado. Facebook (o Instagram, TikTok, X) es el “arrendatario”. Ellos proporcionan el espacio (la aplicación o el sitio web) para que los usuarios interactúen y se conecten con otros. ¿Sabes quién es el vendedor y quién es el comprador?
Tú, yo, nosotros y otros usuarios somos los “vendedores”. Aportamos atención, tiempo y toda nuestra información al “centro comercial”.
Las marcas son los “compradores”, y quieren llegar a nosotros con sus productos.
¡Pero hay una salida!
Aprender, educar y no demonizar. Dice la leyenda, que Sócrates no estuvo de acuerdo con la escritura porque amenazaría nuestra capacidad de memoria. Y no fue así. Nos potenció.
Las redes sociales son la escritura de Sócrates, la imprenta, la calculadora y hasta la fotografía digital. No se trata de estigmatizarlas, sino de aprender a usarlas. Como empresas, debemos subir los estándares éticos. Como usuarios, debemos entender el modelo y aprender a sacarle provecho: seguir cuentas que nos generen valor. Si un video de 30 segundos te enseñó algo, investiga más y aprende. Es muy importante medir el tiempo en pantalla, poner un límite y luego salir a pasear.
Y si vamos a opinar, recordar que del otro lado no son solo bits, son personas como nosotros.
Es nuestro deber que en la era de la economía de la atención, donde estamos hiperconectados y nos cuesta escapar de la dopamina, hagamos un mundo en el que den ganas de vivir, sea dentro o fuera de internet.
Por Ana María Montecinos
Soy Comunicadora Social con varios posgrados en dirección de comunicación, análisis y gestión de intengibles, brandig, liderazgo. Profesora en tres entidades de educación superior para bachelors y maestrías de comunicación y marketing en Guatemala, Miami y España.
