El pasado viernes 21, a pesar de la errada interpretación informada por el Rector, al inicio de la Junta, respecto de lo establecido por los estatutos para definir el quorum requerido para la aprobación, la Junta General Extraordinaria de Socias y Socios de la Corporación Universidad de Concepción, no respaldó la propuesta de Reforma de Estatutos presentada por la Rectoría. No obstante, de haber obtenido un 60,67% de apoyo (162 votos de socios activos presentes en la junta), la propuesta fue rechazada.
Este hecho marca el cierre de un proceso de casi cuatro años de trabajo liderado por la actual administración, que comenzó con entusiasmo y apoyo transversal, pero que en su recorrido se alejó de las principales motivaciones. Lo que nació como un esfuerzo por modernizar la gobernanza, dotar de contrapesos al poder de la autoridad y dar flexibilidad a la universidad para enfrentar los desafíos presentes y futuros, se transformó en un texto que fue percibido como, excluyente, extemporáneo y sesgado. La comunidad habló, y lo hizo con claridad y grandeza.
Pero no nos equivoquemos: sí necesitamos una reforma. Este resultado no invalida el objetivo, solo demuestra que el camino no fue el correcto. Es más, la enseñanza principal es que una universidad como la nuestra no puede avanzar sin una comunidad plenamente integrada y escuchada, sin imponer verdades, ni mayorías circunstanciales.
Por eso es que este revés institucional es, al mismo tiempo, una victoria moral. Porque ganó la Universidad de Concepción. Ganó la idea original de una comunidad diversa, capaz de disentir sin romperse. Ganó el principio de que los cambios estructurales deben construirse desde el consenso, no desde la imposición. En un momento en que perdemos protagonismo ante la opinión pública, y nos alejamos de la sociedad que nos dio origen, es tiempo de reaccionar.
Hoy, ese espíritu debe volver a guiar nuestra acción. Con humildad, con coraje, con altura de miras. La historia nos juzgará no por la reforma que se cayó, sino por la que supimos construir después. Que esa sea una reforma digna de nuestra historia, de nuestros estudiantes, de nuestro país.
Vamos todos y todas, juntos, por una mejor Universidad de Concepción.
