Todos quienes asistieron el pasado fin de semana a REC 2025 estarán seguramente de acuerdo con una de las frases que Denisse Malebrán, vocalista de Saiko, dijo en el Backstage de Santander en medio del festival: “Conce lo entendió todo”.

Y es que REC 2025 fue una prueba viva de lo que sucede cuando una ciudad completa se alinea en torno a un interés común: en este caso, la cultura y la música. Así, lo que a simple vista podría haber parecido un escenario perfecto para el caos; con más de 360 mil personas en dos días, sin control de acceso, sin barreras, sin grandes restricciones, resultó ser todo lo contrario: un festival donde el respeto, la admiración y el sentido de comunidad fueron protagonistas.

La gente de Concepción cuida este festival porque lo siente suyo. No es solo un evento más, es un símbolo de identidad, de orgullo ciudadano. Es un espacio en el que las generaciones se encuentran, donde la música es la excusa para compartir, para conectar, para vivir la cultura de verdad.

Este fue mi primer REC, y no exagero cuando digo que quedé positivamente impactado. No solo por la calidad de los artistas, ni por la producción impecable, sino por lo que se vivía en cada rincón del festival. Había una energía especial, una sensación de pertenencia que pocas veces se siente con tanta fuerza.

Y lo más importante: este festival es la prueba de que en Chile la cultura sí importa. Que cuando se le da el espacio que merece, la gente responde. Que no se trata de un tema de desinterés, sino de acceso, de oportunidades, de abrir puertas para que la música y el arte lleguen a todos.

Este año, Santander Chile auspició por primera vez REC. No hicimos todo el festival, pero fuimos parte de algo gigante, algo que genera un impacto real en la comunidad. Y apoyar la cultura, en todas sus formas, es y será siempre un acierto absoluto.

REC no fue solo un fin de semana de buena música, sino que una verdadera lección de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos por la cultura.

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