El mercado laboral enfrenta una crisis inminente que debemos abordar con responsabilidad.

En los últimos años, se ha construido una agenda laboral que, aunque bien intencionada y orientada a resolver problemáticas complejas, ha generado efectos no deseados al incrementar los costos del empleo. Costo tras costo, regulación tras regulación, hemos creado una estructura que muchas empresas no pueden sostener, lo que ha llevado a la disminución de la contratación para asegurar su viabilidad.

El impacto es evidente

Medio millón de personas fuera de la fuerza laboral, 820 mil buscando empleo sin éxito y 2,5 millones en la informalidad. Esto suma casi 4 millones de personas desempleadas o subempleadas, resultado de un sistema que no ofrece suficientes oportunidades. Todos compartimos la responsabilidad de esta realidad, no solo quienes impulsan las reformas, sino también quienes no han sabido visibilizar sus efectos acumulativos.

En cuanto a la reforma de pensiones, el debate ha ignorado cómo la economía absorberá un incremento de 6 o 7 puntos en los costos laborales para las empresas. Es fundamental que este aumento no sea automático, sino que se condicione a parámetros como las tasas de desempleo y la capacidad del mercado para generar empleo formal. Este enfoque garantizaría que las reformas se adapten a la realidad económica, en lugar de sobrecargar a las empresas.

Al mismo tiempo, la tecnología y la automatización avanzan rápidamente, reduciendo costos y transformando las capacidades productivas. Mientras buscamos proteger el empleo, corremos el riesgo de condenar a quienes no logran acceder a oportunidades laborales y de perpetuar la incertidumbre para trabajadores y pensionados.

Estamos a tiempo de revertir este proceso, pero requiere priorizar la generación de empleo formal y el fortalecimiento de la fuerza laboral.

Por ejemplo, es crucial incorporar a más mujeres al mercado laboral a través de una agenda moderna que elimine barreras. La aprobación de una ley de sala cuna universal con financiamiento estatal es una deuda pendiente que beneficiaría la natalidad, el aprendizaje temprano y el desarrollo económico del país. Sin embargo, extender el postnatal solo incrementa la brecha de género, un desafío que debemos superar.

Una agenda que reactive el empleo

Aumentar la fuerza laboral no es suficiente si no se generan trabajos formales y de calidad. Es necesario impulsar una agenda legislativa que reactive el empleo, consciente del impacto de los crecientes costos de contratación y de la acelerada adopción tecnológica. Celebramos, en este sentido, que la ministra del Trabajo haya anunciado un proyecto de ley para actualizar y mejorar los subsidios laborales, adaptándolos a las necesidades actuales del mercado laboral.

Es fundamental que esta nueva agenda considere los efectos acumulativos de las normativas recientes, las cuales, aunque bien intencionadas, han limitado la capacidad de generar empleo.

Urge priorizar una agenda laboral de futuro que coloque a las personas en el centro, evitando repetir errores del pasado que han demostrado ser perjudiciales.

Es momento de priorizar una agenda laboral orientada al futuro, que no mire cada iniciativa aislada como un árbol solitario y que entienda que el bosque tupido que hemos generado no tiene orientación, diseño ni una entrada clara para quienes quieren seguir sembrando.

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