Podemos coincidir en que los únicos animales que hacen fraudes electorales, lucran con la desgracia ajena y son corruptos, son los humanos.

En el discurso político, el uso de metáforas inspiradas en animales es abundante. Por ejemplo, en México, tenemos “mapaches electorales” y “ratones locos”. El significado de las metáforas depende del contexto determinado, pero conllevan una carga emocional y moral. Aunque el uso de estas metáforas no es exclusivamente negativo, su forma descalificativa en la política es la más común: ratas, hienas, buitres y gorilas, por mencionar algunos.

Formas de ofensa

El objetivo del uso de estas metáforas, en el contexto político, es la ofensa. Hay dos mecanismos para ofender: el primero es transferir la aversión de un animal determinado al ser humano, y la segunda forma, es la deshumanización. En esta última, se busca quitar la condición “humana” a la persona y reducirla a una “bestia irracional”.

No obstante, dentro de la naturaleza, ¿dónde se encuentra el ser humano? Para algunos, el ser humano está por encima de todos los seres vivientes: el ser humano como el pináculo de la creación o evolución. Sin embargo, aunque suene evidente, todos los seres humanos somos un animal más.

Ahora, para que la metáfora sea efectiva debemos conocer el dominio meta (lo que se busca describir) y dominio fuente (lo que sirve como origen para describir el dominio meta). Podemos entender que las “ratas” o los “mapaches” son los que roban y los “buitres” son los que esperan una tragedia para sacar beneficio propio o colectivo.

Sin embargo, es aquí en dónde encuentro mi mayor problema con el empleo de estas metáforas: ¿Por qué el dominio fuente deben ser los animales (no humanos)? Estos animales satisfacen sus necesidades biológicas en su ambiente natural o artificial. Solo eso. Pero, a menudo, entendemos a los animales como formas antropomórficas. Es decir, establecemos que tienen comportamientos similares a los nuestros y que perciben el mundo de igual manera que nosotros. Algo fuera de la realidad.

El uso de animales en el discurso político: Especismo

Otro problema que desenmascara el uso de estas metáforas es el desprecio a los animales que consideramos poco carismáticos. Ser un león, un zorro o un lobo (“curiosamente” en su forma masculina) no parece ser denigrante. Son justo los animales que se arrastran o los que roen los utilizados negativamente: ¿Cuál es la necesidad de comparar a un corrupto con un roedor que nace y muere como roedor o a un partido político con un nido de víboras?

Una explicación de estos usos es el especismo. Es decir, la discriminación a los animales por pertenecer a otra especie. Es común la idea, de nuevo, que el ser humano es superior a todas las especies por su “inteligencia”: ningún otro ser vivo es capaz de hacer lo que hace el humano, ningún otro ha escrito poesía o enviado sondas a otros planetas. Pero ese razonamiento es engañoso: ¿cómo determinar la inteligencia de los otros animales comparando qué tan bien pueden hacer lo que nosotros podemos hacer? Por otro lado, ¿cuál es la finalidad de esa comparación?

Los únicos animales corruptos son los humanos

El Homo sapiens es una especie reciente en la historia evolutiva, y es muy probable que sea el mismo ser humano el que acabe con su propia especie: una especie racional y consciente. Por lo tanto, podemos coincidir en que los únicos animales que hacen fraudes electorales, lucran con la desgracia ajena y son corruptos, son los humanos. Esto es lógico, pues se trata de construcciones humanas. ¿Es justo involucrar a otros animales en esta comparación?

Durante los periodos electorales, la descalificación se hace más evidente. Pero también es un buen momento para reflexionar sobre nuestro lenguaje, entender que el uso de las palabras no siempre es anodino y comenzar a cuestionar el uso de los animales como sinónimo de insulto o denigración.

Al igual que los humanos, los otros animales merecen respeto y son sujetos de consideración moral. Creo que ya hacemos bastante daño a los animales no humanos en nuestra vida cotidiana como para seguir comparándolos con un grupo de gente que decidió la inmoralidad.

Yersain Ely Keller de la Rosa
Biólogo y Maestro en Ciencias.

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