Es necesario poner el foco donde corresponde: la protección de las personas que sufren violencia. Y como lo indica Gisele Pelicot: es necesario que la vergüenza cambie de lado.

Las denuncias realizadas en contra de actos de connotación sexual que podrían ser constitutivos de delitos en contra de una figura del Poder Ejecutivo, han generado diversas reacciones, sumado a la filtración de información sensible y a su uso por los medios de comunicación, dan pie a un escenario de revictimización, desprotección y desconfianza imposible de cuantificar.

Revictimización en el caso Monsalve

Desde que se hizo pública la información de que el ahora exsubsecretario Monsalve, fue objeto de una denuncia por hechos que podrían ser constitutivos del delito de violación, el manejo comunicacional realizado por parte de las instituciones estatales, ha sido cuestionable. Su renuncia comunicada desde el Palacio de la Moneda en un punto de prensa, acompañado de su declaración en la que asegura tener convicción respecto de su inocencia, aunque esperable, dista mucho de lo que llamamos “la perspectiva de género”.

El lugar desde el que se emite el comunicado, que se realice a través de un punto de prensa donde todos los medios de comunicación nacionales se encuentran presentes y lo dicho propiamente tal en la declaración pública, genera en quien ha sufrido los actos denunciados y también por quienes somos sobrevivientes de la violencia machista, sensaciones de impunidad, de ausencia de respaldo institucional y de desconfianza de los procesos judiciales. Ingredientes base para una revictimización “de manual”.

El acceso a información de forma privilegiada, por el cargo que ostentaba el exsubsecretario, y las acciones que habría solicitado que se realizaran, solo es una muestra más de los tipos de violencia a las que nos vemos enfrentadas día a día. No solamente porque estas acciones podrían afectar el proceso de investigación, sino que también por las consecuencias políticas que ha generado: el cuestionamiento recayó en mujeres que ejercen cargos de poder, generando incluso la salida de la jefa de Inteligencia de la Policía de Investigaciones, una de las cinco mujeres de la Institución que ostentaban un cargo en el Alto Mando.

Información filtrada y aprovechamiento político

La filtración de información de la investigación del caso Monsalve, que no pudo provenir de otra figura más que de un funcionario o funcionaria pública, y su uso por parte de los medios de comunicación, es otro punto crítico. Este hecho ha bordeado un actuar completamente antiético y agrega más elementos a las sensaciones recién señaladas, incrementando la desconfianza de quienes, hoy, pueden encontrarse en escenarios similares al de la denunciante en el caso Monsalve respecto de la posibilidad de que sus denuncias sean llevadas de forma imparcial, con perspectiva de género, y cumpliendo con el deber estatal de proteger a la víctima.

Por otro lado, el aprovechamiento político por parte de la oposición, durante la semana pasada e incluso en los días de votaciones, ha sido vergonzoso. Han utilizado de forma inescrupulosa la información que ha salido a la luz pública, sin importar una vez que sea la afectación que esto genera en quienes recepcionan su mensaje.

Todo este escenario demuestra de forma patente que otros tipos de violencia, como la política y estructural, están presentes y arraigadas en nuestra sociedad y que falta mucho para poder concientizar y generar un cambio real sobre aquello.

Es necesario poner el foco donde corresponde: la protección de las personas que sufren violencia. Y como lo indica Gisele Pelicot: es necesario que la vergüenza cambie de lado, sin embargo, esto no puede ser a costa de la figura, honra e indemnidad de quien realiza la denuncia y que tiene que seguir día a día afrontando las consecuencias haber sufrido actos atentatorios en contra de su cuerpo e integridad.

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