Aunque América Latina y el Caribe es la región más verde del mundo y representa sólo el 8% de emisiones globales, ha apostado fuerte por las fuentes renovables para reconvertir su matriz energética y contribuir a reducir los impactos del cambio climático.

Un estudio realizado por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) reveló que la infraestructura relacionada a la producción de las energías solar, eólica e hidroeléctrica, puede resultar muy sensible a los eventos climáticos extremos como el alza de las temperaturas, vientos fuertes y déficit hídrico, entre otros. Esto produce amenazas en toda la cadena energética, desde la obtención de los recursos hasta la distribución de energía.

Proyectos de interconexión eléctrica regional

Debido a estos riesgos, una de las soluciones para aumentar la resiliencia en el sector es la implementación de proyectos de interconexión eléctrica regional. Hay varios en curso como las infraestructuras de transmisión entre Colombia-Ecuador, Chile-Argentina y México-Guatemala que han sido una herramienta clave ante la crisis hídrica que enfrenta la región.

Hay otros megaproyectos interesantes como el Sistema de Integración Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC), que ya cuenta con normas, infraestructura, instituciones y 1.800 kms. de líneas de trasmisión que recorre seis países.

Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador también han dado un paso decisivo en la creación del Sistema Interconectado Eléctrico Andino (SINEA), al aprobar en mayo pasado el texto con los reglamentos operativos, comerciales y las funciones de un operador regional.

Otra iniciativa en desarrollo es el proyecto de Sistema de interconexión Eléctrica del Sur (SIESUR) que está compuesto por una red de líneas de transmisión y subestaciones que permiten la interconexión y el intercambio de energía entre los países de Mercosur y su entorno.

Estas iniciativas demuestran que la cooperación regional es útil para brindar mayor seguridad y continuidad de suministro energético, promover su desarrollo económico y reducir sus vulnerabilidades para enfrentar mejor el cambio climático.

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