Señor Director:
Sorprende la capacidad de Pablo Longueira para distorsionar y ridiculizar conceptos fundamentales como la sintiencia animal en su reciente carta al director de “El Mercurio”, titulada “Se penaliza el aborto en la pesca”.
Parece que el señor Longueira desconoce o elige ignorar deliberadamente el significado profundo y ético de la sintiencia, colocando entre comillas frases que son reconocidas y validadas por la comunidad científica y ética global. Su intento de comparar el debate sobre los derechos reproductivos con la sintiencia animal revela una falta de comprensión y una manipulación malintencionada de ambos temas.
Para empezar, la comparación que hace entre un feto humano y un pez demuestra una falta de empatía y un reduccionismo absurdo. La sintiencia animal, lejos de ser un concepto absurdo como sugiere el tono burlón del Sr. Longueira. Es un campo de estudio científico respaldado por décadas de investigación.
Numerosos estudios han demostrado que la inmensa mayoría de los animales, incluidos los peces y pulpos, son capaces de experimentar dolor, estrés y sufrimiento. La nueva Ley de Pesca simplemente aspira a reconocer esta realidad científica y busca implementar prácticas más éticas en la industria pesquera.
En tal sentido, las propuestas de reformular aspectos de la Ley de Pesca buscan establecer mecanismos que garanticen el correcto manejo de los recursos hidrobiológicos sintientes en la pesca industrial, no son más que una medida básica de humanidad. La intención es prohibir la generación de estrés y dolor innecesario en los peces, así como tratarlos de manera cruel o prolongar su agonía. Esto refleja un avance significativo en el reconocimiento de los derechos de los animales y en la ética de nuestro trato hacia ellos.
Longueira se burla de la definición de “animal sintiente”, que se refiere a “un animal acuático capaz de tener experiencias y reaccionar a estímulos externos de manera consciente, considerado por este hecho sujeto de consideración moral y respeto”.
¿Realmente estamos en un punto en la sociedad donde tener empatía y respeto por el sufrimiento de otros seres vivos es motivo de burla? Su declaración final de “A lo que hemos llegado” suena más como una lamentación de alguien que se niega a evolucionar con la conciencia social y ética de nuestros tiempos.
En cuanto a la exclusión de la pesca artesanal de ciertas regulaciones, entiendo que esto se debe a consideraciones prácticas y económicas, no a una falta de preocupación por el bienestar de los peces. Es un equilibrio complejo entre la protección animal y las necesidades de las comunidades pesqueras, que merece un debate serio, no simplificaciones tendenciosas.
También es importante señalar que la protección de los animales acuáticos y el debate sobre los derechos reproductivos son temas separados que requieren discusiones independientes y matizadas. Mezclarlos de manera simplista no contribuye a un diálogo constructivo sobre ninguno de los dos.
En lugar de menospreciar los esfuerzos por reconocer la sintiencia animal, deberíamos aplaudir y apoyar estas iniciativas que buscan reducir el sufrimiento innecesario.
La protección de los animales es una necesidad moral de una sociedad que aspira a ser justa y compasiva.
Señor Longueira: lejos de ser una aberración, estas propuestas representan un avance hacia un mundo más consciente y respetuoso. Así que, si de verdad queremos hablar de “a lo que hemos llegado”, deberíamos estar orgullosos de haber llegado a un punto donde comenzamos a reconocer y respetar la sintiencia de todos los seres vivos, en lugar de ridiculizar estos esfuerzos.
Agradecido por la oportunidad de expresar esta reflexión.
Héctor Pizarro
SociedadVegana.com