Partimos octubre, mes que se cubre de rosa para recordar la importancia de sensibilizar sobre el cáncer de mama. Una enfermedad que es un problema de salud pública a nivel mundial y que en Chile es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres en edad reproductiva. La costumbre de hablar de esta enfermedad sobre todo en este mes no debe cambiar, sobre todo se debe poner énfasis en disminuir las listas de espera GES que en este tipo de cáncer llegan a 3.383 garantías retrasadas (hasta el 30 de junio de 2023).
Sin embargo, no es el único cáncer femenino que se debe visibilizar. El cáncer cervicouterino es una enfermedad de la cual no hablamos, pero que a nivel mundial ocupa el cuarto lugar de los cánceres en las mujeres, con una incidencia de 604.000 nuevos casos y 342.000 muertes en el 2020. En el caso de Chile (2018) representó la cuarta neoplastia en mujeres tanto en incidencia como en mortalidad.
Frente a esta enfermedad tenemos desafíos de salud pública que debemos resolver con urgencia.
El primero de ellos está relacionado, precisamente con visibilizar la importancia de prevención. Chile tiene dos principales líneas contra esta enfermedad: la primera es la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) garantizada en el Plan Nacional de Inmunizaciones, en el cual niños y niñas de hoy estarán protegidos en el futuro.
Para las mujeres que son adultas ahora está el tamizaje Papanicolaou (Pap). Entre las metas a nivel nacional, se debiera llegar a una cobertura de 80% de la población objetivo (mujeres de 25 a 64 años) para lograr tener impacto en la incidencia y mortalidad. Sin embargo, este indicador sólo alcanza un 55,6% (Marín, 2017).
¿Por qué las chilenas no se están haciendo un examen que para este grupo es gratuito cada tres años y que demora pocos minutos?
La última encuesta CASEN da luces del porqué. Cuando se les preguntó si en los últimos tres años, se había hecho el Papanicolaou, el 36,2% de las mujeres respondieron que no. Dentro de las razones que más se nombran para no hacérselo es que “cree que lo necesita”, “Se le olvida hacérselo”, “No tiene tiempo” o “Le da miedo o le disgusta”. Sin duda estos argumentos demuestran que falta visibilizar más el cáncer cervicouterino.
Hay mostrar la importancia de detectar a tiempo este cáncer en etapas tempranas para todas aquellas que creen que no necesitan hacérselo o que se les olvida.
Por otro lado, es imprescindible que las mujeres trabajadoras que tienen entre 25 y 64 años conozcan que, por ley, tienen derecho a faltar a su trabajo medio día para hacerse su PAP. La frase “no tengo tiempo” no debiera ser una excusa.
A estas razones personales, también se suman otras que tienen relación con la gestión en la atención primaria, como problemas para agendar en los centros de salud, lo que desincentiva la toma de tamizaje.
En cuanto a gestión hay un segundo desafío del cual nos debemos hacer cargo y son las listas de espera Ges en cáncer cervicouterino. Es el tipo de cáncer que está en GES con mayor cantidad de retrasos registrados, con un total de 4.305 a junio de este año. Son las regiones de Coquimbo, Región Metropolitana, Araucanía, Valparaíso y Maule las que tienen las listas más engrosadas en retrasos GES de cáncer cervicouterino y en donde, tanto en estas como a nivel nacional, la mayoría de los retrasos se concentran en el diagnóstico y tamizaje.
Para reducir las listas en tamizaje es necesario reforzar no sólo la toma de PAP, sino que también la detección molecular del Virus del Papiloma Humano (VPH) a través del test de detección de VPH.
Esta estrategia se implementó como plan piloto en 2019 en 13 servicios de salud y, en 2023, por primera vez, se incorporó como meta sanitaria el test de detección molecular de VPH, donde se indica que se debe lograr una meta nacional de un 80% de cobertura de personas entre 25-64 años que cuentan con PAP en los tres últimos años o Test de VPH en los últimos cinco años vigente, potenciarlo a través de la auto toma vaginal en domicilio, puede reducir los tiempos de espera.
De nada sirve tenerlo como objetivo sanitario si no se sensibiliza a nivel nacional la importancia de detectar esta neoplasia a tiempo. Ese debiera ser nuestro desafío en octubre: como país y como mujeres hablemos también del cáncer cervicouterino.