La sana convivencia es una dimensión central para el desarrollo social, y cumple la doble función de ser una base para el logro de aprendizajes y ser un aprendizaje central en sí mismo. Pero esta no es una habilidad innata, porque a convivir se aprende y para ello es crucial la interacción que se produce en los entornos educativos, desde la más temprana infancia.
Hemos visto los efectos que la falta de interacción provocó en nuestra sociedad y en nuestros establecimientos educativos. Según cifras de la Superintendencia de Educación, en 2022 hubo 5.280 denuncias de maltrato entre estudiantes, 52% más que en el promedio que en 2018 y 2019. Si bien esta es una institución joven, por lo que las denuncias han ido sistemáticamente al alza, sabemos también que estos números dan cuenta de la agudización de un problema que debemos abordar con urgencia para garantizar el aprendizaje y el desarrollo integral de las y los estudiantes, y para construir una mejor sociedad.
Por eso, en el marco del Plan de Reactivación Educativa, hemos lanzado el programa “A convivir se aprende”, que contiene tres componentes clave para contribuir a la gestión de la convivencia en las comunidades educativas.
Primero, promueve la conformación y el fortalecimiento de redes comunales de convivencia escolar, gestionadas por los equipos regionales y provinciales del Ministerio de Educación, porque este es un fenómeno social y la participación de todos los actores es clave para abordarlos. Segundo, entrega apoyo y acompañamiento focalizado a los establecimientos, a través de equipos profesionales, para abordar las situaciones más críticas. Y tercero, ofrece formación para docentes, equipos de convivencia escolar y asistentes de la educación, con pautas conceptuales y metodológicas, para que la convivencia sea un aprendizaje transversal.
Comenzamos a implementar este programa en 2022, en 60 comunas, con más de 1.100 establecimientos. Se consultó a profesionales de la educación que participaron de la iniciativa y el 92% dijo que el programa abordó los problemas que enfrentaba su escuela y el 91% señaló que le permitió mejorar la gestión de la convivencia escolar. Este año, llegaremos a 100 comunas, esperando beneficiar a más de un millón de estudiantes, contando con la colaboración de universidades y organizaciones de la sociedad civil enfocadas en transmitir la importancia de valores como la diversidad, el respeto y la empatía.
Esta iniciativa es parte del eje de convivencia y salud mental del Plan de Reactivación Educativa, que también contempla acciones como herramientas socioemocionales para educación parvularia y la ampliación del programa psicosocial Habilidades para la Vida. Además, “A convivir se aprende” responde a un diagnóstico que compartimos con el Consejo para la Reactivación Educativa y su colaboración será clave para lograr el compromiso territorial de todos los actores.
No habrá aprendizajes sin sana convivencia, así como no habrá sana convivencia sin la asistencia sistemática a las aulas. Por eso el plan de Reactivación Educativa, que comenzamos a implementar apenas asumimos la administración, siempre se pensó integralmente, con tres objetivos esenciales: lograr que los niños asistan sistemáticamente a las aulas, que se generen y construyan ambientes de sana convivencia para que aprendan lo que necesitan aprender, y contar con las condiciones necesarias para ello. En eso está nuestra labor y compromiso, porque sabemos que del cumplimiento de estos tres objetivos depende no solo el desarrollo futuro de niños y niñas, sino también su presente.
Porque el futuro de los niños es siempre hoy, como dijo nuestra insigne maestra rural, Gabriela Mistral.