Luego de intensas gestiones del Magisterio, el Congreso Nacional aprobó la Suspensión de la Evaluación Docente 2022, y eso tiene importantes consecuencias favorables para la educación del país.
Concretamente, este año de vuelta total a la educación presencial ha sido especialmente desafiante para las comunidades educativas de todo Chile. Tras dos años de pandemia se ha confirmado la importancia central de las escuelas y el rol insustituible de profesoras y profesores en el proceso educativo, que durante este año escolar han debido contener a estudiantes afectados por dos años de encierro y sobrellevar las falencias que dejó la mala conectividad de la que el Gobierno anterior nunca se hizo cargo y que privó a miles de estudiantes de su derecho a la educación en tiempos de cuarentenas.
Justamente por esa situación concreta que se vive en los recintos educativos, es que la Suspensión de la Evaluación Docente es una buena noticia, pues permite a las profesoras y profesores dedicarse con todo a sus labor educativa y no distraerse en los instrumentos evaluativos hoy suspendidos.
Es que esos instrumentos no son poca cosa. Cuando hablamos de la Evaluación Docente, algunos perdidos que opinan sin saber creen que se habla de una evaluación en abstracto, o de un mero diálogo entre jefaturas y subalternos, como puede darse cotidianamente en cualquier trabajo. Esas voces desconocen que cuando hablamos de Evaluación Docente en Chile hablamos de dos procedimientos evaluativos altamente regulados por dos leyes distintas, que externalizan la evaluación de profesorado y que implican una amplia carga de trabajo y tiempo extra para las y los docentes del país, fuera de su horario de trabajo y sin pago por esas labores.
Y si hoy, muy concretamente, la Suspensión de la Evaluación Docente va a permitir que miles de profesoras y profesores se concentren en su tarea más importante, educar a sus estudiantes; también va a permitir que el profesorado tenga, al menos, un agobio laboral del que no preocuparse durante este año; y, además, liberará al Estado del gasto de ingentes sumas de dinero que se pagan año a año a empresas privadas, que han formado una verdadera industria de la evaluación. Pero, junto a todo ello, la Suspensión de la Evaluación Docente 2022 está permitiendo desde ya discutir cómo debe ser una buena y útil evaluación del profesorado en nuestro país.
Ese debate se reactiva hoy luego de haber sido una de las banderas de lucha del Magisterio en el Paro Docente del 2019, en el que exigimos el fin de la Doble Evaluación Docente, compromiso no cumplido por el Estado hasta el día de hoy. Porque la duplicidad de las Evaluaciones es una realidad agobiante y estéril que aún está vigente, pero es solo una de las fallas del actual modelo educativo del país.
Las otras fallas que se pueden enumerar tienen que ver con su carácter punitivo y no formativo; sus perfil estandarizado; su carácter externo y ajeno a las comunidades educativas donde concretamente se realiza la tarea educativa; la débil retroalimentación que entrega al profesorado; su altísimo costo en beneficio de privados; y, ante todo, la ausencia de evidencia que demuestre que ha sido un aporte a la educación del país.
Por todo eso es que desde el Colegio de Profesoras y Profesores de Chile afirmamos que la Suspensión de la Evaluación Docente no solo es una lucha obtenida por el empuje de la organización del profesorado en el país, ni tampoco es únicamente una medida específica orientada a dirigir tiempo y energía en la educación de las y los estudiantes del país, sino que es, también, el inicio de una discusión seria y con perspectiva que permita construir una nueva evaluación que no agobie a las comunidades educativas y que, por sobre todo, sí sea útil a la Educación del país. Justamente aquello que la actual Evaluación Docente no ha logrado.