Queda poco tiempo para el plebiscito constitucional y cada vez más se aprecia que existe un debate de ideas asociadas a principios y creencias con un fuerte contenido afectivo, en el que las emociones surgen de forma impulsiva generando, en algunos casos, descalificaciones, insultos y agresiones entre los participantes de una conversación relacionada con este tema, instancia tan necesaria para emitir un voto informado.
Para comprender estas situaciones de conflicto, se requiere considerar que el entorno social se construye a partir de las relaciones con otros, por ende, todo el conocimiento que adquirimos es parte de las situaciones vividas con los demás en un espacio y tiempo. Ese mundo de significaciones manifestadas por aquellos que entran en relación determinará la forma de percibir la realidad y, por lo tanto, influirá en la toma de decisiones, desde las más sencillas hasta las más complejas.
Teniendo presente esta explicación, se pueden entender un poco más las diferencias al momento de expresar ideas, pensamientos y creencias, pues estas divergencias pueden contribuir a nutrir una mirada de futuro que permita validar las diferencias, pero no las desigualdades.
Para enfrentar un proceso cívico tan importante como el plebiscito constitucional, se requiere de información y tolerancia en los momentos de discusión, nada se consigue con descalificar a las personas que expresan sus ideales, se requiere un debate de ideas y no uno que atente en contra de la persona.
Respeto por el otro es la base para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y tolerante, en la que se valoren las diferencias y no las desigualdades que afectan la dignidad de las personas. Esta es una lucha transversal, que no tiene color político, y no es solo atingente a lo económico, sino también a las dimensiones sociales, cognitivas y afectivas como parte del desarrollo humano.
Votar es un derecho, descalificar o agredir no.