“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Frase de Nelson Mandela que hoy cobra más sentido que nunca, sin embargo, el covid-19 tiene al proceso de aprendizaje, secuestrado, aumentando hoy la brecha en la educación en todo el orbe.
Según el cuarto Informe de Seguimiento de la Educación Unesco, cerca de 258 millones de niños y jóvenes quedaron excluidos del sistema escolar en 2020. Se trata de un análisis sobre los factores que inciden en la exclusión en los sistemas educativos, por ejemplo: género, edad, ubicación, pobreza y discapacidad, entre otros. Lo lamentable es que sigue revelando que la principal traba de acceso a la educación es la pobreza, y la pandemia, ha contagiado de tal manera al sistema de enseñanza, que existe un aumento insospechado en la brecha educativa.
Chile, frente a la crisis, tiene el enorme desafío de velar por el aprendizaje en un escenario donde no se están realizando clases presenciales, tanto en el sistema público como en el privado. Sabemos que la tecnología ha sido una respuesta clave, y hoy, las plataformas educativas online, son una realidad que llegó para quedarse, pero las cifras país son lapidarias. Uno de cada diez estudiantes de escuelas vulnerables no tiene conexión a internet en sus hogares, y algunos, en medio del confinamiento, deben subir a los techos de sus casas para intentar captar una señal de internet. Otros no cuentan con computadores, o simplemente, no tienen las competencias para su utilización, ni las condiciones mínimas para estudiar en casa.
En ese sentido, la Unesco identificó una exacerbación de la exclusión durante la pandemia. Además, estimó que el 40% de los países con ingresos bajos y medio-bajos, no han dado apoyo a los alumnos afectados por el cierre prolongado de sus establecimientos educacionales y la deserción aumenta.
Por ello, ante esta nueva realidad, se requiere un esfuerzo superlativo, con medidas decididas, rápidas y eficaces entre el sector público, privado y las fundaciones que se dedican a la educación. Generar con creatividad nuevos productos educativos, entregar conexiones gratuitas de internet, computadores, preparación de los profesores y alumnos para esta nueva modalidad, y dotar de las herramientas necesarias para que nuestros educandos no claudiquen en el proceso educativo. Medidas que sin duda se tornan urgentes.
Así, el covid-19 nos está poniendo a prueba. La actual crisis sanitaria también nos está dando una oportunidad de repensar nuestros sistemas educativos y nuestras prioridades en el mundo del conocimiento y el aprendizaje. Podemos resolver los problemas de manera diferente, en este caso, aprovechando las nuevas modalidades educativas que se han debido poner en práctica, pero ahora creando las condiciones, para que la educación, -esa arma tan importante para cambiar el mundo,- esté al alcance de todos.